Precisa. En entrevista el Papa precisó que es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene buenos amigos.
Por primera vez el Papa Francisco confesó su incomodidad con el excesivo entusiasmo que genera su imagen en la opinión pública internacional, pues le parece "ofensivo" que se lo pinte como un Supermán o una estrella de rock.
"No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del Papa Francisco", aseguró en una entrevista publicada ayer miércoles por el diario italiano "Il Corriere della Sera".
Precisó que "jamás se le hubiese ocurrido" salir por la noche del Vaticano a escondidas para darle de comer a los mendigos y recordó que Sigmund Freud decía que toda idealización encierra una agresión.
"Pintar al Papa como si fuese una especie de Supermán, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos", agregó.
En la entrevista el obispo de Roma dio opiniones ya conocidas, como por ejemplo que considera errada la ideología del comunismo o que no viajará a la Argentina antes del año 2016.
Pero también incluyó detalles inéditos como los contactos fluidos y un intercambio de cartas entre él y el presidente de China, Xi Jinping.
Reconoció que en marzo de 2013, cuando fue elegido, "no tenía ningún proyecto para cambiar la Iglesia" ya que no se esperaba una "transferencia de diócesis".
Por eso precisó que su gobierno no responde a un plan personal, sino a la búsqueda de poner el práctica las ideas surgidas durante el debate antes del Cónclave. Aceptó también que su estilo de gobierno es consultar las opiniones de todos, porque el Papa se aislaría si decidiese "sin escuchar a nadie o fingiendo que escucha".
Aclaró que existe un momento en el cual es necesario "poner la firma" y ahí, quien gobierna, "queda solo con su sentido de la responsabilidad".
Sobre las discusiones abiertas con cardenales y obispos respecto de la pastoral familiar, aseguró no sentirse preocupado por el disenso y el encendido debate sobre la posibilidad de entregar la comunión a los divorciados y vueltos a casar.
"Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida común fracasó. Los hijos sufren mucho. Y nosotros tenemos que dar una respuesta. Pero para eso hay que reflexionar mucho y en profundidad. Es eso lo que están haciendo el consistorio y el sínodo", explicó.
"Hay que evitar quedarse en la superficie del tema. La tentación de resolver los problemas desde la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas. Es lo que hacían los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esa reflexión profunda que podrán afrontarse seriamente las situaciones particulares, también la de los divorciados", apuntó.
Por primera vez dijo también con claridad que "el matrimonio es entre un hombre y una mujer", pero sostuvo que las situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, deberían ser evaluadas "en su diversidad".
"El tema no es cambiar la doctrina, sino ir a fondo y asegurarse de que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona y lo que esa persona puede hacer", añadió.
Destacó la valentía de Benedicto XVI por haber presentado su renuncia y deslizó: "Tal vez haya otros. No lo sabemos". Se refería a los Papas que pudiesen dejar sus puestos por propia voluntad antes de tiempo.