Crisis. Las pugnas entre los diferentes grupos étnicos se han agravado y no han respetado acuerdos.
Los máximos responsables del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y del Programa Mundial de Alimentos (PAM) viajaron ayer a Sudán del Sur para verificar sobre el terreno la situación de los miles de civiles que han abandonado sus casas huyendo de la espiral de violencia que asuela al país más joven del mundo.
Según datos del propio ACNUR, desde que la violencia estalló el pasado 15 de diciembre, más de un millón de personas han dejado sus hogares, de las cuales 800,000 son desplazadas internas y otras 254,000 han cruzado las fronteras y son refugiadas en los países colindantes.
Esta situación de crisis se agrava por el hecho de que Sudán del Sur alberga a 220,000 refugiados sudaneses que a su vez han huido de su país.
Durante dos días, la directora ejecutiva del PAM, Ertharin Cousin, y el Alto Comisionado del ACNUR, António Guterres, visitarán a los afectados, se entrevistarán con las autoridades y con los trabajadores humanitarios sobre el terreno y, posteriormente, cruzarán la frontera a Etiopía, donde residen 80,000 sursudaneses.
"Es desgarrador ver como personas que huyeron de la guerra hace dos décadas, personas que nosotros ayudamos a volver a Sudán del Sur después de la independencia, tengan que huir de nuevo, y muchos de ellos volver al lugar donde ya vivieron en el exilio", afirmó Guterres, al recordar que unas 40,000 personas han cruzado a Sudán para escapar del conflicto.
A causa del incesante aumento de la violencia, los trabajadores humanitarios tienen enormes dificultades para ayudar a los desplazados, un número que puede incrementarse dado que el conflicto ha quebrado la cadena de producción y distribución de alimentos.
"El enorme número de desplazados internos, y la perturbación del comercio están creando una situación de inseguridad alimentaria", alertó Cousin, quien recordó que se necesitan urgentemente fondos para poder comprar alimentos.
