Aficinados del Santos Laguna y Pumas de la UNAM convivieron en el estadio para demostrar que la violencia no es necesaria en las tribunas. (Jam Media)
Los santistas vivieron una noche intensa. Los aficionados llegaron con una entrega inigualable. Antes de comenzar el partido ya sonaban los tambores, las trompetas, las palmas y los gritos.
Inició el partido y antes del minuto tres el gol de Pumas apagó al estadio momentáneamente. La porra de Pumas resurgió con los gritos de ¡Goooya! Tomaron por sorpresa a la llamada Casa del Dolor Ajeno. Las porras para los Guerreros no se hicieron esperar y pronto el equipo local ya había igualado el marcador. Un gol para cada equipo.
Alguna de las dos escuadras tendría que hacer más daño si querían los tres puntos. Tras el descanso, el equipo guerrero lo intentó, llegaron una y otra vez, el ánimo en las tribunas no cesó. El reloj seguía su curso y ninguno podía concretar el gol. "Hachita" Ludueña salió de la cancha y los santistas lo despidieron con una efusiva entrega de aplausos por su entrega y sus goles.
Y cerca del final, cuando parecía que el grito de gol tendría que guardarse para otro encuentro, Oribe, el ahora "Hermoso" Peralta, logró la anotación que arrancó el grito de la afición, consiguiendo de esta forma los tres puntos. La euforia creció en el Estadio Corona y ahogó los ¡Goya!, para cerrar la noche con un cúmulo de emociones para los santistas.