Siglo Nuevo

Oribe Peralta, oro puro

De La Partida para el mundo

Ilustración: Efraín Gaytán.

Ilustración: Efraín Gaytán.

Jessica Ayala

El “Cepillo”, el “Hermoso”, el lagunero que, haciendo honor a la definición de su nombre, se convirtiera en el artífice del oro olímpico en Londres 2012, es el nuevo depositario de las esperanzas de millones de mexicanos rumbo a la Copa Mundial Brasil 2014. Pero, ¿cuáles fueron las circunstancias que lo llevaron hasta ahí?

Brasil es el territorio donde este 2014 se reunirán, como cada cuatro años, los mejores jugadores de 32 países para competir por el máximo título del futbol: la Copa Mundial. Alrededor del mundo, el ánimo de millones de fanáticos del balompié se exalta cada vez más, a medida que la cuenta regresiva para el inicio de la contienda futbolística por excelencia se aproxima al cero, y el de los mexicanos no es la excepción.

En un país como el nuestro, donde la pasión por este deporte es desmedida, es imposible no prestar atención a “El Tri” y albergar una ilusión de disputar ese anhelado quinto partido y, ¿por qué no?, avanzar aún más.

A través de los años, muchos han sido los jugadores llamados a lograr tal proeza, y aunque el futbol es un juego de equipo, en cada mundial surge una figura en la que la fanaticada pone toda su fe. El «pentapichichi» Hugo Sánchez, los goleadores Cuauhtémoc Blanco y Jared Borgetti y los jóvenes prodigio, Giovani Dos Santos y Javier “Chicharito” Hernández, son sólo algunos de los jugadores que ya tuvieron esa oportunidad, y aunque es posible que estos dos últimos, o al menos uno de ellos, repitan como mundialistas, no cabe duda que Brasil 2014 le pertenece ahora a otro jugador y este es lagunero: Oribe Peralta.

UNA ‘HERMOSA’ TRAYECTORIA

El 22 de febrero de 2003, a la edad de 19 años, Oribe Peralta Morones debutó en la Primera División del Futbol Mexicano con la playera del Monarcas Morelia. Nadie que haya visto ese partido, podía entonces vaticinar cuán lejos llegaría ese joven que, como muchos otros, buscaba con ansia un lugar dentro de la Liga Nacional.

El debut del futbolista era el resultado de una vida consagrada al futbol que inició formalmente en el llano de su pueblo, La Partida, Coahuila, junto a “Los Vagos”, equipo conformado por adultos que competía en la categoría libre del torneo ejidal, donde él, entonces de 13 años, era el único menor.

Su tío, Anastacio Morones, asegura que desde muy pequeño Oribe ya daba indicios de que llegaría muy lejos, alegando que se convirtió en el campeón de goleo desde el primer torneo que disputó, así como describiendo la complejidad de las jugadas que ejecutaba a esa edad. Pero sus seres queridos no eran los únicos que lo veían como un futuro profesional. “Él mismo lo decía”, platica su tío, quien difícilmente lo recuerda separado de un balón de futbol.

Un par de años más tarde, el joven logró ingresar al Centro de Sinergia Futbolística (Cesifut), un internado que a la vez que sirve como centro de entrenamiento de máxima calidad a jóvenes promesas, les brinda la oportunidad de continuar con sus estudios de preparatoria, esto a fin de no coartar las futuras oportunidades de desarrollo de los jóvenes.

Los Alacranes de Durango y las Chivas del Guadalajara, completan la lista de clubes anteriores a su debut; León, Monterrey y nuevamente el Rebaño Sagrado, preceden su llegada a Santos Laguna en 2006, donde, sin embargo, no se consolidó como titular sino hasta 2010, tras las notables actuaciones que ofreció un año antes con los Jaguares de Chiapas, durante un período en que fue cedido a préstamo por su equipo.

El trabajo diario, su consistencia en el terreno de juego y, sobre todo, muchos goles, le permitieron ir forjando poco a poco su lugar en el club albiverde, y tras la salida definitiva de los extranjeros Matías Vuoso y Christian Benítez, el lagunero se convirtió en el delantero indiscutible de los Guerreros.

Es difícil no ligar el buen desempeño de Santos a la carrera en ascenso de Peralta: del 2010 a la fecha, el equipo ha calificado a siete de nueve liguillas, logrando, hasta el momento, ser finalista en cuatro de ellas y campeón en una.

En el 2012, el “Cepillo” se convirtió en todo un emblema para la afición lagunera, no sólo por los goles que hizo durante todo el torneo, sino por anotar dos tantos en los últimos minutos del partido de semifinal contra los Tigres de la UANL, los necesarios para avanzar a la final contra los Rayados de Monterrey -ambos acérrimos rivales del equipo- y ser pieza clave en la consecución de la ansiada cuarta estrella.

Oribe cuenta con particularidades técnicas que muchos quisieran tener: se distingue por un fino estilo de juego que no se limita a cazar el gol únicamente, sino que va más allá al proponer jugadas que pueden iniciar en la media cancha y culminar en una anotación suya o de cualquiera de sus compañeros.

No obstante, es su entrega, su pujanza, esa pasión por lo que hace, es decir, su cualidad de auténtico «guerrero», además de su humildad, lo que realmente lo ayudó a ganarse el aprecio de su gente. Aún más, fueron esas mismas características las que contribuyeron a que, durante ese mismo año, su estrella trascendiera los límites de La Laguna y brillara para todo el país, al marcar los dos goles que le dieron el triunfo a la Selección Mexicana frente a su homóloga de Brasil en Londres 2012, que a la postre significó la primera medalla olímpica de oro en la historia del futbol mexicano.

CON EL FUTBOL EN LAS VENAS

La Partida es una localidad de poco más de tres mil habitantes, perteneciente al municipio de Torreón, Coahuila. Comparte con el resto de la región lagunera, una arraigada pasión por el futbol a la que pocos son ajenos. Al igual que en gran parte de la república, en La Partida el futbol llanero es cosa de todos los fines de semana.

Cada año, cientos de jóvenes compiten en este tipo de torneos con la esperanza de convertirse en jugadores profesionales y, aunque la cifra de los que logran cumplir ese sueño es desalentadora, muchos lo siguen intentando con empeño. Así lo hicieron el padre de Oribe, Miguel Ángel Peralta y algunos de sus tíos, quienes llegaron a destacar en ligas amateurs o en divisiones menores, al igual que uno de sus hermanos, Obed, que llegó a jugar en la Tercera División para los Xolos de Tijuana. Eso, sin dejar de mencionar que la hermana menor del jugador hace también lo suyo para el equipo femenil de su universidad.

“En la familia siempre se nos inculcó el futbol, es el deporte por excelencia; lo veíamos en la televisión o lo escuchábamos por radio, pero siempre futbol”, cuenta Juan Morones Ibarra, primo del jugador, al explicar lo que significa el futbol para su familia y para La Partida.

No hay duda, según comenta, de que la afición por Santos siempre ha existido en la comunidad, sin embargo, considera que la trayectoria del lagunero con el equipo, así como su reciente participación con el combinado nacional, ha acarreado más seguidores, lo cual puede observarse después de cada triunfo del cuadro local. “Ahora los festejos en La Partida, son como se hacen aquí en Torreón”, asegura Juan. “Se ponen «machín», la gente toma más y me aumentan las ventas”, señala por su parte Edwin Baltasar, dependiente de “El Rey”, uno de los expendios del ejido.

Y es que Oribe ha cambiado la forma en que su pueblo disfruta el futbol, empezando por su familia, pues desde que comenzó su carrera como profesional, es el pretexto perfecto para que sus tíos, tías, primos y sobrinos se reúnan en casa de doña Octavia Trejo, abuela materna del jugador, a ver sus partidos, mientras comparten deliciosas comidas y refrescantes bebidas.

“A veces llegan a juntarse hasta cien personas, entre miembros de la familia y allegados”, estima Juan. Además, agrega, hay ocasiones, en finales, o juegos decisivos, que algunos primos colocan pantallas en la plaza para que acuda la gente y al término se regalan algunas playeras y souvenirs que el mismo jugador patrocina.

ORGULLOSAMENTE HECHO EN LA PARTIDA

La señora Petra Pérez es habitante de La Partida y aunque nunca ha convivido directamente con el “Hermoso”, dice sentirse contenta cada vez que mencionan su nombre en la televisión. “Me siento orgullosa, porque es de aquí del rancho, salió de aquí y es como cuando sabemos que uno de los nuestros llega a ser maestro o licenciado”, apunta.

El pueblo parece tener bien interiorizado ese argumento que otorga el mismo valor a todos sus habitantes, y que la señora Julieta Morones, madre del seleccionado nacional expresa en la frase: “Sí me siento muy contenta por él, pero para mí, todos mis hijos valen lo mismo”.

Todo esto parece encerrar un mismo significado: sí, Oribe, por las características del futbol, acapara todos los reflectores y sus proezas pueden ser admiradas por todos, pero eso no quiere decir que sea la única persona del ejido que puede lograr cosas importantes.

Su familia se enorgullece de él, al igual que de cada uno de sus habitantes, entre los que hay médicos, dentistas, veterinarios, maestros y diseñadores gráficos, así lo manifestaron sus tíos Gilberto, Juan, Candelario y Anastasio la noche del 30 de abril, fecha en que la familia Morones abrió las puertas de su casa para que Siglo Nuevo asistiera a disfrutar, junto a una parte de sus integrantes, el juego de ida de los cuartos de final contra las Águilas del América.

“La misma familia Peralta, tiene un grupo musical muy bueno, con muchos años de trayectoria”, comentan mientras observan el partido y comparten los burritos que se han preparado para la ocasión.

Para llegar a donde está, Oribe ha tenido que romper con muchos paradigmas, al igual que muchos profesionistas que provienen del medio rural, coinciden en señalar sus tíos. “A mí me tocó vivir la experiencia; por el hecho de ser de rancho, la gente cree que traes muchas deficiencias, sí nota uno cierta discriminación, pero les hemos demostrado que no es así”, platica su tío, Juan Morones Trejo, y añade que para hacer frente a esos señalamientos es necesario tener carácter férreo, pues quien no tiene bien fundamentados sus objetivos, puede desanimarse fácilmente.

En ese sentido, Candelario, confía en que el papel que está haciendo su sobrino servirá para mejorar la estima de la gente que a diario tiene que enfrentarse a ese tipo de situaciones que, no obstante los avances en materia de comunicación y servicios con que actualmente cuenta el ejido, siguen permeando en muchos ámbitos laborales.

“Como familia, Oribe es un orgullo muy grande, porque es alguien con quien compartiste sueños y metas, y ver que se ha convertido en un referente muy importante a nivel nacional o internacional futbolísticamente hablando, es muy especial”, dice por su parte, Juan Morones Ibarra, quien opina que el éxito de su primo es tan sólo un reflejo del espíritu de la comunidad.

“La gente de La Partida siempre se ha caracterizado por ser muy humilde, unida, trabajadora, honesta y esto de Oribe es una muestra de ello”, afirma para después agregar que “hay quienes han destacado en muchos otros aspectos, aunque no tienen el reflector como lo tiene un futbolista. Hay médicos, maestros, químicos, hay de todo”.

Lo mismo aplica para toda la región, “así como se dice, La Laguna venció al desierto; nos caracterizamos por eso, por luchar”, reflexiona, “lo que él hace en la cancha es una prueba de que hay más gente aquí que puede hacer las cosas y sobresalir, como él lo está haciendo”.

UN LAGUNERO EJEMPLAR

Es cierto: el esfuerzo, el espíritu de lucha, el trabajo y la entrega son cualidades que encabezan la escala de valores de la mayoría de los laguneros. La gente en la región se identifica con ellos y siempre espera que sus representantes les hagan honor.

La elección del mote de “Guerreros” por parte de Club Santos Laguna no pudo ser más acertada, dado que guarda cierta correspondencia con dichas características, y ha sido tan bien explotado en términos mercadológicos, que para una buena parte de la población ser lagunero, es ser guerrero.

“Somos guerreros porque nos levantamos todos los días temprano a buscar el sustento de la familia, y son pocos los que demuestran lo que sienten por el equipo en la cancha”, expresa José Luis Aguilera Canales, fanático del Santos y miembro de “La Komún”, una de las «hinchadas» que por más años ha seguido y apoyado al equipo de la Comarca.

Queda claro, entonces, que el futbol juega un papel importante en la conformación de la identidad lagunera y, en ese sentido, la afición no es condescendiente, en absoluto, con jugadores o técnicos que no demuestren ser verdaderos guerreros en el terreno de juego.

Los santistas no perdonan una derrota cuando no se ha peleado con honor y eso convierte a la plaza en una de las más difíciles de conquistar. Muchos son los jugadores que pueden pasar por ella, pero sólo aquellos que lo dan todo por el equipo se ganan un lugar especial en la memoria colectiva de la región. Figuras como Pedro Muñoz, Antonio Apud, Héctor Adomaitis, Héctor Altamirano, Rodrigo “El Pony Ruiz”, Jared Borgetti y Matías Vuoso, conforman esa estirpe a la que ahora hay que sumar el nombre de Peralta, originario de uno de los rincones del semidesierto lagunero.

“Oribe es un jugador fuera de serie. En este momento, es el único al que se le ven ansias y deseos, como si fuera el primer juego, de ganar y eso siempre se lo voy a agradecer: que luche por la camisa, como si fuera yo. Uno siempre trata de dar lo mejor por las cosas que quiere, en la familia, en el trabajo, y él siempre lo da todo”, declara José Luis Aguilera, y agrega que los logros del lagunero son significativos porque colocan el nombre de Torreón en el plano nacional e internacional. “Le ponen una estrella al municipio, al estado y a México”.

LLAMADO A SER EL HÉROE

Al igual que Oribe, Ana Gómez es originaria de la Comarca Lagunera, actualmente radica en la Ciudad de México, donde ha sido testigo de cómo su coterráneo ha ido ganando la simpatía de los defeños. “Por acá sí lo quieren mucho”, comenta al señalar que es común escuchar conversaciones en torno a “Oribazo”, ya sea en el microbús, en los tacos, en el mercadito o en el metro. “Y a mí, aunque no soy tan futbolera, la verdad me encanta presumirlo y decir: así se hacen las cosas en Torreón”.

Pocos son los futbolistas que, sin jugar en los equipos tradicionalmente populares del país, logran captar la atención de los capitalinos y, sin embargo, el “Hermoso” lo hizo, pero, ¿cómo fue? Obviamente, por una parte están los medios de comunicación, y los intereses económicos que se mueven junto con el futbol mexicano.

“Oribe es un símbolo: los periódicos lo utilizan como foto de portada en su página principal y esto es simbólico. Va generando expectativas y una serie de creencias en él. En páginas interiores, es muy recurrente su figura con un lenguaje corporal de pujanza, coraje y alegría, no de lo que no queremos ver, sino denotando la hazaña, conquista, euforia y a través de todo esto, nuestra subjetividad se va objetivando”, explica José Alfredo Morales Pérez, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila, quien desde 2008, analiza distintos aspectos relacionados al fenómeno del futbol en La Laguna.

En este contexto, está también ese otro factor al que el catedrático va dándole forma y que bien podría denominarse “la necesidad de un héroe”. Para comenzar, señala Morales Pérez, hay que situar la figura de Oribe en un contexto que se caracteriza por una serie de situaciones delicadas, en un país sumido en una crisis económica, de seguridad, de corrupción y gobernabilidad.

“No creemos ya en los políticos”, la corrupción permea en todos los niveles, “ayer fue Pemex, al rato Oceanográfica y sigue creciendo la lista de problemas que constantemente estamos tratando de reivindicar”, y ése es el momento en el que surge la figura del héroe.

En La tarea del héroe (Ediciones Destino, 2004), Fernando Savater postula que un héroe “es quien logra ejemplificar con su acción la virtud como fuerza y excelencia. [...] Aceptemos para seguir jugando que virtud es un comportamiento socialmente admirable en el que los hombres reconocen su ideal activo de dignidad y gloria”. Y es este concepto el que utiliza Alfredo Morales para afirmar que, dadas las condiciones que padece México, Oribe es un héroe de carne y hueso en el que encontramos cierto momento de reivindicación.

“Socialmente nos encarnamos en él y queremos ser reconocidos no solamente en México, sino en este mundial de futbol que se avecina ya”, asegura, no sin dejar de lado que esta búsqueda no es para nada nueva en nuestro país. “Ahorita es él, pero anteriormente uno de nuestro referentes nacionales fue, y tal vez lo sigue siendo, el “Chicharito” Hernández, pero antes de él fue otra figura idílica: Jared Borgetti. Y antes de él, habrán existido otros, y después vendrán más porque como seres humanos, necesitamos entidades que nos dignifiquen socialmente, que nos pongan el ejemplo y que nos ayuden a salir adelante”.

El fenómeno se traslada a otros deportes, donde Fernando Valenzuela, Lorena Ochoa y, más recientemente, los niños triqui, sirven como ejemplo, “e incluso a otros mundos como el cinematográfico, donde vemos a un Alfonso Cuarón que nos enorgullece, y nos enganchamos, nos subimos al carro de la fama, nos solidarizamos y decimos: es México el que ganó; ahí vamos representados todos”.

Añade, además, que el comportamiento no es exclusivo de México, sino que es muy marcado en los países en crisis. Argentina, por ejemplo, ha desarrollado una línea de idolatría hacia Maradona, pero en general, se puede decir que es parte del ser humano. Conforme a todo esto, el profesor acepta que el futbol es claramente una válvula de escape en muchas partes del mundo, pero lejos de condenarlo, considera que es útil y absolutamente necesario.

“Esa oportunidad de escapar a una realidad agobiante nos la debemos dar todos, nadie nos puede prohibir que tengamos una válvula de escape, todos tenemos una, algunos en el deporte, otros en las artes, en la cocina o el trabajo. Todos tenemos ese espacio de autorrealización que nos emociona y nos apasiona, y es positivo”.

LA MARCA ORIBE

En los empaques de pan, los póster de gimnasios, los comerciales de televisión, radio e Internet y has en la sopa. A su regreso de los Juegos Olímpicos 2012, con medalla en mano, Oribe tuvo la oportunidad de explotar su imagen en términos de mercadotecnia. El éxito de la campaña publicitaria de la marca Pepsi trajo como resultado ese nuevo apodo que ostenta de cara al mundial: “Hermoso”.

Además, a nivel local la figura del medallista fue aprovechada por Miguel Ángel Riquelme (actual presidente municipal de Torreón) en su campaña política rumbo a la alcaldía, en lo que fue una muestra de su potencial como marca. “Es un ícono, una prueba de que se pueden hacer las cosas con preparación, un ejemplo de vida saludable, en fin, una figura pública que tiene muchas dimensiones a todos los niveles sociales y sectoriales”, opina José Antonio Márquez González, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) de Torreón. “Como producto puede ser atractivo”, reconoce.

En tanto, para Luis Armando Álvarez de los Santos, director de Turismo y Comercio de Torreón, la participación de Oribe en el mundial es una oportunidad única para presumir al municipio y hacer crecer el turismo deportivo, que actualmente es uno de los apartados más atractivos. “El hecho de que estén pronunciando de dónde es originario cada vez que haga una buena jugada, que anote un gol o que se hable de él en los partidos previos, va a ser importante, nos va a ayudar a promocionar nuestra ciudad a nivel internacional”, vislumbra el funcionario.

Sus buenas expectativas están basadas en la experiencia con el equipo local. “Cuando Santos anda bien, nos beneficiamos todos ya que el equipo en sí es un factor muy importante para la detonación de turismo y derrama económica”. En este punto coincide también Antonio Márquez, quien ha sido testigo de las bondades que guarda para su gremio el hecho de que la ciudad sea sede de un equipo de futbol profesional.

“Tener un equipo origina que la gente salga, se divierta. Mucha gente se va al estadio y saliendo acude a nuestros restaurantes a seguir consumiendo”. El titular de la oficina de Turismo calcula que las ganancias de hoteles, restaurantes y otros negocios implicados en la cadena de consumo alimentada por el futbol en Torreón, se incrementan un 15 por ciento cada vez que juega Santos.

De acuerdo con todo esto, el mundial 2014 promete ser una gran oportunidad en términos comerciales para la región. “Con este tipo de eventos, nos vemos favorecidos todos”, apunta el presidente de la Canirac, “el solo hecho de que vaya la Selección al mundial ya es motivo para que la gente salga a ver los juegos”, y ni se diga de pensar que Oribe Peralta pudiera llegar a meter goles allá; es un factor que, desde luego, desatará la euforia en La Laguna.

YA SE VA TU LAGUNERO, NEGRA... ¡AL MUNDIAL!

Alfredo Morales indica que para La Laguna, el mundial que iniciará el próximo 12 de junio será sumamente especial, y aunque sabe que el futbol no deja de ser un juego colectivo, se atreve a afirmar que Brasil 2014 es el mundial de Oribe.

Si la Comarca entera se regocijó cuando Borgetti fue llamado para representar a México en Corea-Japón 2002, y aún más cuando anotó aquel memorable gol contra Italia, ¿cómo reaccionará ahora que un hijo propio, un futbolista nacido en este suelo, que ya ha demostrado ser capaz de grandes hazañas, acuda como la máxima figura de la Selección Nacional en un mundial?

Y yendo más allá, ¿qué se puede esperar de todo esto? Estas preguntas se pueden responder en muchos sentidos. Por una parte está el aspecto sociológico, donde, hay que decirlo, la participación de Oribe le devolverá a la región una parte de la dignidad que ha perdido a causa de la violencia y la corrupción en los últimos años, lo cual es motivo de celebración.

Por supuesto que el ambiente será diferente con respecto a ediciones pasadas. Es muy probable que el ánimo de los laguneros se desborde tanto en los hogares, como en las oficinas y los restaurantes. No será nada raro que las familias, empezando por la de Oribe, organicen jocosas convivencias.

“En casa de mi abuela hay un refrigerador donde se pega un cartel en el que todos los tíos y tías van anotando cosas que pueden llevar: guisos, tortillas y demás. Así se hizo el día de la final en las Olimpiadas, y yo creo que así será también durante el mundial”, comenta el primo de Oribe, Juan Morones Ibarra.

Por otra parte, está lo futbolístico. Tras las desilusiones que la Selección Nacional ha ido acumulando año con año, es comprensible que mucha gente haya dejado de soñar con un campeonato mundial. Los argumentos que justifican esta falta de esperanza van desde la aceptación de la baja calidad futbolística del país y la ausencia de un plan nacional encaminado hacia ese objetivo, hasta teorías de conspiración que involucran a los medios de comunicación e intereses económicos ocultos.

Los mexicanos no sueñan con levantar una copa, su anhelo, que más bien se ha transformado en una especie de obsesión, es jugar el quinto partido, y en el caso de los laguneros, quizá haya quienes se den por bien servidos con ver unas buenas anotaciones de su representante. “En la cuota de satisfacción social, tenemos la sensación de haber cumplido si nuestro coterráneo mete un gol aunque se pierda. Hay un grado de complacencia”, dice el sociólogo Alfredo Morales.

Pero cabe la posibilidad de que eso haya cambiado después de Londres 2012. “Cuando Oribe se va, que se despide de su familia, de su papá y de su mamá y dice: ‘ya me voy, voy a traer una medalla’, y yo, en calidad de broma, le digo: ‘hijo, pues necesita robársela porque México no la va a armar’, pero nos dio la sorpresa, como familia, como región y como país, nadie pensaba que fuera a llegar tan lejos, pero sí lo hizo”, relata su tío Gilberto Morones.

Morones Ibarra, por su parte, mantiene la esperanza de que algo grande pase, pero más allá de eso, considera que lo mejor que su primo ha dado, es el ejemplo de que existe una nueva generación de mexicanos que quiere quitarse ese estigma de «flojo» que se ha manejado por años, y transformar al país.

Más allá del quinto partido, de los triunfos, empates o derrotas, un punto cardinal del país, secuestrado en los últimos seis años por el estigma de la violencia, verá en el mundial de futbol que iniciará en unas semanas, una excusa para recordar un joven pasado de trabajo, esfuerzo y grandeza, a la sombra de un nombre escrito en la camisa de un uniforme de futbol con letras doradas por el sol lagunero “o. Peralta”.

Twitter: @gsi_k

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