Bueno fuera que una golondrina hiciera verano.
Como si se tratara de una acción extraordinaria, los medios mexicanos--en especial aquellos que simpatizan con el régimen- se volcaron en elogios sobre la persona del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Salir de sus oficinas por la tarde para entablar, en mangas de camisa y sin custodios, un diálogo con un multitud de estudiantes inconformes del Politécnico Nacional, le valió ser considerado el héroe de la semana.
No es para menos si consideramos que hoy en día los políticos mexicanos viven enclaustrados en sus oficinas, aislados de los problemas y muy lejos del contacto con la gente común y corriente.
Pasadas las campañas electorales, los funcionarios atienden, prácticamente en lo oscurito, los asuntos públicos en vez de afrontarlos con toda naturalidad en las colonias, en reuniones abiertas y en sus oficinas.
Intente usted hoy en día obtener una cita con algún funcionario sea municipal, estatal o federal y verá lo complicado que resulta, casi una misión imposible.
"El licenciado estará ocupado todo el día, pero le pasaré su recado para ver si lo puede atender", es la clásica respuesta en las oficinas de gobierno.
¿Y mañana, señorita, podrá recibirme?, rogará usted en un segundo intento. "Imposible señor, mañana el licenciado tiene reunión de gabinete todo el día y pasado mañana sale de viaje, usted sabe son las responsabilidades del cargo", concluirá la agobiada asistente que conoce al dedillo todo tipo de excusas.
Osorio en cambio tomó la decisión de dialogar para salir airoso a pesar de que las peticiones de los estudiantes no fueron satisfechas del todo.
Esta actitud contrastó con su negativa de recibir semanas atrás al gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, quien pidió el cese de tres delegados federal y cuestionó al gobierno federal por su desatención al derrame de químicos sobre el Río Sonora.
Si la apertura y disposición al diálogo de Osorio hacia los estudiantes abrazara a todo el gobierno federal, cuantos conflictos se evitarían y como avanzaría México en materia de civilidad y tolerancia.
Nos ahorraríamos casos como el de Tlatlaya que el intelectual Sergio Aguayo compara con el 2 de octubre de 1968. También se soslayarían matanzas como la de Iguala en donde murieron seis personas y desaparecieron 57 estudiantes.
Es cierto que hay riesgo de caer en populismo como en tiempos de Luis Echeverría cuando decisiones cruciales se tomaban en la banqueta o al calor de las protestas.
Vimos en una ocasión al presidente Echeverría enfrentar a una turba de campesinos enardecidos, sólo con verlo de frente se apaciguaron, pero nunca supimos si sus demandas fueron resueltas.
En Sonora un médico que llegó a gobernador solía atender personalmente -entre 6 y 7 de la mañana- a cuanta persona se acercaba a sus oficinas.
Como en un consultorio público, el doctor Samuel Ocaña escuchaba quejas, daba recomendaciones y firmaba acuerdos, cumplía al menos con su deber de servidor.
Hoy los tiempos han cambiado en México, los funcionarios no responden ni a los reporteros, tampoco atienden al pueblo y rara vez salen a dialogar con aquellos ciudadanos que por razones legítimas están molestos e inconformes.
Qué bueno fuera que la actitud mostrada este martes por Osorio Chong se convirtiera en una auténtica era de apertura, diálogo y respeto de los gobernantes hacia los mexicanos.
Ojalá una paloma hiciera verano, ya es hora.
APUNTES FINALES
Gustavo Madero vuelve a sorprender a sus propias huestes al renunciar a la presidencia del PAN para buscar una diputación por la vía plurinominal... Las dimisiones y reacomodos serán el pan de cada día ante los comicios de 2015, no olvidemos que los diputados federales que resulten electos podrán eternizarse, perdón podrán reelegirse a partir de 2018.
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