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Pacto integral

Civitas

LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Ante la crisis de gobernabilidad desatada en nuestro país tras los sucesos de Tlatlaya e Iguala, el presidente Enrique Peña Nieto anunció que convocaría a sociedad y partidos a la concertación de un Pacto por la Seguridad Publica.

Antes de concretar su propósito el Presidente salió a una gira internacional que incluye países del extremo oriente y Oceanía, quedando en el aire su ofrecimiento que provocó reacciones al respecto, que son una mezcla de escepticismo y buena voluntad.

De buena voluntad, porque lo normal es que la generalidad de los actores políticos apuesten a la estabilidad mediante el consenso, aunque no faltan los casos de excepción que prefieren la agudización de la crisis y el río revuelto, que ofrece ganancias a pescadores extremistas (Morena, anarquistas y guerrilleros).

De escepticismo, porque hasta los protagonistas más maduros ven con desconfianza a un Gobierno Federal que a principios del sexenio convocó al llamado Pacto por México, porque una vez logradas las reformas constitucionales y legales y tomada la foto conmemorativa, el sistema PRI gobierno se dedicó a reprimir a los pocos medios de comunicación que aún quedaban en el campo de la disidencia (Pedro Ferriz) y a golpear mediante espionaje político y linchamientos mediáticos a otras fuerzas que desde el Poder Legislativo (PAN y ala moderada del PRD), hicieron posibles tales reformas.

Prepotencia mostrada por el gobierno priista después de las reformas, tanto en casa como a nivel internacional, vino a confirmar la sentencia bíblica según la cual, "antes del quebranto la soberbia…" (Proverbios 16:18).

Desde luego que la seguridad pública es la parte más sensible de la problemática y para acometer su atención, es pertinente señalar que el error esencial de Peña Nieto en esta materia, estuvo en desmantelar la Secretaría de Seguridad Pública construida y profesionalizada a costa de grandes esfuerzos sociales y gubernamentales, durante los sexenios de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. La decisión del actual gobierno generó un vacío institucional que desde luego no ha sido llenado ni por la ocurrencia de politizar dicha función (Seguridad Pública) al ponerla bajo la férula de la Secretaría de Gobernación, ni por una gendarmería que aún está por verse.

Como todo gobierno descansa sobre un pacto social y político, Peña Nieto habrá de volver de su gira por Asia y a su regreso, la celebración del pacto seguirá siendo una necesidad, pero no de cualquier pacto ni para una foto cualquiera.

Requerimos un pacto integral y permanente, que además de incluir a todas las fuerzas políticas y sociales que apuesten a la estabilidad como base de un futuro posible, implique todos los temas relacionados con la gobernabilidad entre los que se encuentran: Volver al enfoque profesional y no político de la seguridad pública; fortalecer el sistema democrático, acabando con las estructuras clientelares y las elecciones priistas de estado, en los tres niveles de gobierno; cumplir con la transparencia y la rendición de cuentas; respetar el ejercicio cívico, como base de la democracia participativa; respetar la libertad de expresión, poniendo fin al chayote estructural, etcétera.

La agenda es muy amplia, porque exige la regeneración de instituciones carcomidas por arreglos inconfesables expresos o tácitos en lo oscuro y bajo la mesa e incluye la necesidad de incorporar al pacto a los gobernadores del PRI. Frente a crímenes impunes como los de Tlatlaya, Estado de México o de Allende, Coahuila, es imposible que haya una reconciliación del Gobierno Federal con la sociedad, mientras tales heridas permanezcan abiertas.

No es un secreto que el conflicto en Guerrero, inició con un reposicionamiento de las fuerzas políticas PRI y PRD en la entidad. Lo anterior indica que el Presidente tendrá que emprender la construcción del Pacto Integral empezando con su propio partido, que frente a los comicios federales de 2015 empieza a dar muestras de profundas divisiones que de no corregirse, plantean un pronóstico catastrófico para 2018, no sólo para el partido en el poder, sino para México en su conjunto.

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