Francisco cerrará este 2014 con una creciente resistencia interna ante su impulso renovador en la Iglesia, un gran consenso popular y una serie de reformas a las estructuras del Vaticano que aún le falta concretar. (ARCHIVO)
El Papa Francisco cerrará este 2014 con una creciente resistencia interna ante su impulso renovador en la Iglesia, un gran consenso popular y una serie de reformas a las estructuras del Vaticano que aún le falta concretar.
“Hay resistencia”, reveló el pontífice durante un coloquio con periodistas que sostuvo a su regreso del viaje apostólico a Turquía, en noviembre pasado.
El Papa reconoció además que “grupos conservadores” se oponen a las aperturas en la Iglesia Católica.
Aunque no fue mucho más allá, es público el desconcierto que en algunos sectores católicos producen, una y otra vez, las acciones de Jorge Mario Bergoglio.
En blogs y foros de corte tradicional no se ahorran críticas contra él, en algunos casos llegan a sugerir que se trata de un “Papa hereje”.
En contraparte, la popularidad de Francisco se mantiene alta. Por segundo año consecutivo la cifra de asistentes a sus actos en el Vaticano fue récord, superando los 5.9 millones de personas, más del doble de los 2.3 millones que congregó su antecesor Benedicto XVI en 2012.
Pero este alto nivel de consenso, que le permite mantenerse como uno de los líderes mundiales más apreciados, no le evita “malhumores” dentro y fuera del Vaticano.
El principal foco de las polémicas fue su convocatoria a una amplia discusión sobre la Iglesia y la familia en la sociedad moderna.
Un debate que comenzó de manera formal en febrero de 2014, cuando el Papa se reunió con cardenales de diversas partes del mundo a puertas cerradas y para exponer el tema convocó al purpurado alemán, Walter Kasper.
El también teólogo introdujo las discusiones con una larga ponencia en la cual, entre otras cosas, propuso un debate sobre la posibilidad de conceder la comunión a algunos católicos divorciados y vueltos a casar después de cumplir no pocos requisitos.
Aquella presentación fue considerada inaceptable por varios cardenales, quienes advirtieron que la misma iría en contra de la doctrina católica que contempla la indisolubilidad del matrimonio porque Jesús así lo estableció.
Durante varios meses tuvo lugar una intensa discusión mediática en la cual participaron purpurados con propuestas contradictorias y contrastantes sobre el tema; todo esto mientras se preparaba una asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos para octubre de 2014.
La cumbre, que reunió a más de 200 clérigos de los cinco continentes en el Vaticano durante dos semanas, fue convocada por el Papa justo para analizar los desafíos de la familia en el contexto actual.
No sólo el tema de la comunión a los divorciados encendió el debate, también otros asuntos como una actitud más misericordiosa y acogedora de la Iglesia hacia los homosexuales.
Francisco empujó un debate franco en el aula sinodal y al concluir la misma reconoció que las discusiones fueron muy ríspidas por algunos momentos, algo que también se notó a nivel de los medios de comunicación.
Con un Sínodo que parecía enviar hacia el exterior un mensaje de división y confrontación, el Papa aseguró que no le preocupaba las opiniones contrastantes, porque éstas demuestran la multiplicidad de carismas presentes en la Iglesia católica.
Aquel Sínodo de octubre no cerró un debate que todavía sigue abierto ya que está prevista para octubre de 2015 otra reunión similar que durará tres semanas y abordará de nuevo el tema de la familia, incluidos los aspectos delicados de divorciados y homosexuales.
Por ello, aún no hay ninguna decisión definitiva. El próximo Sínodo deberá aprobar por mayoría una serie de propuestas que serán turnadas al Papa, quien tendrá la última palabra y plasmará en un documento sus recomendaciones al respecto.
Otro de los grandes temas pendientes es la reforma a las estructuras del Vaticano, las cuales serán adelgazadas y modificadas para hacerlas más eficaces. De eso se ocupa un consejo de cardenales asesores de Francisco, conocido como el “C-9” por el número de sus integrantes.
En el año que concluye, el grupo se reunió unas cuatro veces, del 17 al 19 de febrero, del 28 al 30 de abril, del 1 al 4 de julio y del 9 al 11 de diciembre.
Pero, según previsiones del propio líder católico, la reforma radical que debe salir de este núcleo quizás no estará lista ni siquiera durante 2015, aunque ya se tienen diversos avances. La próxima sesión del consejo está prevista del 9 al 11 de febrero de 2015.
Por lo pronto, el pontífice ya dio pasos concretos en cuanto a la reforma. En febrero pasado creó el Consejo de Economía y la Secretaría de Economía, dos organismos que trabajan en una lenta transición para controlar toda la administración financiera de la Santa Sede, hasta ahora dividida en otras oficinas.
Mientras todo eso ocurría, el Papa decidió centrar gran parte de su tiempo en 2014 a sus actividades pastorales.
El 22 de febrero creó los primeros cardenales de su pontificado, unos 19, de los cuales 16 son menores de 80 años, y por lo tanto “electores” en un posible futuro cónclave.
El 27 de abril presidió la multitudinaria canonización de los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII, una ceremonia –en la Plaza de San Pedro- en la cual participó el Papa emérito Benedicto XVI.
En mayo, del 24 al 26, cumplió una visita apostólica a Medio Oriente, con etapas en Israel y Palestina. En agosto viajó a Corea del Sur, en septiembre a Albania y en noviembre primero a Estrasburgo (Francia) y luego a Turquía.
También recorrió algunas ciudades italianas como Cassano allo Ionio (21 de junio), Molise (5 de julio), Caserta (26 de julio) y al sagrario militar de Redipuglia en recuerdo de la Primera Guerra Mundial, ubicada en la norteña región de Friuli-Venezia-Giulia (13 de septiembre).
