“Pulmón”. Cuando se dio a conocer el proyecto del parque La Esperanza, se dijo que sería el mayor generador de oxígeno de La Laguna; con dos de tres etapas casi terminadas, aún no cumple ese propósito.
La primera etapa del parque La Esperanza se inauguró a inicios de mayo del año pasado, se abrió al público semanas después y hasta el pasado fin de semana no había bebederos instalados ni agua en los sanitarios, entre otras carencias.
El viernes, durante un encuentro estudiantil, niños y jóvenes se arremolinaban ante una toma de agua que está junto a la reja perimetral para beber, la única disponible para quienes acuden a este paseo público y tienen la necesidad de saciar la sed.
Los sanitarios no tienen agua corriente, por lo que de manera permanente hay un tanque lleno en la entrada y una cubeta a un lado, para que las personas que los pretenden usar tomen la precaución de llevársela. Como casi nadie lo hace, todos los baños estuvieron sucios ese día.
“Esto pasa siempre, regularmente no hay agua y no tenemos dónde lavarnos” , dice una de las madres de familia que asegura asistir al parque con frecuencia, mientras trata de asearse las manos en el agua del tanque, pues, aunque hay dos lavabos en el baño de mujeres ninguno sirve.
En junio de 2013, el entonces delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas del Estado en la región (Secope), Arturo Rodríguez -quien ahora es director de Obras Públicas en Lerdo dijo que los bebederos no estaban contemplados en la primera etapa, pero que ante la demanda de usuarios se incluirían en la segunda fase, en la que según dijo, se agregarían bancas y depósitos de basura.
La falta de agua en los sanitarios se atribuyó desde entonces a que apenas se instalaba una cisterna, por lo que empleados de la constructora tenían que cortar el agua si había necesidad de regar las áreas verdes.
A la fecha, las paredes están cubiertas de grafiti, no se han instalado los despachadores de jabón y el secador de manos no funciona.
POR ETAPAS
Una buena parte de los árboles que se plantaron en la primera fase ya se secaron, por lo que a casi un año de la apertura del parque aún no se puede disfrutar de espacios sombreados, salvo los que ofrecen las lonarias instaladas en las canchas.
Los trabajos de una segunda etapa se centran en la reconstrucción del inmueble que ocuparon las antiguas oficinas de la jabonera La Esperanza y que se convertirá en una biblioteca; el techo original fue sustituido por estructura metálica cubierta por una losa de concreto, y el muro de la parte trasera fue derribado.
A la par, se plantan algunos árboles que ya intentan sobrevivir a la falta de agua, pues dos o tres semanas después de que fueron colocados aún no se adaptan por completo al terreno.
Empleados de una de las constructoras señala que hace 15 días, uno de los muros de adobe que pretenden conservar por su valor patrimonial se vino abajo, “fue uno de esos días en que hizo mucho aire y se cayó”.
Ante el riesgo de que otro más se pierda, está apuntalado con vigas de madera. Por ser parte del patrimonio histórico, se tiene la idea de que dichos muros prevalezcan, aunque todavía no se sabe de qué forma. Tampoco se ha delimitado el terreno que ocupará el museo interactivo en una tercera etapa del proyecto, para la que se esperan recursos este año.
LEJOS DE SU PROPÓSITO
Para Ramón González, del Observatorio Ciudadano Gomezpalatino, el parque ecológico La Esperanza está muy lejos de cumplir el propósito para el que se creó: Ser el principal “pulmón” de la Comarca Lagunera.
El decreto de expropiación de los terrenos de la antigua jabonera La Esperanza, publicado en septiembre de 2011 establece que entonces, Gómez Palacio tenía 4.27 metros cuadrados de área verde por habitante, muy por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Con esto se sustentó la creación de un parque ecológico y recreativo en más de 75 mil 300 metros cuadrados. Con una primera etapa terminada y una segunda en desarrollo, aún no se tienen muestras de convertirse en el mayor generador de oxígeno, pese a que en el proyecto original se estableció que de los 21 mil metros cuadrados nueve mil se destinarían a las áreas verdes.
El museo interactivo, que no formó parte de esa propuesta original, sino que surgió tiempo después, ocupará otros cuatro mil metros cuadrados.
“En su tiempo propusimos que se buscara otro terreno para el museo, porque se tendrá que sacrificar el espacio de las áreas verdes”, según señala, además de cuestionar la pérdida de plantación porque no se le brinda la atención necesaria.
Deficiencias
El parque La Esperanza aún no cumple su propósito de convertirse en el principal "pulmón" de La Laguna.
⇒ Una parte de los árboles plantados en la primera etapa ya se secaron.
⇒ No se han atendido servicios básicos como los sanitarios.
⇒ Tampoco se ha definido el terreno en el que se construirá el museo interactivo, como parte de la tercera etapa.