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Peña Nieto al filo de la navaja

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

ENTRADA.- El jueves pasado el presidente Enrique Peña Nieto anunció al país su nueva política sobre seguridad. En su mensaje mencionó las medidas que tomará su gobierno para enfrentar la delincuencia organizada que ya logró infiltrarse al interior de varios gobiernos estatales muy principalmente en algunos municipios.

La percepción del imaginario colectivo hasta el día de hoy, es que el Gobierno Federal ha perdido el control físico y la gobernabilidad en algunos partes del territorios nacional, muy especialmente en Oaxaca, Guerrero y Michoacán.

SOPA.- En los tiempos que vivimos la problemática no es como era en el pasado de tipo económico y financiero. Los problemas revisten ahora raíces más profundas al interior de la sociedad. Yo opinaría que son inéditos para las nuevas generaciones y sus gobernantes. En el pasado inmediato no existían las redes sociales que ahora han asumido papel protagónico con relación a la manera como los mexicanos ahora se comunican entre sí.

Twiteros y Facebooks han hecho de las redes sociales una gigantesca bocina que a la velocidad de la luz, transmiten sus propios mensajes.

Esos mensajes, opiniones o comentarios (que no forzosamente pueden ser ciertos) van conformando una opinión colectiva mucho más poderosa que aquella que pudiera llegar a crear los medios informativos en su conjunto. Se da más credibilidad a un rumor, chisme o foto truqueada que transite redes, que a una noticia debidamente fundada publicada en los medios.

PLATO FUERTE.- Es en este terreno que el gobierno de Peña Nieto va perdiendo la partida. Es sabido que el desfogue natural de todo individuo inserto en una sociedad había sido únicamente vía conversaciones con amigos, familiares o vecinos.

Ahora los grupos sociedades publicitan sus quejas y desahogos en las redes sociales. Ahí descargan su adrenalina, rencor social, mala fe, sus protestas, su imaginación, su desconocimiento de la realidad, ignorancia, odios personales pero también su buena fe y bonhomía.

Ahí es donde Peña Nieto está perdiendo su imagen y su capital político. Sus funcionarios no han sabido contrarrestar los mensajes negativos en redes ni en medios. Ninguno de sus secretarios de estado se ha pronunciado públicamente para defender la política presidencial, menos para contrarrestar los señalamientos, muchos injustos, pero que lo dañan igualmente.

Los gobernadores correligionarios de su mismo partido tampoco han dicho nada y tienen más de un año bien calladitos. La verdad es que lo han dejado solo y a su suerte.

Por otra parte, sus asesores han demostrado una total incapacidad y nulo conocimiento en lo que a una política de comunicación se refiere en medios y redes, para instrumentar una política de la presidencia de la república en este tema.

También deberíamos de reconocer que Peña Nieto tampoco se ayuda a sí mismo. Se ha negado a escuchar el clamor de millones de mexicanos que piden la remoción de funcionarios que no le sirven, pero sí lo empinan; tampoco le ayudó el asunto de la "Casa Blanca" que toca un tema sumamente sensible para los mexicanos, como es el patrimonio o riqueza de su presidente, bástanos recordar la "Colina del Perro".

Y uno se preguntaría: ¿Qué mejor casa para vivir puede haber en este país que la residencia Oficial de los Pinos? ¿Para qué anda buscando otra en Las Lomas de Chapultepec? ¿Por qué razón la Primera Dama no se aboca única y exclusivamente a las tareas del DIF tan nobles y gratificantes, en lugar de andar publicitándose en la Revista Hola, u organizando fastuosas fiestas quinceañeras para una de sus hijas? ¿Qué necesidad hay de exhibirse y exponerse a la reprobación, irritación o envidia de millones de mexicanos? Nadie lo puede entender.

Tampoco le ayuda se permita a anarcolocos y terroristas golpeen impunemente policías, destruyan y quemen bienes públicos y privados. Tampoco le ayuda que a militares se les ponga en entredicho por su desempeño en tareas que no les corresponden y además se les procese. Tampoco ayuda que un juez haya decretado la libertad de 11 anarcolocos que quemaron la puerta de Palacio Nacional y golpearon policías ¡por falta de pruebas!

Así las cosas, por más que el Gobierno Federal haya detenido, consignado y procesado penalmente a 73 individuos involucrados en la desaparición de los 43 normalistas, la sociedad no da ningún reconocimiento favorable al Gobierno.

Por otra parte, las redes sociales, algunas ya bien infiltradas por el crimen organizado, siguen distorsionando la realidad y señalando al Gobierno Federal como único responsable de los crímenes en Guerrero, lo que es una verdadera estupidez. Bien se sabe que fueron los narcotraficantes de la goma quienes desaparecieron a los jóvenes al amparo y protección de un gobernador y un alcalde, miembros del crimen organizado.

Tan es así, que al día de hoy no se ha hecho un solo señalamiento en las redes sociales ni durante las múltiples marchas de protesta, en las que se señale al crimen organizado como el autor material del asesinato de los normalistas.

DIGESTIVO.- Peña Nieto tendrá que apretarse las narices y aplicar simplemente la lay, despedir funcionarios inútiles y retomar la dirección del país, porque como va ahora, podríasele deshacer en las manos.

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