Días propicios para darle cauces al dolor, a la indignación y a la ira por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, así como para redireccionar el debate de este tema de trascendencia vital, hacia sus causas, efectos, costos, correctivos y, claro, hacia los costos todavía mayores de no corregir a fondo las condiciones que nos trajeron a este punto.
Es de esperarse que la recuperación de la iniciativa del gobierno, con la propuesta que hará mañana jueves el Presidente de la República para reestructurar de raíz el sistema de justicia, finalmente permita abrir -más allá de delirios insurreccionales- vías civiles, transitables, de solución, sobre las cuales discutir y sobre las cuales decidir. Para ello es de esperarse también una intensa participación social, suficiente imaginación política y gran creatividad y espíritu innovador para lograr una eficaz reingeniería institucional.
El solo anuncio de que habrá esas propuestas empezó a cambiar el paisaje y el temario de los medios, tras varias semanas de degradación de la esfera pública y sus coros sin más sustancia que el oportunismo político y mediático; sin más propuesta que la eliminación de la escena pública del contrario; sin más apuesta que el descarrilamiento de la -de por sí, tradicionalmente débil- gestión de crisis del Estado mexicano. Y, por supuesto, en paralelo, alimentando todo lo anterior, con manifiestos vacíos, movimientos en zig-zag y dilaciones en la comunicación gubernamental.
Más allá de Cenicienta. Son previsibles los intentos por demeritar antes de su nacimiento esta nueva iniciativa. Hay quienes no se conforman con menos que con una particular lectura de Cenicienta y su fantasía tropicalizada de ver convertida en calabaza la silla presidencial, antes de la medianoche de este domingo. Pero más allá de este popular cuento de hadas, esta semana se han puesto en circulación otras importantes lecturas que le pueden dar racionalidad a la búsqueda de salidas a la crisis.
Desde luego, ni mandada hacer como herramienta para el análisis de las propuestas presidenciales de mañana, la compilación de José Ramón Cossío y Enrique Florescano que llega ahora a las librerías, hacia una nación de ciudadanos, editada por la colección Biblioteca Mexicana de Conaculta y el FCE, dirigida por el propio Florescano.
Aunque sus coordinadores y sus 20 autores empezaron a trabajar este libro en 2012, parecería escrito para este final de 2014. Se presenta como una "reflexión acerca de la circunstancia actual del país: la crisis del Estado de derecho" y de "la percepción de que las responsabilidades contraídas por el Estado para proteger la vida y la seguridad de la comunidad enfrentan desafíos inusitados y crecientemente regresivos".
Metrópolis y Mirreynato. En conversación con Florescano y Cossío, transmitida anoche en la 'Agenda pública en los libros' de Forotv, convinimos en el escollo que representa la desigualdad para arribar a la nación de ciudadanos. Aquí hay que agregar como alternativa a los Hermanos Grimm, a Thomas Piketty, con El capital en el siglo XXI, puesto el lunes pasado en librerías por el FCE para todo el mundo hispano. Y en un análisis de la condición de nuestro sistema de justicia, no resulta forzado establecer entre las causas de haber dejado a los municipios guerrerenses a merced de las bandas criminales, la brutal concentración de la riqueza en personas y regiones, que Piketty propone enfrentar con una decidida presencia del Estado.
Finalmente Planeta lanza esta semana Mirreynato, de Ricardo Raphael, sobre el régimen dominante de los mirreyes, ese esperpento de hijos de ricos que Ricardo documenta con didactismo de la mano de Piketty. Pero su alegoría del edificio México en el que en el penthouse habitan los ricos de los ricos y en el piso de abajo los pobres de los pobres me llevó más bien a Metrópolis, la ciudad destruida por los habitantes de los sótanos en la película de Fritz Lang de 1927, que ubica esta distopía en el ya cercano 2026.
(Director general del Fondo de Cultura Económica)
