Pinta. Tres murales se plasmarán en una de las casas utilizadas para el resguardo de armas.
Luis Daniel tiene once años, de los cuales cuatro vivió con temor y encerrado en su casa. La inseguridad que privaba en el poniente de la ciudad le impidió disfrutar de una "cascarita" con sus amigos o simplemente salir a caminar de un lado a otro. Ahora disfruta de correr y poder jugar futbol callejero.
A pintar
Él junto con otros menores dan nueva vida a una casa que anteriormente fue utilizada como punto de vigilancia y resguardo de armas en la colonia Torreón y Anexas, estampando en ella tres murales con mensajes a lo no violencia para el resto de los vecinos.
Sus obras artísticas abordarán los temas de: No violencia, música como expresión y un mundo de colores, los cuales surgieron de su imaginación junto con la del artista urbano, Israel Herrera Flores, y que estarán listos el próximo sábado. "Ellos son el presente, si ahorita no aprenden algo positivo, en el futuro no van hacerlo", dice Herrera.
Es sobre la avenida Madero de la citada colonia en donde más de una veintena de menores se dieron cita para participar en la pinta del mural, actividad que forma parte de la clausura del Curso de Verano que se llevó a cabo en el Centro Comunitario de la colonia Nuevo México, también "rescatado de las "garras" de la delincuencia que se vivía.
Brindan apoyo
Fue el Instituto Municipal de la Mujer, la Dirección de Prevención Social del Delito, entre otras dependencias municipales, que apoyadas por la Secretaría de Desarrollo Social en el Estado, ayudaron a los pequeños a superar su difícil experiencia proporcionándoles las herramientas necesarias para lograrlo.
Como el propio Luis Daniel, quien durante su "encierro", descubrió su gusto por el dibujo y que ahora plasma en el mural, que se pinta en la fachada y en la pared lateral del inmueble que actualmente se encuentra desocupado.
Invitan a regresar
Para Jorge Iván, de 12 años, quien también forma parte del grupo, esta obra es una forma de decirles a todas esas familias, que como él, decidieron dejar todo para refugiarse en otro sector más seguro, que regresen, que todo es mejor.
Y es que durante ocho meses, su familia decidió mudarse a un departamento en el Centro de la ciudad, en donde permanecieron durante meses. "Fue muy triste, pero ahora me siento de maravilla", dice el menor, quien hace semanas regresó a casa con la esperanza de no vivir algo igual.
Ahora que el curso terminó, se les dará seguimiento a más de un centenar de menores y adolescentes que acudieron al Centro Comunitario, todos los sábados con diversas actividades.