La Guerrilla en América Latina estableció un desafío y un gran alcance en las décadas de 1970 y 1980, extendiéndose como una banda de poderosas ramificaciones que vulneró la ley y la vigencia de los Derechos Humanos, provocando el surgimiento de las fuerzas armadas y riesgos para el equilibrio institucional de gobiernos y jefes de estado.
En el Perú el ascenso del General Juan Velasco Alvarado al poder, fue la consecuencia de una campaña militar contra guerrilleros rurales, en el Uruguay a la represión militar de los Tupamaros, al comenzar los años 70, siguió la toma del poder por parte de los militares, en 1973, el ejército tomó el poder en Brasil para combatir a las guerrillas urbanas marxistas, en Argentina la represión del Ejército Revolucionario del Pueblo y los Montoneros coincidió con el desplazamiento del gobierno civil en 1978.
En México en 1994 surgió en el Estado de Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, un movimiento defensor de los pueblos indígenas, con una "peculiar" manera de operar "bélicamente" de entrada, pidiendo condiciones de reivindicación políticas y económicas, a través de una especie de vocero encapuchado del que nada se sabía: El subcomandante Marcos, o Rafael Guillén.
---2---
Rafael Sebastián Guillén nació en Tampico, Tamaulipas el 19 de junio de 1957 según lo revelaría él mismo en una serie de comunicados desde la Selva Lacandona; hijo de un comerciante español, se graduó en Ciencias de la Comunicación en Guadalajara, posteriormente realizó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, desempeñándose como Profesor en la Unidad Xochimilco.
Su último comunicado fue una especie de despedida final, el emblema del EZLN y su pasamontañas ya no volverán a aparecer como voz de los indígenas. "el relevo del mando no se da por enfermedad o muerte ni por desplazamiento interno purga o depuración sino por cambios que se han producido en la guerrilla".
La realidad es que Marcos, revolucionariomarxista, admirador de las guerrillas urbanas, del Che Guevara, de la Revolución Cubana, ya no tenía razones para justificar su presencia a través de una especie de renacimiento de los pueblos indígenas bajo un individualismo mediático que parecía pesarle como una losa, enigmático, evasivo, fantasmal, el duende de la selva a la manera literaria de García Lorca, se niega a morir, debe ser terrible la muerte política, y él se acostumbró a los reflectores, nadie puede garantizarle su integridad si sale de la Selva Lacandona, destruye a Marcos, pero nos lega al Subcomandante Galeano, nombre que retoma en homenaje a José Luis Solís maestro zapatista asesinado en la Comunidad el Caracol por grupos paramilitares.
Como si en el país no tuviéramos ya peligrosos indicios de locura y pasiones a ultranza, desde la política, contrarios a los objetivos del desarrollo económico y social que señala la Constitución, y que deben conducirnos por otras rutas: las de la paz y la solidaridad internacional en el umbral del siglo XXI.