Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) presentó el informe del organismo para este año, en el que se observan cifras de verdad preocupantes para la región, de las cuales México no es la excepción, destacan las proyecciones de crecimiento con una alta heterogeneidad entre países debido a la evolución dispar de los principales socios comerciales de América Latina y el Caribe y a factores específicos de las economías nacionales.
El crecimiento de la región se situará en promedio en un 2.2 % a causa de la debilidad de la demanda externa, un bajo dinamismo de la demanda interna, insuficiente inversión y un limitado espacio para la implementación de políticas que impulsen la reactivación; en el informe se indica que la desaceleración económica observada en el último trimestre de 2013 se mantuvo en los primeros meses de 2014, con lo que la región anotará un crecimiento inferior al de 2013 (2.5 %).
Durante la presentación del documento, la secretaria ejecutiva destacó que el crecimiento en 2014 estará encabezado por Panamá con un alza en su PIB DE 6.7 %, le seguirá Bolivia 5.5 % Colombia, República Dominicana Ecuador y Nicaragua con expansiones de 5.5 % se espera que la región del Caribe mantenga un crecimiento de 4 %; México y Brasil mostrarán expansiones menores que las de 2013, lo mismo que Chile cuyas proyecciones no favorecen un crecimiento.
Sin embargo, llama la atención el caso de Argentina, cuyo crecimiento para la Cepal será de 0%, un resultado difícil para esta nación sudamericana. En este contexto, la economía argentina sigue afectada por resultados macroeconómicos negativos, persisten severos procesos inflacionarios, déficit fiscal y sobre todo dificultades para el pago de su deuda externa, tal vez el análisis no sólo sea económico, sino político, los presidentes Fernando de la Rúa, Carlos Saúl Menem, Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde trataron de establecer políticas para regresar a los argentinos a un mejor nivel de vida.
Los primeros 100 días de Raúl Alfonsín fueron de duras negociaciones con el Fondo Monetario Internacional como parte de la política exterior y el control de la inflación desde la política interior. Alfonsín aceptó en Nueva York un préstamo de mil millones de dólares para el pago de intereses atrasados, cantidad que se envió directamente a los acreedores y que comprometía al gobierno argentino a tomar medidas drásticas.
A la llegada del presidente de la Rúa imperaba el espíritu del "cortoplacismo", el Ministro de Economía tuvo una fijación muy especial por la coyuntura, aplicando políticas más allá de la ortodoxia financiera, llevando al pueblo argentino al enfrentamiento y al rechazo de estas medidas, que finalmente colocaron a la nación en una desventaja que parece no concluir.
La presidenta actual Cristina Fernández, ha tenido que actuar en momentos difíciles para la economía mundial, tomando decisiones que en sí mismas representan un reto por los propios resultados nacionales, pero que dan un respiro al intrincado andamiaje económico.
Argentina tiene en su pasado inmediato tres grandes cicatrices: el militarismo a la Leopoldo Galtieri, o Reynaldo Bignone, con su carga de retrocesos y durezas; la derrota militar de las Malvinas y la crisis financiera de la deuda externa.
