La eficacia de muchas instituciones en México está muerta y bien muerta; el actuar dentro de la política por lo menos frente a los hechos de Guerrero fue una forma de cinismo, desde el gobernador, presidente municipal, primera dama, policía, partidos, se exhiben como una paleontología de la fatuidad. La imagen de México en materia de Derechos Humanos ha quedado por los suelos.
Ayotzinapa está en la mente de muchos mexicanos, la gran mayoría ni siquiera se había percatado de su existencia, ¿cómo incluir en la agenda de atención a un grupo de estudiantes normalistas que llegados de varias regiones todas igualmente pobres soñaron en construir un incierto futuro?
Jóvenes que abandonaron familia, hogares, algunos situados en las regiones más apartadas de la sierra, hijos de campesinos acostumbrados a la pobreza y a la marginación, la Normal de Ayotzinapa como la gran mayoría de las Normales Rurales de México sobreviven en la confronta, el abandono de los Gobiernos se ha hecho manifiesto, instalaciones inapropiadas para dar albergue con mínima comodidad a quienes viven y estudian en sus edificios, planes de estudio que no corresponden a las exigencias de un mundo de competencias, ausencia de becas, maestros mal pagados, pero eso sí conciencia política, conciencia de clase.
Los jóvenes normalistas siempre protestaron, sus exigencias nunca ocuparon las primeras planas de los periódicos, su activismo los llevó a botear para obtener recursos y participar en la celebración del 2 de octubre, qué paradójico por la nube de azufre que les esperaba en el camino.
¿Cómo es posible entender tanta corrupción en el sistema político mexicano, la debilidad de la policía, y el actuar de ese cuasimodo disfrazado de presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Velázquez que se cobijó bajo la sombra de Partido de la Revolución Democrática?
Hoy su detención apenas inspira lástima y repugnancia, cuántas atrocidades tendrá que declarar aun en contra de su partido, pero fuera del impacto mediático, la detención de Abarca no es suficiente para acallar las voces de indignación de millones de mexicanos y la condena de organismos internacionales.
¿En dónde están los normalistas?, es la gran pregunta, pero ahora ha quedado al descubierto la vulnerabilidad del Sistema Político Mexicano, quién nos asegura que los sistemas de selección de los candidatos a puestos de elección popular esté a la altura del pueblo de México, cómo evitar que más delincuentes lleguen al poder postulados y apoyados por los partidos políticos.
Por lo pronto, sólo nos queda ser solidarios con el dolor de los padres de familia, con la impotencia de sus compañeros con la espera de quienes aún creen que puede brillar la justicia.