El destino de Nigeria que representa cerca de una quinta parte de la población de África Subsahariana, es incierto; en 1995 el Estado de Nigeria ejecutó a Kan Saro wiwua, Activista de los Derechos Humanos junto a otros ocho miembros de la comunidad ogoni; las ejecuciones fueron un signo de la violencia suscitada alrededor de la actividad petrolera en la región.
La economía de Nigeria gira en torno al Estado y éste controla los ingresos del petróleo que suponen el 95% de las exportaciones y el 80% de los ingresos del Gobierno, en 2008 esta importante riqueza sufrió una avería en el Oleoducto Trans-Niger, cubriendo la zona con una densa marea negra afectando los peces de los que depende el alimento y la subsistencia de la población.
La estructura del Estado está organizada en torno a los militares que han controlado el poder desde la independencia obtenida en 1960, su actuación ha sido más dictatorial que económica, la población del Delta del Niger vive sumida en la pobreza, según El Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la región vive en el abandono administrativo y la baja calidad de los servicios, en Nigeria existe una elevada tasa de desempleo, carecen de acceso a agua limpia, educación y salud así como degradación ambiental, las leyes internas todavía no ofrecen una protección plena a los Derechos Económicos, Sociales, Educativos y Culturales. El pasado 14 de abril las Milicias Radicales Islámicas secuestraron a más de 200 niñas en una Escuela de Chibok, las escolares quedaron en manos del Grupo Terrorista BokoHaram una secta religiosa que pretende la imposición del Islam por la fuerza, utilizando la violencia aterradora de las milicias talibanes y Al Qaeda.
Hora negra la que vive el gigante del Delta, nos escandalizamos ante la brutalidad de un acto de fuerza inhumana, sin consideraciones, sin piedad, precisamente lo que advertía un estudioso de la barbarie: Pareto, al citar que las dominaciones circulan sin cesar en tanto los pueblos ya establecidos y en cierta forma adormecidos en el ejercicio del poder y el goce de la riqueza, se convierten en "zorros", cargados de astucias e ideas, pero que han perdido la fuerza elemental de los primitivos "leones", es decir con la fuerza de sus garras con su instinto animal que mata y atropella sin remordimiento alguno bajo una especie de sentencia de la naturaleza.
Sin embargo en nuestro tiempo, la barbarie está absolutamente fuera de toda norma moral de civilización representada en una secta de rusticidad religiosa y política, que llame o no la atención del mundo, hay una causa por la cual vale la pena aniquilar su resurgimiento.
