De izq. a der: Dr. en Hist. Rodolfo Esparza Cárdenas, autor del texto; José León Robles de la Torre, homenajeado, y Renata Adriana Chapa González, directora de Cultura y Educación municipal. (Cortesía)
A don José León Robles de la Torre, lo conocí primero por sus libros: Torreón en las Letras Nacionales, publicado en 1986; y Cien Años de Presidentes Municipales de Torreón. El primero, estando yo en la Ciudad de México, con un cargo en la SEP, tuve la necesidad de buscar información relativa a Torreón y me encontré con la ficha en Internet, en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
El segundo, lo compré en una librería de viejos, en las calles de Donceles, lo regalé a un coahuilense radicado en el DF. Y digo lo regalé para quedar en paz, porque lo presté y no me fue devuelto. Por suerte, pude conseguir otro, el cual forma parte de mi biblioteca desde hace años, un libro cuyo contenido es un valioso referente, al grado que en la Biblioteca del Archivo Municipal, según registros, es el libro más consultado, reencuadernado en dos ocasiones, además de las muchas visitas al texto digitalizado que está en la página virtual.
Cuando años después, tuve la oportunidad y la fortuna inesperada de conocer personalmente a don José León Robles de la Torre, e ir descubriendo su trayectoria como escritor, confirmé lo que su solo nombre me había sugerido en aquellas ocasiones: que era la persona a quien, sin duda, el nombre le quedaba a la perfección. Porque si piensan en sus componentes, no hay una sola parte de él que no hablen de Fortaleza: José, al que Dios ha distinguido; León, el ícono ecuménico del valor, del poderío; Robles, portentoso ejemplar del reino vegetal, miles de veces utilizado en la poesía, en la heráldica, en la literatura para hacer alusión a la resistencia, a la dureza, a la longevidad; y por si fuera poco, De la Torre, resguardo inventado por hombre, nada menos que para defender y alargar la vida ante los embates de la guerra, y por extensión, contra los embates de cualquier índole. En este sentido, don José, es todavía un lanzador de saetas de palabras. Saetas que no matan, sino que recrean y reconfortan, que marcan rumbo, que dan ejemplo, aunque muchos no lo reconozcan o no lo sepan.
Y aquí lo tenemos, a punto de cumplir, en abril, 89 años de vida, de los cuales, el pasado 12 de marzo, cumplió 70, motivo hermoso que nos reúne, 70 años de estar produciendo escritura, quizá para contradecir, con la tenacidad que lo caracteriza, aquello de que las palabras se las lleva el viento, y dejar bastante claro que lo escrito compromete y da cuenta de lo que es uno, si es auténtico, como ha sido en este caso, hasta el punto de haberse ganado a pulso, en ese trayecto constructivo, la reverencia, del don, en su total acepción original, el tratamiento con que los demás le reconocemos, como uno de los grandes señores de la cultura escrita de Torreón, de La Laguna, de Coahuila, y desde luego, de Zacatecas, porque claro está, no iban a dejar los zacatecanos que nos apropiáramos de sus triunfos, así como así, máxime cuando fue la tierra que lo vio nacer, en Juanchorrey, Tepetongo, el cuarto mes de 1925.
Su formación en los seminarios de Zacatecas y Totatiche, Jalisco, transcurrida de 1940 al 44, dio bases fundamentales para su oficio: estudió ahí griego, historia patria, gramática latina y española, literatura; y adquirió, lo más valioso para todo creador, mucha disciplina y la paciencia necesaria para trascender. Luego, de 1945, año en que radica en Torreón, y hasta el año de 63, avanzará en derecho, inglés, formará familia y se convertirá en funcionario federal.
Paralelamente, aquel gusanillo por la poesía, primero de géneros en los que habría de andar amplias avenidas, desde aquella Revista Lux, de su coautoría con otros seminaristas, irá transformándose en mariposa multicolor, y luego en colibrí, que lo hará libar el néctar de las flores de la historia, de la numismática, de la genealogía, del periodismo cultural, donde solamente ha producido cerca de mil 700 artículos, ininterrumpidamente informados en los diarios locales y en el Internet. La Crónica.
Treinta y tres libros publicados, de los cuales casi una tercera parte son dedicados a la poesía, el resto, a los otros géneros ya señalados, publicaciones a base de gran esfuerzo y casi siempre a su propia costa. Pero hay otros 72 títulos inéditos, ¿por qué? Porque le ha tocado a don José León Robles de la Torre, compartir las carencias, las incomprensiones, los disimulos, la ignorancia, la descortesía, el infortunio que todavía corren muchos de los creadores de todos los ámbitos de las bellas artes y de la cultura en general, cuando se escatiman los recursos para apoyar su labor.