Reunión. John Kerry (izq), mantiene una reunión con la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.
Estados Unidos pidió a Europa ayer miércoles liberarse de una peligrosa dependencia del gas ruso, señalándole que es tiempo de mantenerse unidos y poner fin al uso que da el Kremlin a los suministros de energía como influencia política.
No se mencionó la renuencia de la Unión Europea a seguir precipitadamente a Washington hacia la extracción de gas de esquisto, que ha transformado el escenario de la energía global y ha convertido a Estados Unidos de importador a un exportador emergente. Ni su negativa a adoptar de nuevo por completo la energía nuclear luego del desastre en la planta de Fukushima en Japón.
Y aunque tratara de independizarse, a Europa le llevaría años desarrollar fuentes prometedoras de energía, como los depósitos de gas de esquisto en Ucrania y Polonia... y sin garantías de éxito.
La dependencia de Europa en Rusia para una tercera parte de sus necesidades energéticas ha colocado al Kremlin en una posición de poder, envalentonándolo mientras se movilizaba para anexar la península ucraniana de Crimea a territorio ruso el mes pasado, con poco más de una protesta diplomática y unas cuantas sanciones a cambio.
En su primera entrevista desde que huyó a Rusia, el derrocado presidente de Ucrania Víktor Yanukovych dijo ayer miércoles que estuvo "equivocado" al invitar a las tropas rusas a Crimea y prometió que tratará de persuadir a Rusia a regresar la disputada península en el Mar Negro.
Su salida y la subsecuente anexión de Crimea a Rusia agregaron una nueva urgencia a los llamados a Europa para diversificar su política energética.
"En realidad se reduce a esto: ningún país debería usar la energía para obstaculizar las aspiraciones de un pueblo", dijo el secretario de Estado norteamericano John Kerry en Bruselas.