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PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

El niño en la sociedad violenta; ¿en dónde inicia el bullying?

En torno a los acontecimientos de violencia entre niños y adolescentes se ha escrito mucho últimamente: En primer lugar la nota roja: La entrevista dramática al niño víctima o victimario, a los progenitores o maestros relacionados con un caso sonado; en segundo lugar vienen las opiniones un poco más de fondo: Peritos en psicología y educación, pensadores e intelectuales que aprovechan la coyuntura para aparecer en el círculo de los "expertos"; en tercer lugar están las propuestas y experiencias más o menos exitosas que, multiplicadas al por mayor, a fin de cuentas no son tomadas en serio; finalmente, una cuarta categoría: Los políticos y autoridades que guiados por quien sabe que oscuros intereses hacen declaraciones, toman decisiones y hacen "soluciones": Comités, pláticas educativas, capacitación para descubrir el problema, tratamiento. Sin embargo, no se ha hablado de la raíz: Hemos puesto nuestra infancia en medio de una sociedad violenta. Si no se actúa en las causas que provocan la violencia, de poco servirán las acciones a realizar.

Los cambios profundos que se manifiestan en la vida social contemporánea han puesto nuevas experiencias insertadas en el engranaje de la máquina social: Escuela, trabajo, salud, mujer, barrio, medios de comunicación, etc., provocando una corriente de cambios radicales, categorías opresoras que han hecho que los niños sean actores de la historia, aunque no puedan hablar todavía: Son los más débiles de todos, no obstante, son los más temidos y temibles. Son tan nobles que se dañan a sí mismos porque no quieren dañar a los verdaderos culpables, pero con ello están cuestionando toda una estructura cultural, por su carga de inédito y verdaderamente nuevo. Hay una violencia sutil que se esconde en las relaciones sociales: Una sociedad competitiva, egoísta, individualista, que sólo busca el placer, corrupta, injusta, llena de tensiones y crisis, repercute en los niños desde el momento de la concepción y en su desarrollo inicial que lo marca para toda su vida.

Al analizar el fenómeno de la violencia y la grave desatención a la compleja realidad del niño, la consecuencia directa es denunciar estos hechos con referencia precisa a la realidad histórico-política actual y proponer acciones esperanzadoras que sean el inicio de un camino de cambio, para hacer que los nuevos laguneros puedan llegar a ser sujetos de derecho y de cultura.

Ciertamente serán útiles todas las disciplinas para analizar la relación sociedad-niño: Instrumentos psicológicos, sociológicos, didácticos, políticos, jurídicos, pero dentro de una síntesis que los reúna e ilumine. Esto es sólo una provocación para el cambio a partir del peso de los hechos que los niños y adolescentes nos han manifestado, sobre todo con el fenómeno del bullying: El desconcertante potencial de violencia adulta, personal y estructural hacia el niño. En nuestra región Lagunera hemos olvidado crearles un espacio en donde expresen su mensaje original. Lo que sucede en los primeros años de vida es en gran parte irreversible: O hacemos ahora los cambios necesarios o no vendrá la solución, y los niños violentos serán adultos violentos, como ya lo son los adultos de ahora y lo es también la sociedad. Revisar el diálogo personal con el niño, su relación con las estructuras (familia, escuela, religión, salud, partidos, gobierno) y cómo cada una lo está afectando. No es tan difícil si lo vemos sinceramente y con ánimo de transformar en verdad lo que está provocando estas actitudes: Son evidentes los daños que provocan, programas televisivos, actitudes de gobierno y de partidos, leyes injustas, impunidad, cierta música, etc., y que por tanto exigen atención efectiva, recordando que en la máquina social se insertan y deciden por el cambio las libres decisiones voluntarias. Toca estar atentos a lo "nuevo" que viene y a lo viejo que debe examinar de modo atento y cuidadoso.

Esta sociedad se apoya en un consumismo simbolizado con el adornado costal de Santa Claus, pero que trae escondido en un doble fondo la violencia de la manipulación desde el inicio de la vida. Los niños están todos los días sonrientes en las pantallas; con voces alegres y frenéticas en la radio y similares, trasformados en cachorros del adulto, usados por la ideología del construido-consumible como carnadas para que caiga toda la familia en la trampa. El televisor funciona como anzuelo y el supermercado como la red. La violencia de la manipulación infantil, escondida en el costal de doble fondo, pasa la aduana de los que quieren proteger a los niños y deteriora todo en el consumo feroz e inútil del centro comercial donde todos se convierten en inconscientes y voraces, condenados masoquistamente a consumir y comprar, la ideología enmascarada que pasa por los procesos sociales, ocultado por las luces del bello costal, contrabandea violencia, con las cancioncitas comercialmente "infantiles" y en doble fondo del costal transporta niños víctimas de violencia. En la mano que lleva el costal rige siempre el autoritarismo que "manda" a comprar lo que está colgando en los anaqueles del "merkado".

Esta ideología ya pasa por las instituciones educativas y ha penetrado, transformado y hecho funcionar con este sistema la escuela y la familia. Las murallas que se erigían sólidas en el ámbito de la estructura familiar han caído y existe una familia siempre menos defendida por la herencia cultural, atacada por las exigencias de una realidad mutable y deformada de las relaciones de producción y de poder existentes en la sociedad. La escuela por su parte no está mejor de salud, reducida a supermercado de inútiles títulos de estudio y dependiente de una reforma que ha quedado mucho a deber.

El paso a la operatividad política es imperativo para la transformación de las interrelaciones entre las estructuras sociales y la práctica institucional fiel a los valores humanos que tiene a la familia como base y modelo. La política operaría para la eliminación de aquel doble fondo de violencia contra la infancia, signo y esencia de la manipulación del poder actual. Una política que no tiene en cuenta a los niños y no salva en ellos la herencia biológica y cultural no es una política de la esperanza. ¡Qué futuro tiene una democracia que olvida y no se ocupa de las propias semillas de sus miembros?

piensalepiensale@hotmail.com

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