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PIÉNSALE, PIÉNSALE

Educar para la paz

ARTURO MACÍAS PEDROZA

La educación para la paz se convierte en una ruta nueva que toda la sociedad en su conjunto requiere comprometerse a recorrer, comenzando por detenernos y para luego desandar el camino que nos trajo a esta situación dolorosa e insostenible, dejándonos al borde de un precipicio que amenaza con despeñarnos. Pero las inercias son fuertes; regresar sobre el camino ya hecho desanima a quien ya lo ha recorrido y está cansado; buscar nuevas rutas trae incertidumbres e interrogantes ante lo desconocido; el camino para la paz es largo, y más si hemos recorrido un largo camino en sentido contrario. Sin embargo, el lugar a donde hemos llegado no es nuestro destino último. El hombre no es un ser-para-la muerte, como hacen decir a Haidegger (Zum-Tode-Zein que es más bien estar a la muerte), sino para la comunión en la interpersonalidad. Construir la paz es pues todo un reto de rumbo nuevo que incluye modificar muchos factores; tantos como los que nos han conducido a la cultura de la muerte.

Educar es una palabra que en su acepción etimológica nos habla de conducir, llevar, acompañar; educar para la paz es promover actitudes de respeto hacia todas las personas, de compromiso con los semejantes y de responsabilidad para la resolución constructiva de conflictos. Es una forma particular de educar en valores y en una escala particular de valores. Cuando educamos, consciente o inconscientemente estamos transmitiéndolos. Supone enseñar y aprender a resolver los conflictos que están presentes de forma permanente en nuestra sociedad como manifestaciones de la diversidad de intereses y cosmovisiones empleando otros mecanismos. Educar conscientemente para la paz supone ayudar a construir unos valores y actitudes determinados, tales como justicia, libertad, cooperación, respeto, solidaridad, actitud crítica, el compromiso, la autonomía, el diálogo, la participación. Al mismo tiempo se cuestionan los valores que son contrarios a la paz como la discriminación, la intolerancia, la violencia, el etnocentrismo, la indiferencia, el conformismo. Así el camino hacia la paz que transita por los valores arriba mencionados, requiere un compromiso social desde todas las esferas generando políticas e intervenciones que lo refuercen. En las vísperas de los informes de los ayuntamientos de Gómez Palacio y Lerdo, habrá que ver si las acciones que se han realizado llevan este rumbo que lleve a la paz, prometido desde las candidaturas y proclamado como prioridad en ambas administraciones.

Pero la educación para la paz no se reduce a políticas de un gobierno trienal o sexenal, es una acción transversal que impregna todos los ámbitos de nuestra comunidad. No se trata sólo de sentarnos a ver qué han hecho los políticos en esta dirección, aunque no podemos eximirlos de su principal cometido y es necesario no sólo pedirles cuentas de sus acciones y del uso de los recursos en esta dirección, sino también participar con ellos y proponer políticas y acciones públicas, ya que no se trata tampoco de inhibir la iniciativa y el interés, pues la educación para la paz es desde y para la acción; para encauzar el espíritu combativo hacia la consecución de resultados útiles a la sociedad. Se trata de participar en la construcción de la paz; es un proceso permanente y por tanto se ha de recoger en los proyectos educativos, en los programas o intenciones de los agentes educativos no formales tal como los medios de comunicación, organismos no gubernamentales, administraciones locales, movimientos, asociaciones, familias, etc. (programar en esta dirección lo que se toca en la plaza, lo que se expone en los museos, lo que se publicita, lo que se programa en la tele… todo tiene que tomar un rumbo nuevo). Se trata de recuperar la idea de paz positiva; construir y potenciar en el proceso de aprendizaje unas relaciones fundamentadas en la paz, entre alumnos-padres-profesores; entre ciudadano y poder. De ahí la necesidad de afrontar los conflictos de forma no violenta.

¿Qué hay qué hacer? 1. Proporcionar situaciones que favorezcan la autoestima como base importante de las relaciones personales y sociales y las que favorezcan la comunicación y convivencia. 2. Participar en celebraciones y actos relacionados con la paz y solidaridad. 3. Crear climas democráticos en las aulas, centros y otros contextos de relación. 4. Fomentar la reflexión, el intercambio de opiniones y la argumentación como defensa. 5. Fomentar la comprensión de los puntos de vista de los otros. 6. Consensuar y difundir las normas de convivencia. 7. Fomentar el trabajo en grupo y los proyectos colectivos. 8. Utilizar técnicas de reflexión y desarrollo moral: Debates sobre experiencias, clarificación de valores, discusión de dilemas, resolución de conflictos.

No falta quien mire con desánimo y pesimismo los intentos por la justicia y la paz, basados en situaciones y argumentos que avalan ampliamente esa actitud: "Nos tienen con el pie en el cuello", "tienen la sartén por el mango", "nos va a ir peor", "ya lo intenté y no sirvió de nada", etc. Pero contamos con varias herramientas que invitan a continuar caminando comprometidos con la educación por la paz: Nuestro testimonio, la fuerza moral, la razón y la palabra. Los obispos del país en el documento "Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna" (México 1910) han propuesto varias maneras para manifestar este compromiso: PENSAMIENTOS DE PAZ: Crearlos y difundirlos por todos los medios (tecnologías, redes sociales, círculos de reflexión, participación con otros grupos…); SENTIMIENTOS DE PAZ: Indignarnos ante toda violencia, expresar amor a la paz impulsando el desarrollo humano integral, fomentando la reconciliación, el sentido de pertenencia…. GESTOS DE PAZ: Promoviendo la reconciliación social, la no-violencia en la vida civil y política, con estilo de vida austero y sencillo, desarrollando una cultura de la solidaridad…. LENGUAJE DE PAZ: Despojarse de expresiones bélicas, de la ironía, de la dureza de juicios, de la crítica irracional, de la agresión verbal.

El camino es duro, hemos caminado muy lejos en sentido contrario a la paz, pero el camino de retorno vale la pena y da sentido a nuestro peregrinar por esta vida.

piensalepiensale@hotmail.com

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