Los medios de comunicación social necesitan un diagnóstico fuerte de parte nuestra, para poder tomar conciencia de la influencia decisiva que tienen en el mundo actual. ¿Qué cualidades se requieren en los medios?
¿Cómo utilizarlos? ¿Qué criterios son los más convenientes para decidir sobre su recto uso? ¿Cuáles son los peligros y las ventajas de estas poderosas herramientas? ¿Cómo juzgar a los medios de comunicación masivos en su manera de presentarse a la sociedad? ¿En que están fallando? ¿Qué podemos hacer para controlarlos, contrarrestar sus peligros y potenciar sus ventajas? ¿Cómo evitar que sea un arma destructiva, de control o de explotación? Urge formarnos una conciencia crítica y una práctica coherente ante los medios de comunicación social.
La enajenación del hombre a causa de los medios de comunicación no es un mal necesario en la actualidad. No estamos fatalmente condenados a "tragarnos" el alimento mediático chatarra que daña nuestro espíritu, aún más que a nuestro cuerpo el "fast-food" y los refrescos embotellados. Podemos afrontar su uso con una conciencia bien formada, descubriendo lo que hay de bondad o maldad en ellos, controlando su uso, para que en vez de provocar injusticias colaboren a hacer de este mundo una gran familia en que se comparta lo que se tiene, de acuerdo a las necesidades de cada quien. La conciencia crítica ayudará a develar las falacias, eufemismos, engaños y medias verdades que imperan actualmente en los medios (con honrosas excepciones a nivel local) no sólo a causa de publicidad engañosa en el aspecto comercial, sino incluso en los mensajes en el área política y social que no carecen de torcidos propósitos y que son a nivel local, nacional e internacional. Podemos no sólo influir en ellos, no obstante su poder, sino incluso utilizarlos creativamente, produciendo materiales adecuados para el desarrollo de la humanidad.
Sabemos que entre las incompletas y amañadas reformas estructurales, una de las más importantes es la de telecomunicaciones, que promete mucho, pero no ha respondido a los intereses del bien común. Según la "Encuesta en Hogares sobre Disponibilidad y uso delas Tecnologías de la Información" (INEGI, 2010), el 94.7% tienen televisión, el 46.6% tienen teléfono fijo, más de la mitad de la población cuenta con celular, 29.8% cuentan con computadora, el 26.7% con televisión de paga, 22.2% tienen internet (6.3 millones de hogares), aunque en los 4 años que nos separan de la encuesta, los datos son aún mayores ya que, por ejemplo, en un año (de 2009 a 2010) aumentó 20.6% más el uso de internet.
Es prioridad aprender y enseñar a usar rectamente la televisión, ya que sigue siendo el mayor instrumento de entretenimiento y de difusión publicitaria que emplea el mercado para enriquecerse y alienar a la población. El internet ya no tendrá límites y una atenta mirada sobre los contenidos de este inmenso y poco profundo mar, será parte de las habilidades a desarrollar en la educación de chicos y grandes. El poder de los medios es tan grande que según predijo Marshal McLuhan (1911-1980) llegarían a ser la clave para la reconstrucción de la familia humana, o el medio de destrucción del mismo ser humano si no aprende a utilizarlos.
La interpretación de la realidad y los juicios de valor que se propagan por los medios, forman la cultura, definida como una conciencia y una manera colectiva de ser, sentir y pensar; Debido a esta importancia de los medios en la cultura, se hace urgente aplicar criterios que respondan a tan grave responsabilidad social, que gobierno y ciudadanos debemos vigilar. La desinformación y manipulación de la verdad de acuerdo a intereses particulares o de grupo y el fomento de antivalores e inmoralidad, desintegra el tejido social. La economía los utiliza con el exclusivo fin de ganar dinero, sin considerar al bien común. La política los usa para posicionarse en la popularidad sin importar proyecto alguno; la tele hace ganar al candidato y el candidato le concede concesiones y no la controla. El gobierno usa los medios para domesticar a las masas manipulando la información. Un ejemplo de ello está en el manejo que se está dando a la información con motivo de los asesinatos de seis normalistas de la Escuela Normal Rural, de los más de 40 estudiantes en Iguala, Guerrero y la crisis que está pasando el Instituto Politécnico Nacional. A nivel local es manifiesta la opacidad y la manipulación de información, a fin de distraer al pueblo de los problemas reales. En lo cultural imponen modas, lenguajes, gustos, costumbres, modelos, ídolos. Al estar la mayoría en manos de capitalistas sin escrúpulos, hipócritamente difunden antivalores.
Juan Pablo II decía (Familiaris Consortio n. 76): "Los instrumentos de comunicación social inciden profundamente… pueden ejercer un influjo benéfico en la vida y las costumbres de la familia y en la educación de los hijos. Pero al mismo tiempo esconden también insidias y peligros no insignificantes. Y podrían convertirse en vehículo hábil y manipulado… de ideologías disgregadoras y de visiones deformadas de la vida, de la familia, de la religión de la moralidad, y que no respetan la verdadera dignidad y el destino del hombre". Pero no sólo recomienda el uso moderado, crítico, vigilante y prudente de los medios y la educación de la conciencia de los hijos, sino además invita a influir en la elección y preparación de los programas, manteniéndose en contacto con los productores y demás responsables, para rechazar, aceptar y proponer los programas más aptos. Si defendemos nuestra familia de un animal ponzoñoso o de un perro rabioso, con la misma valentía y responsabilidad estamos obligados a evitar todo lo que pueda dañar a la familia en su existencia, en su estabilidad, en su equilibrio y en su felicidad.
Si queremos el bien de la persona humana necesitamos trabajar unidos gobierno, medios y sociedad, y contar con la buena voluntad, rectitud y sentido de responsabilidad de los profesionales de los mass media.
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