La corrupción y el nuevo reglamento de Tránsito
La nueva reglamentación sobre tránsito y movilidad iniciada en este mes de noviembre en toda la región Lagunera, está mezclándose peligrosamente con otros elementos que, como una bomba molotov...
... que es la conocida botella de cristal con gasolina y aceite de motor y un trapo, puede iniciar un incendio. El propósito de este artefacto de fabricación casera es la expansión de líquidos inflamables. También en nuestra región se está extendiendo el fuego de la lucha contra la corrupción haciendo eco la los acontecimientos nacionales que claman justicia, democracia y transparencia.
Esta tensión nacional toma características especiales en el aspecto del transporte de nuestra región. Los "gasolinazos" han afectado a toda la población y no sólo a los que utilizan vehículos de motor, creando un descontento generalizado que, aunado a la nueva reglamentación de tránsito está haciendo más lento, caro e inseguro el transporte que ya de por sí cuenta con muchas deficiencias. A ello se unen las especulaciones sobre el transporte regional que había prometido el presidente de la República, pero que está siendo detenido por intereses particulares, políticos y de grupos (sindicatos, concesionarios, autoridades…), que están buscando sacar tajada del pastel, pero sin mostrar el más mínimo interés por aliviar este grave problema y que requiere pronta solución. Para colmo las lluvias de estos últimos días mostraron las deficiencias de una infraestructura vial. El espíritu se maravilla al contemplar las condiciones de los transportes en otras regiones del país y del mundo. Las obras realizadas en las capitales de Durango y Coahuila son muy diferentes a las de nuestra región. La corrupción provoca no sólo retrasos de tiempo, sino incluso la muerte.
En medio de esta lucha nacional contra la corrupción política que ha llevado a dramas como el que se ha vivido no sólo en el estado de Guerrero, sino en todo el país y que en nuestra región ha golpeado con particular fuerza, es necesario que la regeneración nacional tome esta coyuntura como una oportunidad de una verdadera transformación. Tal vez por el temor a quedar al descubierto algunos movimientos turbios, se suspendió la licitación que ya se había otorgado para la construcción del tren rápido a Querétaro, por parte del presidente Peña Nieto.
La exigencia de normas viales por parte de la autoridad no está mal, si en verdad se buscara mejorar las condiciones y promover la seguridad; pero cuando se tiene la impresión de que todo esto es hecho por puro interés recaudatorio, y que además no trae consigo la renovación de toda una mentalidad y la superación de muchas deficiencias, entonces despierta un descontento en la población que, motivada por el ambiente de exigencia nacional, no será tan benévola a la hora que sufra las consecuencias de una aplicación de reglamentos en forma arbitraria y sin dar las condiciones que le permitan esas exigencias: Transporte urbano digno, rápido y cómodo, señalización adecuada, transparencia y eficiencia en el uso de los recursos, concesiones para el bien de la ciudadanía y no para intereses particulares o de grupo, aplicación pareja de cobros, impuestos, requisitos y documentos, calles sin baches, agentes y personal capacitados y con actitud de servicio… Es grande la lista de exigencias que se deben cumplir por parte de las autoridades encargadas de esta área; incluso más que las que tiene el nuevo reglamento que, por supuesto, debemos conocer y cumplir los ciudadanos. La circulación se ha convertido en uno de los problemas más preocupantes y complejos, pero puede ser la prueba de fuego para superar muchas deficiencias de corrupción por parte de ciudadanía y servidores públicos; es un escenario adecuado para descubrir si verdaderamente queremos transformar una situación que pide participar una nueva actitud de parte de unos y otros. Es una oportunidad de participación ciudadana y renovación política.
Están en juego diversos problemas de orden técnico, económico, de sanidad, ecológico y, por tanto, de ámbito político, sindical, social y moral. Está en juego vidas por los accidentes que ocasiona y la contaminación atmosférica que provoca, la circulación especial de cuatro municipios laguneros está en crisis y pone a prueba la capacidad de todos. Tendrán que superarse las dificultades a nivel de industria privada, política gubernativa, legislación y, en definitiva, muchos aspectos de la vida civil moderna. Es necesario pues encontrar remedios decisivos en diversos aspectos y poner en movimiento no sólo una bicicleta, taxi, autobús o carro, sino todo un proceso de renovación y transformación que le urge al país y a La Laguna; una educación nueva que sitúe en primer plano al hombre en las relaciones institucionales, de gobierno y de grupos, que haga factible para todos, el tránsito digno de convivencia humana "de Torreón a Lerdo", como nos recuerda la canción de ese tranvía histórico.
La aplicación de nuevas reglas no se reduce a un reglamento de tránsito, pero puede ser el inicio de superación de egoísmos en pos del bien común. Es hipócrita aplicar multas viales cuando no existen dispositivos legales para luchar contra la corrupción de los actores de la política. La ley y los mecanismos de vigilancia deberían hacer desaparecer las causas permanentes de conflicto entre intereses privados y el bien común. Esta bomba molotov de la que se hablaba al principio, puede convertirse entonces en la impulsora del fuego necesario para quemar la podredumbre de la corrupción.
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