Gómez Palacio y Lerdo Violencia Gómez Palacio Buen Fin Gómez Palacio

PIÉNSALE, PIÉNSALE

Navidad y Política

ARTURO MACÍAS PEDROZA

La Navidad y la corrupción son incompatibles. Las reformas que el país necesita en materia de transparencia, rendición de cuentas, impartición de justicia y distribución de los recursos han sido pospuestas para después de las fiestas decembrinas por parte de nuestros legisladores (como si no fueran urgentes), tal vez esperando que se reduzca el fuego que se ha encendido en todo el país por los acontecimientos del estado de Guerrero, pero que no son sólo de ahí. La estrategia de dejar que bajen los ánimos ha sido siempre muy efectiva, la Navidad con todo lo que la rodea podría ser un buen distractor en otras circunstancias, pero ahora la Navidad puede experimentarse en forma diversa por varios factores que pueden ser incluso contrarios a lo que podría esperarse.

Estamos en un momento crucial para el país, en el que las mentiras se han ido derrumbando, y un sistema de engaños y simulaciones ya no da para más y tenemos la oportunidad de justicia, de reconciliación y de paz. Esta navidad tendrá a muchos desempleados enojados por la situación económica. Para los afortunados con trabajo, Al comparar lo gastado en navidades anteriores sacará conclusiones que exacerbarán aún más los ánimos; la crisis económica se ha reflejado de varias formas en el poder adquisitivo del pueblo. Además sentirá la ofensiva diferencia entre su sueldo y los sueldos estratosféricos de funcionarios, y de gastos suntuosos, ineficientes y superfluos del gobierno. Un padre que no puede dar a sus hijos algo en esta Navidad se sentirá agraviado y buscará culpables. Los "regalitos navideños" del gobierno a las clases necesitadas son sólo paliativos insuficientes. El niño pobre y perseguido del pesebre traerá este año a la memoria colectiva los 43 hijos desaparecidos, como signo de muchos miles más; hemos sentido como nuestro el dolor de esas madres.

México está en el umbral de una transformación moral en el aspecto político que no puede postergarse más. Los cambios de época están exigiendo a la clase política una nueva moralidad y una estructura política nueva. Hay presiones fuertes para ello por parte de muchos políticos que han tomado conciencia de la nueva situación, aunque siguen atrapados en la inercia de tantos años, en el conflicto de intereses creados y en estructuras que no han cambiado. No podemos esperar, sin embargo, que esta transformación se haga sin la participación de toda la sociedad. "Perro no come perro"; los cambios anticorrupción no podrán darse por quienes están beneficiándose de ella, pero tampoco se dará sin la transformación política de la misma comunidad, en sus maneras de ejercer y participar en ella. Las grandes transformaciones sociales, los grandes cambios económicos, usualmente implican cambios de hábitos personales como públicos. Por eso México experimente presiones tan fuertes para una profunda transformación en la moral pública y privada. La población y los políticos aún se resisten a esa transformación, no están acostumbrados. Pero esperamos que el niño Dios nos traiga una nueva generación de políticos y de ciudadanos partícipes en la política; ambos, propiciarán esa transformación moral derivada de este cambio social profundo que vivimos. Las presiones de transformación de la moral pública a nivel social las están sintiendo la clase política y las estructuras públicas, pero también hay que presionar a nivel sindical, empresarial, vida profesional, educativo y de organizaciones populares. México pide hoy moralidad en la política, contra una larga tradición de corrupción, simplemente para continuar siendo.

La postura crítica actual respecto del poder político desenmascara y fustiga sin piedad el abuso del poder, la explotación y la opresión de los pobres y de los débiles. Los conceptos clásicos que impregnan estos días toman una matiz diverso a causa de la coyuntura actual: "Rey de justicia y de Paz", "defensor de los pobres", "Salvador", "triunfador del mal y de las tinieblas", "santos inocentes, "feliz y próspero año nuevo", "adoración de los reyes magos", etc. dejan su sentido espiritual a un segundo término para convertirse en categorías políticas. Si Jesús hubiera hablado sólo de la salvación de las almas, los jefes de Israel y las autoridades romanan le habrían dejado en paz. Pero desde su nacimiento se sintieron amenazados; durante su vida condenó el abuso del poder político y religioso. Esta Navidad puede, pues, darle profundidad y motivación a las inquietudes de una sociedad que ha descubierto no sólo los errores del gobierno sino los suyos propios, que han fomentado la violencia y la corrupción. Las causas profundas de la falta de paz se descubren en el alejamiento de Dios y por tanto el Emmanuel (Dios con nosotros) es la respuesta que trae la paz.

Los nuevos caminos tomados por la Iglesia de Gómez Palacio, haciendo eco a las acciones del episcopado nacional en favor de la paz, y concretando el plan diocesano en acciones de justicia, paz, verdad, vida, gracia y amor (reino de de Dios), son una señal significativa de esperanza. La cercanía que ha mostrado el Papa Francisco al conflicto en México es también un factor importante que también está motivando al cambio. Los cristianos no son anarquistas ni se sustraen a sus responsabilidades políticas. Pero en la medida en que permanezcan fieles a su fe, jamás serán súbditos cómodos para dictadores y gobernantes imperialista y belicosos. ¿En esta Navidad podremos captar los signos de los tiempos para responder a nuestra responsabilidad política?

piensalepiensale@hotmail.com

Leer más de Gómez Palacio y Lerdo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio y Lerdo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1069847

elsiglo.mx