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PIÉNSALE, PIÉNSALE

¿Es que Cristo está dividido?

'Al fallar estas instituciones (de seguridad) el pueblo desesperado creó nueva autodefensa... El pueblo está exigiendo al gobierno que primero agarren y desarmen al crimen organizado'.

'Al fallar estas instituciones (de seguridad) el pueblo desesperado creó nueva autodefensa... El pueblo está exigiendo al gobierno que primero agarren y desarmen al crimen organizado'.

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Los primeros 17 versículos de la primera carta a los Corintios nos invita a caer a la cuenta de que "la búsqueda de la unidad entre los cristianos no es un lujo, sino una urgencia de la que, hoy más que nunca, no podemos sustraernos" (Papa Francisco). En la semana de oración por la unidad de los cristianos, es necesario comprometernos a trabajar por la reconciliación para responder a la gran necesidad de esperanza de paz y de unidad.

Los hechos recientes de este nuevo año 2014 han llenado de indignación a nuestro pueblo al cerciorarse de que ni los políticos ni el gobierno dan muestras de querer solucionar el problema de la violencia. En lugar de buscar a los criminales que dañan a la comunidad se desarman a las autodefensas agrediendo a la gente indefensa. La democracia es etimológicamente el gobierno del pueblo y no debería haber división entre unos y otros. Somos un solo pueblo y las instituciones armadas no son, sino la manera organizada de la sociedad de defenderse. Al fallar estas instituciones el pueblo desesperado creó nueva autodefensa. El pueblo está exigiendo al gobierno que primero agarren y desarmen al crimen organizado. El Ejército y el gobierno han caído en el descrédito porque en lugar de perseguir a los criminales han agredido a las personas que se defienden de ellos. ¿No han comprendido que estamos en un "Estado de necesidad"? La primera obligación del estado es dar seguridad.

Es tiempo de terminar las divisiones escandalosas (pueblo-autoridades, cristianos-católicos) para dar paso a la comunión. Alguien debe consolar a las víctimas, pero también alguien debe frenar a la máquina que asesina (Dietrich Bonfhoeffer). La gente espera una acción más eficaz del Estado en contra de los que están provocando este caos de violencia absurda y fratricida. Es falsa la aparente armonía que vive una comunidad bajo el artificio de la indiferencia, la distancia o el fortuito equilibrio de fuerzas opuestas. La paz no puede ser una fachada que esconda luchas y divisiones. Por el contrario, es un trabajo artesanal y cotidiano, que requiere de todos: Todos tenemos que ser constructores de la paz en México: La sociedad civil, el Estado, distintas iglesias y credos, particularmente educadores y padres de familia. La situación parece superarnos. Los esfuerzos son desiguales y la realidad multidimensional y multifactorial nos desafía. El hombre necesita amor y fraternidad para ser verdaderamente dichoso, para ser un verdadero hombre. Aunque la diferencia sí importa, hoy la urgencia es unirnos en este esfuerzo por la paz para visualizar y generar alianzas que permitan detener la violencia, aliviar el dolor de las víctimas directas y de sus comunidades; iniciar el proceso de perdón y reconciliación, y erradicar todos aquellos factores que imposibilitan las condiciones adecuadas para el desarrollo integral de hombres y mujeres. A final de cuentas, ésas son las principales causas de las discordias humanas. La paz hoy no es sólo un trabajo de algunos. Se trata, pues de una labor artesanal por la paz en donde se deben combatir no sólo las visiones distorsionadas por nuestra debilidad humana, la falta de educación o la deficiente evangelización, sino particularmente por la realidad de injusticia y desigualdad social que prevalece en el país y detona la violencia. Sí, implica atacar los problemas de consumo y producción de drogas, el lavado de dinero, la especulación financiera, el tráfico de vidas humanas, la prostitución, el abuso de menores, la esclavitud, la explotación laboral, la devastación de los recursos naturales y la contaminación que vive el país, pero solucionando también el fondo del origen de esos males. El Estado y la sociedad deben trabajar para brindar las condiciones necesarias para ofrecer el bien común a "cada uno" de nosotros. Incluso los más favorecidos tienen la responsabilidad por hacer que se logre el estado de cosas que propician el bien común. Así, el que más tiene debe ayudar al desprotegido; la sociedad, a través del Estado, compensar las relaciones defectuosas entre débiles y fuertes, y todos juntos promover un mundo más humano donde cada quien tengamos algo que dar. Lo que llamamos solidaridad, justicia social y caridad universal.

Necesitamos de todos: De los distintos agentes de pastoral social de la diócesis de Gómez Palacio y de sus 38 parroquias, del católico comprometido, como de los no creyentes y devotos de otros credos, pero particularmente de aquellos que han adquirido un compromiso con la sociedad mexicana ocupando puestos al servicio de su comunidad o de representación popular. Proponemos abandonar el silencio indiferente y abrazarnos a una actitud propositiva y creativa, con acciones concretas en cada uno de nuestros ámbitos que permitan la transformación de las instituciones y personas. Tenemos claro que la paz no es cosa de discursos, sino de testimonio.

El poder actualmente cambia de líderes. Los de ahora son generalmente incapaces de manejar problemas de seguridad y las perspectivas honestamente no han mejorado. La división creada pueblo-gobierno, hace que los intentos de uno o de otro sean criticados mutuamente en vez de sentirse ambos parte de una misma sociedad. Los gobiernos se suceden y se asemejan demasiado en su voluntad de gustar a cualquier precio a su majestad la opinión pública, en la obsesión constante que es ganar las próximas elecciones. La tardanza en las decisiones difíciles que no son tomadas hasta que el mal está hecho, hace que los ciudadanos constaten, entre lágrimas, que su bella Comarca Lagunera no es más que un campo en ruinas. En cambio, las decisiones que hayan sido técnicamente tomadas a tiempo, es decir, muy pronto políticamente, porque aparecerían malas y criticables por incomprendidas de parte del ciudadano-elector, se convierten en acciones inspiradas y valientes a los ojos de quienes al fin han comprendido en que consiste el interés verdadero por la sociedad sintiéndose parte de ella. Esperamos que el tiempo de los responsables políticos "veletas" finalmente, haya evolucionado y que nuestros hombre y mujeres políticos sepan finalmente mantener el interés por el bien común y no variar a capricho de los vientos de elecciones, encuestas, o medios de comunicación.

El contraataque en el que interviene hoy el gobierno en el frente de la inseguridad nos parce tardío y poco serio, y muchos indicios van en ese sentido. Pero no podemos criticar estas incoherencias si también nosotros, al invocar el nombre de Cristo levantamos muros a nuestro alrededor, porque su nombre crea comunión y unidad, no divisiones. ¿Es que Cristo está dividido? Recuperar la armonía pensando y sintiendo lo mismo incluye dar gracias por los dones que otros fuera de nuestro grupo aportan a la misión común con respeto hacia una auténtica diversidad de adoración y de vida. La urgencia de la tarea minimiza las diferencias y nos lanza unidos a dar el mensaje común ante la pobreza, la justica social y la violencia.

piensalepiensale@hotmail.com

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