El Gobierno Paternalista ve por los ciudadanos y su bienestar, mientras que el Gobierno Tirano pretende controlar, pero el límite entre dos actitudes en muy frágil.
Nacido prácticamente con el hombre, el paternalismocomo palabra se origina a finales del siglo XIX,(del Inglés paternalism) por la toma de conciencia y la necesidad de expresar los equívocos propios de la dependencia posesiva y la búsqueda de emancipación a nivel sociopolítico, que después coincide con la emancipación a nivel doméstico, ampliándose al ámbito del trabajo la familia y la psicología.
Iniciado contra el absolutismo monárquico y la teorización de la razón de los estados autoritarios del siglo XIX, por desgracia aún se resiste a morir entre nosotros. Definimos el paternalismo político como un tipo de gobierno autoritario que, empero, ha perdido, al menos en la fachada y a veces también en la realidad las connotaciones opresivas para revestirse de benevolencia; un gobierno que muestra perseguir no sólo los intereses económicos o dinásticos, sino incluso podría buscar el bien de los súbditos que, a pesar de todo, siguen siendo tales y no son llamados a ninguna corresponsabilidad política. Es mantener al pueblo dependiente, sin concederle una madurez política, y mucho menos propiciarla o promoverla o hasta llegar a reprimirla. "calladitos se ven más bonitos". "El que se mueve no sale en la foto", "flojito y cooperando..."
De esta suerte tenemos, en el mejor de los casos, un régimen de bonachonería, pero que es el gestor único de los asuntos públicos; tenemos al "rey por derecho divino que no puede ponerse a la par con sus súbditos porque no es como ellos": se halla a un nivel, casi diríamos ontológicamente, diverso: Es "el ungido", "el bueno…" A veces, podría ser realmente bueno, pero con conciencia de tener que guiar, con mano benévola, pero firme y por sí solo, ya que el pueblo tiene necesidad de quien los guíe y decida por ellos. El paternalismo, el autoritarismo y en ocasiones el absolutismo se transforman así, entre sus manos, en instrumentos de "buen gobierno", empleados en favor del "pobrecito pueblo" que no puede vivir aún la auténtica democracia que se define etimológicamente como el gobierno del pueblo.
Formar en la madurez política y en la participación social sería tarea primordial de instituciones como los partidos políticos, los organismos electorales, las instancias educativas en todos los niveles, la instrucción religiosa y los medios de comunicación; por desgracia estas instancias, confabuladas o al menos indolentes, han dejado a un lado esta tarea fundamental, incluso sacando tajada de la situación de dependencia. Programas, personas y recursos supuestamente dirigidos a tal fin se quedan chiflando en la loma o durmiendo el sueño de los justos perdiendo su esencia y quedando sin apoyo, sin recursos, sin miembros, sin ideales: Incluso el paternalismo mismo utiliza términos democráticos vaciándolos de su significado y utilizándolos para sus objetivos paternalistas: "Desarrollo integral","participación social", "promoción del voto", "formación ciudadana", "pastoral social", "organizaciones y asociaciones civiles", "comités ciudadanos", "representantes sociales", "subsidio", "apoyo", … son sinónimos de manipulación, control y asistencialismo denigrante de la ciudadanía. Las exigencias democráticas son consideradas una pretensión dañina, desagradecida a "papá gobierno" que tanto nos ha dado" y que requiere una reprimenda (represión política), como se hace con un hijo rebelde que se atreve a pedir la llave de la casa antes de "tener la edad". Pero ¿Cuándo se llega a tener la edad? A juicio de los paternalistas, nunca. El pueblo es un eterno niño que habrá que guiar perennemente. A esta luz se comprende que el régimen democrático y participativo en que los ciudadanos son los que hacen las decisiones, los planes, los programas, los presupuestos, los gastos, etc. se presente como una aberración o, en el mejor de los como una utopía en el sentido más banal del término. "No tiene caso", "es imposible", "nos va a ir peor…"
El paternalismo por consiguiente es parte de un gobierno autoritario, no importa que sea benefactor (y es paternalista precisamente por eso); nuestra ceguera que incluye gobierno y ciudadanos, radica precisamente en no comprender hasta qué punto es opresivo mantener a la población en un estado de perenne minoría de edad.
Las diferencias entre un régimen opresivo y un régimen paternalista son sutiles y a veces impalpables; tal vez por ello son maquiavélicas y más perversas. La primera diferencia reside en el fin que se persigue: En el gobierno tiránico sería el interés privado del príncipe; en el gobierno paternal el bienestar del pueblo. Pero el límite entre estas dos actitudes es muy frágil. No puede negarse que auténticos tiranos se hayan propuesto planes universalistas magnánimos y quizá incluso desinteresados; ¿Creen que es el objetivo de nuestros gobiernos locales, nacionales o internacionales?; por otra parte, es muy raro que la benevolencia del "soberano" paternalista no sea un pretexto, más o menos conciente, que oculta su provecho personal o de grupo.
La segunda diferencia se halla en la dureza o benevolencia de los medios: es indudable que la pena de muerte, la cadena perpetua o el exilio por causas políticas representan medios más drásticos que la exclusión de la corresponsabilidad gubernativa y que la presión psicológica. Sin embargo, a los laguneros se nos puede tener en estado permanente de vasallos y no de guerreros, mediante una labor de opresión auténtica a nivel de manipulación política-mediática y entonces es cuando entra en juego el problema de la violencia. El "gran pecado" de las autodefensas, aun con sus grandes deficiencias y diferencias, es que se estaban saliendo del huacal y estaban descubriendo su independencia. Su sometimiento al gobierno constituido aunque ineficaz, era primordial.
¿Dónde comienza exactamente la violencia? ¿A partir de la persecución sangrienta o a partir de la violación de los derechos de desarrollo del hombre? Es evidente que nosotros reconocemos hoy una verdadera violencia, incluso en esa segunda opresión más sutil, aunque la primera la supera porque la incluye. ¿Hasta qué punto la opresión se agiganta en el paternalismo? ¿O el paternalismo se endurece hasta alcanzar formas de opresión? La actitud paternalista depende de una connotación interior que gobierno y pueblo debemos sacudirnos, ya que las consecuencias negativas de esta actitud están más que evidentes entre nosotros.
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