Me llamo Cipriano. Tengo 7 años, trabajador en una mina y voy a la escuela. Soy parte de los 3.6 millones de niños mexicanos entre 5 y 17 años. Soy pequeño, pero ya grande.
Llevo algunos pesitos a la casa para que mi mamá compre frijoles. Me levanto todas las mañanas para ir a la escuela. Después de clase, voy a trabajar. Bajo a ese gran agujero negro que siempre me da miedo; como soy pequeño, paso fácilmente entre las galerías y transporto pesadas cargas de mineral. Respiro mal a causa del polvo, pero debo continuar para llevar algo de dinero a la casa y algún día cambiaremos de casa y tendremos agua de la llave. Regreso cansado a casa. No pude hacer la tarea, llegué tarde a clase y me quedé dormido sobre la banca de la escuela. Mi papá dice que no tiene caso que continúe yendo a la escuela. Si voy más tiempo a la mina ganaré más pesos, "pero yo quiero seguir yendo a la escuela" Le respondo, y me golpea como lo hace frecuentemente. Entonces triste me voy a dormir y sueño en la tarea que debería haber hecho: Sobre un papel escribo algo relacionado con los derechos del niño:
1. Soy pequeño, mi papá y mi mamá me protegen
2. Como tres comidas al día
3. No trabajo porque soy
Pequeño
4. Todos los niños vamos a la escuela
5. No golpear a los niños
6. En todos los países de la Tierra, los niños somos todos iguales
7. Seré grande hasta que tenga 18 años.
Muchas de las celebraciones del Día del Niño han quedado en evasivas ante la necesidad de cambiar la economía, la política y la educación nacional, que traería verdaderos beneficios a la niñez. Un regalo barato dado de parte de quienes deberíamos ofrecerles un mejor país y no lo estamos haciendo es una burla para ellos. Sería mucho mejor que sus padres tuviesen un trabajo digno con salario justo y una educación de calidad. Programas y políticas que tuvieran en cuenta sus necesidades. Las transformaciones estructurales están quedando pendientes, ya que a quienes nos toca hacer esos cambios, nos mueven más bien intereses partidistas, particulares o de grupos.
Miguel Hernández, poeta y dramaturgo español (1910-1942) retrataba con gran realismo la precaria situación de los niños en el campo español de hace más de medio siglo en su poema "El Niño Yuntero" que refleja situaciones de maltrato infantil que, por desgracia, se siguen viviendo en la actualidad. En otro contexto más moderno, pero no menos dramático el cantautor Juan Manuel Serrat describe en su canción: "Niño Silvestre" la realidad del niño de la calle. Una lectura atenta de estos poemas tal vez ayude a crearnos un mayor compromiso por construir un futuro mejor a la niñez de nuestro país.
"El niño Yuntero"
Miguel Hernández
Carne de yugo, ha nacido
Más humillado que bello,
Con el cuello perseguido
Por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta
A los golpes destinado,
De una tierra descontenta
Y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
De vacas, trae a la vida
Un alma color de olivo
Vieja y ya encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
A morir de punta a punta,
Levantando la corteza
De su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
La vida como una guerra,
Y a dar fatigosamente
En los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe
Y ya sabe que el sudor
Es una corona grave
De sal para el labrador.
Trabaja y mientras trabaja
Masculinamente serio,
Se unge de lluvias y se alhaja
De carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
Y a fuerza de Sol, bruñido,
Con una ambición de muerte
Despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
Más raíz, menos criatura,
Que escucha bajo sus pies
La voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
En la tierra lentamente,
Para que la tierra inunde
De paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
Como una grandiosa espina,
Y su vivir ceniciento
Revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
Y devorar un mendrugo,
Y declarar con los ojos
Que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
Y su vida en la garganta
Y sufro viendo el barbecho
Tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a ese chiquillo
Menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
Verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
De los hombres jornaleros,
Que antes de ser hombres son
Y han sido niños yunteros.
"Niño Silvestre"
Juan Manuel Serrat.
Hijo del cerro
Presagio de mala muerte,
Niño silvestre
Que acechando la acera viene y va.
Niño de nadie
Que buscándose la vida
Desluce la avenida
Y le da mala fama a la ciudad.
Recién nacido
Con la inocencia amputada
Que en la manada
Redime su pecado de existir.
Niño sin niño
Indefenso y asustado
Que aprende a fuerza de palos
Como las bestias a sobrevivir.
Niño silvestre
Lustrabotas y ratero
Se vende a piezas o entero,
Como onza de chocolate.
Ronda la calle
Mientras el día la ronde
Que por la noche se esconde
Para que no le maten.
Y si la suerte
Por llamarlo de algún modo,
Ahuyenta al lobo,
Y le alarga la vida un poco más.
Si el pegamento
No le pudre los pulmones,
Si escapa de los matones,
Si sobrevive al látigo, quizás
Llegue hasta viejo
Entre cárceles y 'fierros'
Sembrando el cerro
De más niños silvestres, al azar.
Y cualquier noche
En un trabajo de limpieza
Le vuele la cabeza
A alguno de ellos, sin pestañear.
Niño silvestre
Lustrabotas y ratero
Se vende a piezas o entero,
Como onza de chocolate.
Ronda la calle
Mientras el día la ronde
Que por la noche se esconde
Para que no le maten.
Piensalepiensale@hotmail.com