Poco o nada aprendimos en un siglo
Entre sangre y odios se nos han ido cien años. Un siglo de ceguera, de oscuridad, de tumbas y atrocidades. Hemos padecido infinidad de guerras y todas han sido por caprichos, religión, poder y hasta por mujeres. Nada hemos aprendido de nuestra historia en este último siglo.
Ante esta situación no queda más que aceptar que ha fallado esa sentencia que dice “Los que no conocen la historia están en peligro de repetirla”, pues los países y sus gobernantes están atiborrados de historias que repiten cada día.
El asesinato de un jefe de estado europeo encendió la mecha hace un siglo (1914) y comenzó la Primera Guerra Mundial. Participaron 29 países y murieron 15 millones de civiles y combatientes.
Pero antes (1906), Japón había invadido Rusia y también China entró en Mongolia y Birmania. Además tuvieron lugar en esa época otras guerras y revoluciones internas en países como México y Rusia.
En 1917 concluyó la Primera Guerra Mundial, y en 1936, la Revolución Española arrasó con la vida de más de dos millones de personas y en 1939 hubo fogatas en países africanos, asiáticos y europeos, escaramuzas de miles de muertos.
Llegó la Segunda Guerra Mundial con armas destructivas que hicieron ver a las usadas en la anterior como simples resorteras. En este conflicto participaron 47 naciones, incluido México y el resultado fue de unos 80 millones de muertos.
La guerra terminó con el susto mundial de las bombas atómicas arrojadas en Japón (6 y 9 de agosto) en 1945; la primera en Hiroshima, con más de 70 mil personas muertas en fracción de segundos; la segunda en Nagasaki, con otros 50 mil japoneses borrados de la faz de la tierra en un suspiro.
De esto nada aprendimos y en Corea tuvo lugar otra invasión en 1958. También Rusia invadió Hungría en los mismos años, después se soltaron los demonios en los países árabes y siguen ahí hasta la fecha.
Países del continente americano entraron a la escena violenta con su gota de sangre: Cuba, Haití, Nicaragua, el Salvador, Panamá.
Los gringos se metieron en Vietnam en los sesenta y obtuvieron un saldo de 500 mil muertos entre vietnamitas y americanos.
Se suma la guerra de los siete días, donde los israelitas no les dieron ni tiempo a los árabes de pintar sus tanques y los batieron en una semana.
La invasión a Granada, a Panamá, la guerrilla de Colombia, la separación de países europeos, Yugoslavia, Rusia, Irak, Anfaniskan, etcétera, aún con guerrillas de reacomodo y muertes por centenares. En China la guerra de Mao con siete o diez millones de chinos sacrificados inútilmente.
En todas partes caen gobiernos fascistas, caciques territoriales, gorilatos y dejan millones de muertos; países pobres con armamento de ricos y saldos espantosos.
Para festejar un siglo de violencia en este mundo ensangrentado, cierran con broche oscuro Irak, Libia, Siria, Israel, Palestina y otra decena de países que predican la fe del amor y se matan con odio.
Ante el panorama actual pareciera que Hitler, Stalin, Mussolini, Franco, Mao, Somoza, Ida Amín Dada, Truman, por citar algunos, son la Madre Teresa comparados con los actuales líderes de todas las nacionalidades.
De nada nos ha servido la historia, la seguimos repitiendo, tampoco han ayudado la tecnología, como nada han abonado a la solución de los conflictos las más de un millón de religiones que, paradójicamente, predican la paz.
En el lapso que usted leyó este artículo son disparadas más de mil armas en alguna batalla de nuestro aún hermoso planeta. Felicidades por el siglo de violencia que como raza cósmica, pensante, cambiante, moderna y científica estamos cumpliendo este 2014. Las guerras no requieren de consejos ni recomendaciones, las guerras necesitan solución.
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