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Polos opuestos

Salvador Kalifa

México y Noruega son dos países exportadores de petróleo crudo. Entre 1971 y 2013 el valor nominal acumulado de las exportaciones realizadas por México fue de casi 620 mil millones de dólares (mmd), mientras que un cálculo similar para Noruega arroja la cifra de alrededor de 820 mmd.

Pero ahí acaban las similitudes, ya que en la administración de esos recursos somos polos opuestos. El Parlamento noruego aprobó en 1990 una ley que estableció lo que inicialmente se llamó Fondo Petrolero Gubernamental (FPG), para capitalizarlo con ingresos derivados de la venta de petróleo y apoyar al gobierno en la administración de largo plazo de esos recursos.

La primera aportación al FPG la realizó el gobierno noruego en 1996 y desde 1998 el FPG es administrado por el Banco Central de Noruega (BCN). En 2006 el FPG se transformó en el Fondo Global Gubernamental de Pensiones (FGGP), abriendo la posibilidad de financiar en el futuro las pensiones de la población noruega pero sin un compromiso explícito. Para evitar movimientos bruscos en la actividad económica interna, el FGGP invierte todos sus recursos fuera de Noruega.

Al tercer trimestre de 2013, última información oficial disponible, el FGGP tenía un valor de mercado equivalente a más de 800 mmd y es el fondo soberano de riqueza más grande del mundo, equivalente a poco más del 180 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) noruego.

Como lo destaca la información del BCN, el FGGP es una pieza clave de la política fiscal noruega, con una regla de gasto por la cual una cantidad anual no superior al rendimiento real del Fondo, estimado en 4 por ciento, puede usarse para financiar el presupuesto de gastos del gobierno.

En México, el presupuesto anual de gastos de la federación incorpora como ingresos disponibles para el gasto todos los ingresos provenientes de las exportaciones petroleras y sólo a partir de 2001, una década después que en Noruega, se creó el Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros (FEIP).

El FEIP ha sido administrado por Nacional Financiera y sus recursos provienen principalmente de transferencias del gobierno federal provenientes de los derechos cobrados a Petróleos Mexicanos y una parte de los ingresos que exceden a los considerados en las previsiones presupuestales.

En contraste con el Fondo noruego, no existe una limitación para utilizar los recursos disponibles en el FEIP, por lo que, en principio, todos ellos pueden ser retirados para compensar las reducciones en los ingresos gubernamentales y aplicados al gasto público.

El FEIP acumuló en 2001 un monto equivalente a 0.9 mmd y en diciembre de 2008 alcanzó un máximo de 6.2 mmd (0.7 por ciento del PIB) que fueron retirados para compensar la caída de ingresos públicos por la Gran Recesión de 2008 y 2009, para dejar un saldo de 0.8 mmd en diciembre de 2011. A partir de entonces ha vuelto a crecer, contando al cierre del año pasado con un monto de 2.8 mmd.

Este desatinado funcionamiento del FEIP llevó a que dentro de los cambios realizados en 2013 al artículo 28 constitucional se establece que: "El Estado contará con un fideicomiso público denominado Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo (FMPED), cuya Institución Fiduciaria será el banco central y tendrá por objeto, en los términos que establezca la ley, recibir, administrar y distribuir los ingresos derivados de las asignaciones y contratos a que se refiere el párrafo séptimo del Artículo 27 de esta Constitución, con excepción de los impuestos".

Los lineamientos establecidos plantean algunas dudas sobre su posible operación exitosa, aun antes de conocer la legislación secundaria que definirá varios de sus detalles.

Nada se aprendió de la experiencia noruega, puesto que aquí prácticamente todos los recursos se utilizarán internamente. Por ejemplo, el FMPED financiará el FEIP y el Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros y de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas como destinos prioritarios de los ingresos extraordinarios.

También, los ingresos petroleros seguirán financiando el gasto público en una proporción similar (4.7 por ciento del PIB) a la de 2013. Sólo después de cubiertas esas y otras prioridades, el nuevo Fondo podrá "Destinar recursos al ahorro de largo plazo, incluyendo inversión en activos financieros".

No parece, entonces, que alguna vez México pueda contar con un Fondo petrolero exitoso, menos aún que se asemeje al de Noruega, a pesar de que esa pareciera ser la intención oficial al confiar su manejo al Banco de México. Todo indica, por tanto, que es muy probable que continuemos dilapidando, como hasta ahora, nuestra riqueza petrolera.

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