El posponer no es una parte inherente de la personalidad o carácter, es simplemente un hábito, una actitud muy difícil de erradicar. ¿Puede la persona cambiar ciertas actitudes? Por supuesto, y para lograrlo hay que considerar estas recomendaciones:
Entender y modificar algunas maneras de pensar improductivas.
Identificar los juegos que jugamos y los estilos de comportamiento que se usan para posponer.
Diseñar planes de acción propios.
Ya sea que se posponga todo el tiempo o la mayor parte del tiempo, es necesario empezar desde luego a corregir esta debilidad. Una vez que se empieza a eliminar esta tendencia será más fácil entender y modificar algunas maneras improductivas de pensar y desarrollar estrategias y planes de acción personales.
Muchas veces el temor a cumplir con una tarea se lleva más tiempo y energía que llevarla a cabo.
Una de las razones más obvias para posponer es la más evidente: Postergamos la tarea porque es desagradable. Es muy comprensible que hagamos a un lado lo que no nos gusta, pero la vida parece estar llena de tareas y deberes desagradables, aburridas, pero que tienen que ser cumplidas o surgirán problemas y estrés como resultado. Sin embargo, hay que hacer algo con esos compromisos que hay que cumplir. Ante todo hay que combatir algunas actitudes que promueven el posponer.
Una vez que la culpa y el estrés de posponer son eliminados de tu vida, gozarás de una satisfacción muy merecida. Esta disciplina es al principio muy difícil, pero al poco tiempo se hace un hábito.
Haz "el no me gusta" primero. Esta disciplina es al principio muy difícil, pero pronto se hace un hábito. Equipa tu mente e imaginación para cambiar el juego de aplazar.
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