CRECIENDO EN EL DOLOR
El dolor es la respuesta natural ante la muerte de un ser querido. Entre más profunda haya sido nuestra relación, con más intensidad la resentimos. Con este lazo roto, nos sentimos vacíos, frágiles, fragmentados. Como si algo de nuestra persona hubiera sido arrancado.
Una pérdida inevitable te envuelve en un tipo de regresión de tu personalidad y dejamos de funcionar como normalmente lo hacemos. El dolor se apodera de la mente, las vísceras, el corazón, la garganta. Nuestro pensamiento se llena de recuerdos y trata de imaginarse la vida sin la persona. Pero esta tormenta y la regresión que la acompaña tiene su propia regresión. Por doloroso que así sea, naturalmente nos dirigen hacia el trabajo que debemos hacer para sanar.
¿Cómo trabajar en el dolor? El dolor requiere que nos rindamos al proceso. Si lo hacemos, el dolor ofrece dones inmensurables. Así que trabajemos en la tristeza, hagamos un esfuerzo, sin importar los retos emocionales que tengamos que afrontar, lo haremos con éxito.
Debemos aprender cómo el dolor nos ayuda a vivir de nuevo, a sentirnos confiados en que podemos manejar la vida y aceptar la muerte. Nos deja con un corazón más abierto, en mejor posición de compartir nuestro afecto. Aun conociendo de ciertas pérdidas en este mundo de impermanencia, (donde nadie es eterno), con la experiencia que hemos adquirido, podemos amar de nuevo.
El dolor nos impulsa a acercarnos a otros, este sentimiento cuando es auténticamente comunicado, tiene un enorme poder. Los psicólogos se refieren a este proceso como "trabajo del trabajo". Este sentimiento cuando es verdadero, tiene un enorme poder de apoyo.
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