Migrantes. Dejaron Honduras debido a la pobreza, ahora piden dinero en los cruceros de la ciudad.
Marcos Aurelio Soto junto con los hermanos Roberto y Hansi Robles prefirieron desafiar a La Bestia" que regresar a su país. Los tres provienen de Honduras y llegaron a tierras laguneras desde hace una semana y media. Todos ellos, además del color de piel que los caracteriza, tienen algo en común: El sueño americano.
Amenazados y huyendo de las pandillas, salieron de sus casas conscientes de que el camino sería difícil, pero con la convicción de tener un futuro mejor para sus familias. Su trayecto clandestino sobre los vagones del tren, describen que fue de "terror".
Y es que, mientras viajaban, fueron testigos de la terrible muerte de un joven de 16 años que por un descuido, cayó y fue destrozado por el tren.
"Cuando vi que se cayó el muchacho y que el tren lo partió todo, me agarraron los nervios, me quedé en suspenso y me cambié de vagón", relata Roberto.
Por esta razón, cuentan que una vez que inicia la odisea en el techo del tren, tienen que mantenerse despiertos para evitar caer a las vías y morir en el intento.
Sin embargo, aseguran que quieren continuar su camino, aunque esto pueda marcar su trayecto entre alcanzar el sueño americano o descubrir el infierno y ser deportados a su país.
"En el tren hay muchos atracos, corremos peligro, pero que sea la voluntad de Dios, yo creo que Él nos tiene preparado algo muy bueno", detallaron los hondureños.
POBREZA
Los tres indocumentados dejaron en Honduras a sus hijos. Coinciden en que la pobreza extrema y la falta de seguridad que existe en su país han bloqueado por completo la esperanza de brindar una estabilidad a sus familias.
"Allá en Honduras una tortilla de maíz nos cuesta un Lempira (casi seis pesos mexicanos) y por la de trigo pagamos dos Lempiras", dijo Hansi.
A raíz de la situación económica, optaron por migrar a los Estados Unidos, pero antes, decidieron llegar a la Comarca Lagunera para pedir dinero en los cruceros más transitados de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo y juntar los tres mil dólares que les pidieron los "coyotes" para poder cruzarlos al extranjero.
"A Roberto y a Hansi los conocí por casualidad, los vi que eran del mismo color que yo y los invité a que se quedaran en la casa que rento en la colonia Las Dalias, allá en Torreón", explica Marcos Aurelio.
La búsqueda por mejorar sus condiciones de vida y el ganar dólares después de haber conseguido un mejor empleo, significa por otra parte, el tener que decir adiós a los suyos sin saber si algún día se volverán a ver.
"Cuando hablo por teléfono a Honduras y escucho la voz de mi hija, se me parte el corazón", comenta Roberto.
Los migrantes, aseguran que si tuvieran la posibilidad de cambiar algo de su país, lo primero que pedirían sería más seguridad para evitar que niños de 14 años sean utilizados como "presas" del narcotráfico.
"Allá le tememos a los niños porque ya trabajan de sicarios, el gobierno no hace nada por ayudarnos", explica Roberto.
Los hermanos Robles, pertenecen a la ciudad de San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras, pero que carece de oportunidades de empleo de acuerdo a la versión de los hondureños.
Los tres migrantes, en su país desempeñaban algunos oficios como el de albañilería.
"Hansi es estilista, el nos corta el pelo, pero míreme hasta me veo más guapo, lo sabe cortar muy bien", cuenta Marcos Aurelio.
Aunque no tienen fecha de partida, ya se preparan mentalmente para emprender su camino.
