Prevenir el bullying desde casa
El bullying es un problema con múltiples caras cuyas repercusiones son cada vez más lamentables. Para acabar con él, es necesario erradicar sus orígenes, pero, ¿cuáles son? ¿Es posible que estén en la propia familia?
Bullying: Palabra que causa impacto, tristeza y preocupación, principalmente a los adultos pensantes y responsables del desarrollo de la sociedad como medio ambiente para la formación de seres humanos equilibrados.
El término bullying viene del inglés 'bully' que significa tirano, brutal.
El concepto refiere al acoso escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo.
Existe bullying físico, verbal, gesticular, actitudinal, emocional, sexual y el Ciber-bullying; en la realidad cotidiana estas prácticas se entrelazan.
UNA REGLA DE TRES
Los estudios han mencionado tres actores; agresor, agredido y testigos. Los agresores son quienes necesitan sentirse poderosos y molestando a los demás es como consiguen lo que quieren; necesitan dominar y someter a otros, sus características son el liderazgo y la fuerza física. El agredido es el elegido como blanco, por sus características físicas o de personalidad. Finalmente, los testigos son quienes observan las agresiones que causan en ellos efectos negativos.
Social y psicológicamente, un menor no debe ser visto como un ser individual, sino que pertenece a un sistema con características propias funcionales o disfuncionales, por lo tanto, si el comportamiento del niño es agresivo y violento, muy seguramente es porque vive dentro de un ambiente de esta naturaleza y del cual aprendió.
Por lo regular son entornos familiares con nula o poca contención emocional, es decir, desligados emocionalmente, no se preocupan por las necesidades del hijo, no existe una comunicación asertiva y el ambiente es hostil y agresivo, ambientes permisivos, sin reglas, con límites poco claros y flexibles, con dinámicas incongruentes que generan falta de compromiso y afecto entre sus miembros, por lo tanto, no quedan claros los valores. El menor tiende a comportarse de acuerdo a los modelos que adquiere desde este entorno.
Algunas familias pueden estar propensas a gestar estas conductas entre uno de sus miembros por la crisis que causa el estrés de la vida complicada que existe en estos tiempos en que los padres suelen estar ocupados en salir adelante económica o profesionalmente.
En otros casos puede ser que sea una incapacidad generacional para ofrecer a los hijos el ambiente de contención que necesitan de los padres, quienes no dan importancia o no se dan cuenta de lo que está sucediendo a su alrededor, y, a su vez, que la conducta de los hijos es su responsabilidad.
Los niños agresores necesitan atención especial para detener la escalada de violencia.
SUMA DE ESFUERZOS
La problemática actual del bullying ha venido afectando más a las familias contemporáneas y requiere de una intervención multidisciplinaria en la que estén involucrados lógicamente los padres o quienes estén a cargo de la tutela del menor, los profesores y directivos académicos, los psicólogos y trabajadores sociales.
Es conveniente y aconsejable que de esta manera, todos, en conjunto, puedan dar seguimiento y vigilancia al caso, tanto del acosador como del acosado.
Desde casa, son los padres quienes deben hacer ajustes y retomar el control. La fórmula no es sencilla pero vale la pena llevarla a cabo; lo primero que hay que hacer es propiciar un vínculo afectivo en el que el niño se sienta comprendido y amado, con la seguridad de que dicho amor y cariño es lo que necesita para mitigar la agresividad que él mismo dirige hacia las otras personas, por lo que es necesario destacar sus cualidades, decirle lo importante y valioso que es como persona, ya que desde su propia valía, valorará a los demás.
Después, dejarle claro los límites y las reglas con las que debe de socializar con sus compañeros y amigos, así como las expectativas que se tienen de dicha conducta basada en los valores que rigen a su propia familia, tales como el respeto, la tolerancia, la empatía y la sensibilidad, asimismo explicarle que no es aceptable intimidar ni discriminar a los demás.
Por otro lado, es importante la vigilancia de las compañías, los lugares que frecuenta, el manejo de medios electrónicos de comunicación como televisión, computadoras, tabletas y celulares, dispositivos donde pueden encontrar imágenes con alto contenido violento, al igual que las redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat y Whatsapp, que hoy en día tienen mucha influencia entre niños y adolescentes, pues en ellas encuentran todo lo que quieren ver y expresan todo lo que quieren decir sin temor a ser rastreados y descubiertos.
LA IMPORTANCIA DEL BUEN EJEMPLO
Los niños son como esponjas que absorben, no tienen otra forma de aprender y reafirmarse a sí mismos que imitando las conductas que ven a su alrededor. Se relacionan en el mundo exterior de la misma forma que se relacionan en casa.
En ese sentido, los adultos son los responsables de la educación de los menores, así que es recomendable hacer un análisis de la propia conducta y plantear qué es lo que se desea para ellos; se debe “predicar con el ejemplo”, es una de las formas más amables de educar y trabajar en la formación de los hijos.
El niño aprenderá lo que se le modele en casa. Que dicho modelo haga generaciones con individuos independientes y armoniosos seguros de sí mismos y con una alta capacidad de relacionarse de forma favorable.
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