Palabras de terror y caos, discordia foránea como regla y fuente de opresión, es lo que las notas actuales indican en los encabezados internacionales respecto a lo que cierto Estado Islámico perpetra en derredor. Desde el antiguo Saladino a principios del siglo XII el mundo de corriente Islámico en Oriente próximo vivió un atisbo de unidad, de calamidad a la postre para el resto que nada tiene que ver con las guerras religiosas de siempre, salpicaduras de fanatismo que aun vivimos en plena era de la información de este siglo XXI, un grave ejemplo retrógrado de nuestra incivilizada sociedad universal.
Pero es mejor ver más allá. De entrada es mal llamado "Estado Islámico", por imprecisión jurídica al concepto que la doctrina conoce, lo que ahora observamos en las noticias en nada se acerca a lo que un estado para el derecho es, esto ya que no tiene un territorio definido, un gobierno propio y autónomo que lo identifique frente a los demás estados, menos aún un pueblo que pertenezca a él con vínculos no sólo culturales sino patrióticos y soberanos. Todo el acontecer noticioso y los focos de alarma que ya han sido encendidos en toda la comunidad internacional son respuestas reactivas a los mismos conflictos que se vienen acarreando desde la aberración política llamada desarme de Irak de 2003, que no debería llamarse de otra forma sino capricho imperialista con ánimos de intervención, evento que todos sabemos protagonizado por el personaje principal del cuento llamado política global, Estados Unidos de Norteamérica.
Y es que nuestro poderoso vecino tiene participación en cada suceso relevante en la agenda internacional y en éste no es la excepción, a partir de azuzar a la bestia dormida que significaban los grupos yihadistas radicales de corte sunnita en Oriente Medio no se provocaría otro efecto que una cadena de acción represión, claro abonándole a la violencia que sus socios israelíes de la misma forma perpetran en Gaza, pareciera que son competencias para aniquilar musulmanes. Por ello sin justificar los métodos de este nuevo grupo radical, filial del Al Qaeda, es verdad que este surgimiento reciente tiene más aristas que simples antisociales sádicos que irracional e incomprensiblemente sólo se disponen a sembrar terror, esto que es lo que como siempre nos harán creer sin más análisis y reflexión, ya tenemos toda la carpa puesta para aborrecer a un enemigo común de occidente, todo tiene un porqué.