"¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?". La Virgen a Juan Diego.
LA GUADALUPANA
No hay duda alguna sobre la atracción que ejerce la Santísima Virgen de Guadalupe sobre los fieles en todo el mundo, pero, la que sucede en México no tiene paralelo. A través de todo el Continente Americano se detecta la fe de los pueblos hacia "la Morenita" -así le dicen en Centro y Sudamérica- por ello se le declaró la "Reina de América", porque en los Estados Unidos y en Canadá también se le venera -debido a la cantidad de latinos que viven en esas latitudes-, pero en nuestro país es sorprendente. Existe la veneración en todo el mundo a la Virgen propia de cada país, y todas son muy queridas por los fieles -Shoenstatt, Aparecida, Nuestra Señora de Luján, Caridad del Cobre, etc.-, pero la Guadalupana genera un entusiasmo que pareciera irreverente; pero éste no es así, es la idiosincrasia del mexicano la que genera esas conductas, es una manera de expresión "sui géneris" del pueblo.
Se puede buscar en los ensayos de Octavio Paz, de Carlos Fuentes, de Juan Rulfo, de Vicente Leñero o de Monsiváis la explicación a la conducta de exaltación que es manifiesta a todas luces; pero tal euforia va más allá de disertaciones filosóficas; se trata de la fe que se genera por los milagros atribuidos a la Virgen, los cuales han sido muchos, y éstos pueden atestiguarse.
De cualquier manera: "…desde el cielo una hermosa mañana, la Guadalupana bajó al Tepeyac"…, y han pasado casi 500 años y sigue ahí, a pesar de detractores y antagonistas.
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