Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

¿Qué nos pasa?

LUCRECIA MARTÍNEZ

No hay una sola persona que se atreva a decir que la cultura no sirve para nada, todos coincidimos que es necesaria, que es transformadora de las comunidades y que los pueblos se distinguen por ella y su capacidad de interpretarla en las diferentes corrientes sociales.

Los pueblos que no tienen tradición cultural y si sus pobladores y gobernantes quieren instalarlos en base a sus propias experiencias, se enfrentan a una problemática constante, porque al no existir escuelas de tradición en las diferentes corrientes artísticas, algunos de los autollamados creadores, se sienten dueños de la verdad absoluta, quieren dirigir y vivir de lo que llamamos "cultura", por lo que los Directores Culturales pasan más tiempo tratando de entender qué es lo que proponen, que intentando armar una agenda cultural de largo aliento.

Cultura, que viene del latín "cultus", cultivar, es una de las aspiraciones más altas de la humanidad, usada por primera vez por Cicerón, y ahora es sinónimo de civilización, "nos cultivamos por medio del arte y nos civilizamos al adquirir buenos modales y refinamientos sociales", Kant; por lo mismo, significa muchas cosas: primero, humildad, constante superación, apertura a propuestas, reconocer que el concepto de estética no es masivo, que la calidad es una cualidad sine qua non que sólo se da cuando los individuos se exigen a sí mismos, que tienen autocrítica y más allá, reconocer que hay profesionales que están cambiando el mundo, debemos darnos cuenta que nuestra región requiere de influencias externas que nos permitan elevar el nivel artístico y cultural, que era un signo que distinguió a nuestra ciudad tanto en el trazo, en su arquitectura, como en el comercio y los servicios fuera de serie, que ésta tenía cuando fue planeada.

Eppen, Wolf, Tarazona, el Maestro Constructor del Teatro Martínez, la Casa de los Tueme, el Hotel Elvira, la Casa de los Sres. Rodríguez en la Colón, hoy desaparecida, ahí se perdió la belleza en función de la utilidad, todos estos profesionales y artistas y tantos más, eran de fuera, toda esa gente fue contratada sólo por su calidad, para hacer Torreón diferente, moderno, a raíz del cruce del ferrocarril, pero prácticamente de cero y así fue levantada una ciudad baluarte del modernismo y funcionalidad en sus tiempos, y ahora, 107 años después, vivimos de la nostalgia y seguimos aferrados a un provincianismo pasado de moda.

Que sea la gente de Torreón la que solamente participe, no descalifico a nuestra gente, de ninguna manera, pero que no sea ser de aquí su única ventaja, que no vengan pintores, ni escritores, ni arquitectos, ni urbanistas, ni teatristas, ni escenógrafos, ni bailarines, ni investigadores, etc., e idealistas que se animan a participar en la planeación y tratan de modificar creencias, ya se pueden ir componiendo, hay tanta vanidad y arrogancia o tal vez necesidad, que si no soy yo y mis tres amigos desocupados, nadie absolutamente nadie sabe nada, ni tiene capacidad, yo y mi camarilla insultamos, descalificamos, levantamos falsos y mentimos, envenenamos el "agua" con mi maledicencia y así justificamos nuestra amargada vida carente de sentido, planes y trayectoria, que los que quieran cambiar las cosas, se vayan, se cansen. No quiero aprender nada. ¡Qué viva la mediocridad!

Hay todo en Torreón, para que se hagan las cosas, para transformar, mejorar y reinventar; la buena voluntad de la autoridad municipal y la también buena voluntad de tanta gente que participa, ¿por qué no hacer una tregua para dar oportunidad que se desarrollen las cosas?, ¿por qué no darles el beneficio de la duda a quienes están ahí?, ¿por qué no demostrar ahí que tenemos cultura, y madurez política, que realmente nos importa nuestra comunidad, no nuestros intereses, qué se puede hablar, que nos podemos poner de acuerdo?, ¿quién, en su sano juicio, quiere destinar dinero, luchar por obtener recursos para una sociedad siempre peleando, que no se pone de acuerdo, que todos están contra todos, en donde la descalificación es la medida constante?

Que vengan artesanos, artistas, ceramistas, orfebres, pintores, filósofos, matemáticos, escultores, escritores, arquitectos, hagamos cursos de crítica artística, para erradicar a los criticones; hagamos exposiciones colectivas y que se inviten a críticos de primer nivel, que nos ordene y ponga a todos a reflexionar y nos marque la pauta para avanzar tanto cultural como políticamente.

Es la cultura la que pone a una región en el mapa y la política la que nos permite avanzar, presionemos para que se establezcan becas de estudio para jóvenes talentosos en cualquiera de las disciplinas, hagamos bienales, conciertos grandes y chicos, festivales, concursos de oratoria, de poesía, de ensayo, de canto, de piano, de cerámica, etc., pero por Dios, dejemos de pelear, de descalificar, aportemos, que la crítica vaya junto con una propuesta, que no haya más negativismo, que nos sentimos o somos la ciudad patito feo del Estado, que a Saltillo todo y acá migajas, eso no va a cambiar con la crítica, sino con acciones.

Necesitamos más política, más cultura, que participen los ciudadanos dentro de los catorce partidos que hay en Coahuila o que hagan uno, el suyo propio, Partido de la Participación, o cualquier otro nombre, para que desde ahí defiendan sus proyectos, ideas y propuestas, sobre todo, si consideramos que la gente que está en el gobierno y en los partidos, no nos representan, que no deberían estar ahí, es más fácil criticar desde enfrente, que desde adentro en la real politik, con los costos que eso implica, somos belicosos, tal vez sea nuestra herencia irritila, comanche o chichimeca, revuelto con republicanos, franquistas, anarquistas y villistas. Lo más triste es que no nos va a llevar a ninguna parte.

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1045091

elsiglo.mx