Rafael Márquez. (EFE)
Casi todos se resisten a aceptarlo, al menos públicamente, mas aprietan la quijada al recordar lo sucedido la noche del 15 de octubre, esa en la que el adversario por naturaleza hasta se dio el gusto de darles un invaluable empujón rumbo a la Copa del Mundo.
Peculiar muestra de cariño que significa una afrenta para los seleccionados mexicanos. Si Estados Unidos caía en Panamá, los centroamericanos se metían al repechaje contra Nueva Zelanda, pero el inquebrantable espíritu combativo de los hombres dirigidos por Jürgen Klinsmann abrió la puerta trasera a su rival más enconado con una dramática victoria (3-2).
"Nos sentimos muy agradecidos con ellos... Estamos en el Mundial, es lo que importa", ironiza el capitán Rafael Márquez.
Aunque sea por una cortesía de ese representativo ante el que está prohibido perder.
Reconocer la deuda lacera su orgullo, por lo que intentan apelar a lo que sea, incluso pasajes históricos, como en el que California fue cedido al vecino del norte tras una derrota bélica (1848).
"Nos deben más ellos, se llevaron California", bromea el estratega Miguel Herrera. "Es futbol. Ellos hicieron su papel, son profesionales. Estados Unidos siempre ha mostrado ser un equipo muy profesional, que sale a ganar en todo".
"No les debemos algo; fue futbol y fueron a ganar su partido, no estaban pensando en triunfar para que México clasificara. Estoy seguro de que por la cabeza de ninguno pasaba eso. Salieron a ganar porque así están acostumbrados, lo cual debemos aprender de este país. Después, de rebote nos cayó la posibilidad de ir al repechaje y la aprovechamos al máximo".
Versión no compartida por muchos aficionados, quienes han agradecido a Graham Zusi, autor del transitorio empate a dos en Panamá, mediante redes sociales. Los estadounidenses ganaron, pero al Tri le alcanzaba con igualada de su eterno contrincante para seguir con vida.