El quinto y último descenso del Zacatepec fue enmarcado por una trifulca generalizada, que dejó como saldo 70 heridos y completamente destrozado el Estadio Agustín "Coruco'' Díaz, como consecuencia de los actos vandálicos registrados al término del juego de vuelta entre los Cañeros y el Necaxa en la Liguilla del Descenso temporada 1984-1985.
Los lamentables sucesos fueron el domingo 19 de mayo de 1985. En el partido de ida, celebrado el viernes 10 de mayo en el Estadio Azteca, ganó el Necaxa por dos goles a uno con dos anotaciones del argentino Norberto Outes a los minutos 33 y 35, por Zacatepec acortó distancia Eligio Urieta al minuto 48.
Los Cañeros confiaban en vencer al Necaxa en la Selva Cañera, pues durante el torneo regular en la fecha 36, celebrada el 21 de abril de ese año en el Estadio Agustín "Coruco'' Díaz, Zacatepec derrotó a los Electricistas por tres goles a cero.
Jugadores y cuerpo técnico de los Cañeros confiaban en repetir este marcador en el juego de vuelta de la Liguilla del Descenso, pero no sabían que Benjamín Fal, técnico del Necaxa, preparó a sus jugadores durante le semana previa al partido decisivo en condiciones similares a las que Zacatepec entrenaba en su estadio.
Cambió el horario de entrenamiento del Necaxa al mediodía, dejó crecer el pasto del Deportivo Leandro Valle, en donde entrenaba el equipo, y humedeció el césped para que el organismo de sus jugadores se acostumbrara a lo que los esperaba en el juego de vuelta.
A unos cuantos minutos de haberse iniciado el partido el portero necaxista Adrián Chávez cometió una falta sobre Jaime Ríos y el árbitro Antonio R. Márquez no dudó en marcar la pena máxima.
Todo parecía ir por buen camino para los Cañeros, se encargó de cobrarla Alfredo "El Harapos'' Morales, pero Adrián Chávez logró desviar el disparo de Morales y el ánimo del Zacatepec se vino abajo.
El juego fue ríspido, lleno de entrega y nerviosismo. Necaxa se veía fuerte a la defensiva y los Cañeros estaban erráticos en sus ataques. Al minuto 37 del primer tiempo el Necaxa anotó su gol en un remate de cabeza de Gilson en una mala salida del portero local Juan Carlos Vega.
A cinco minutos del final el jugador Fortino Rojas, del Zacatepec, cometió una falta sobre Francisco Macedo, quien se levantó tirando golpes y "prendió la mecha'', la bronca se generalizó entre los jugadores de ambos bandos y de repente una voz dijo "cuidado, viene el público'', y en ese instante se acabó la riña. Antonio R. Márquez dio por finalizado el partido por falta de garantías.
Los enardecidos aficionados arrancaron las porterías, los altavoces, las mallas que delimitaban el campo de juego, bombardearon el vestidor local con piedras, botellas e insultos, rompieron vidrios y tiraron balazos al aire.
"Es un infierno'' se escuchó a alguien decir en el interior del vestidor del Zacatepec, jugadores, cuerpo técnico y periodistas se tiraron al piso o buscaban refugio en lockers y regaderas.
La gente destrozó el legendario Estadio Agustín "Coruco'' Díaz, como si tuviera la culpa de la ineficacia del equipo. Jugadores, cuerpo técnico y directivos del Necaxa se agazaparon en su vestidor, eran custodiados por soldados, y los árbitros por guardias, pero la atención y la ira se concentraba en los recién descendidos, que pasada las ocho de la noche pudieron abandonar el vestidor y el estadio.
Lo que sí sabía aquel público enardecido por el calor, el alcohol y la derrota de su equipo, que Zacatepec había descendido por quinta ocasión en su historia tras una pésima campaña que pudieron salvar al final y no lo hicieron. Desde entonces no han vuelto a Primera División.
¡Hasta la próxima!
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