La ciudad de Chicago, que ha luchado durante décadas para alejar las armas de las manos de sus habitantes, logró ayer una pequeña victoria luego de haber perdido una serie de batallas legales recientes: un juez federal aceptó la solicitud de la ciudad de retrasar la elaboración de una ordenanza que permitirá que abran allí tiendas de armas. Las autoridades se encuentran ahora en el comienzo de una nueva era, en la que la ciudad debe acoger negocios que vendan armas de fuego y residentes que puedan legalmente portar armas ocultas. El juez de distrito Edward E. Chang dictaminó que la ciudad tiene ahora 180 días para crear la ordenanza.