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Reinventar la región

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Después de la tempestad viene la calma. Algo similar se siente en la ciudad. Tras duros años de crisis, paulatinamente han surgido narrativas de esperanza y éxito. Grupos de ciudadanos organizados, asociaciones con un claro compromiso comunitario, voces críticas y con propuesta en la mano, han demostrado lo mejor de la sociedad lagunera. Al mismo tiempo, todavía queda algo del espíritu de los viejos laguneros. Me refiero a las generaciones que con esfuerzo y tesón, construyeron la ciudad a principios del siglo XX. Cuando el gobierno municipal apenas existía, y los primeros presidentes eran honorarios, fueron varios grupos de laguneros organizados los que fomentaron las primeras obras. Así se hizo la primera plaza, con aportaciones comunitarias. También hay que recodar aquella memorable campaña de los años treinta, donde en las calles se decía: "Coopere y habrá puente".

Más atrás en el tiempo, el cronista de la ciudad, Sergio Antonio Corona Páez, ha divulgado el Censo de Parras en 1825, donde se describe a los habitantes de la Región Lagunera como "activos, enérgicos, intelectuales, especulativos, profundos, empresarios, sobrios, fieles, sociales, patricios, generosos, rectos, valerosos, y más que todo, religiosos".

Con ese espíritu lagunero, las generaciones de antaño también vivieron crisis y también se reinventaron para resurgir. Entre los siglos XVII y XVIII floreció la economía vitivinícola en Parras. La producción hispano-tlaxcalteca tuvo tal éxito, que las exportaciones llegaron hasta San Fe. Como todo, hubo auge y caída. Cuando esa economía entró en crisis, los laguneros se reinventaron con otro producto nativo de la región: el algodón. Tal fue la fuerza de aquella economía desde finales del siglo XVIII hasta el primer tercio del siglo XX, La Laguna se convirtió para 1910 en la principal zona algodonera del país. Nuevamente otra crisis llevó a los laguneros a mudar su modelo económico. En aquella ocasión hacia finales de la década de 1940, nació lo que luego sería la productiva agroindustria lechera-ganadera.

Si algo nos muestra la historia de la región, es la capacidad de innovación y cambio. En una palabra: reinvención. Atentos a la problemática de las ciudades que conforman la zona metropolitana, la asociación civil Renacer Lagunero (@RenacerLagunero), liderada por Julián Mejía Berdeja, se ha dado a la tarea de documentar y argumentar sólidamente la crisis de la economía regional. Bajo el puntual análisis del economista Daniel González, Renacer propone identificar con claridad los problemas, y a partir de ahí, impulsar soluciones. Un primer paso es saber dónde estamos. Por eso la importancia de los indicadores. Un segundo momento requiere discusión y crítica. Y como muchas veces los laguneros somos desunidos y no escuchamos a nuestras voces, es necesaria una opinión externa de gran autoridad. En ese sentido, la visita de Samuel Podolsky a Torreón el pasado 9 de mayo, por invitación de Renacer, dejó en claro que para reinventarnos, la región necesita un amplio acuerdo (no sólo el gobierno, no sólo algunos ciudadanos), y sobre todo de liderazgo. Cito las palabras de Podolsky: Proteger e incrementar la prosperidad social y económica, y no "el Poder". Me alentó escuchar en su exposición que La Laguna tiene los medios para desarrollar los segmentos ciudad del conocimiento, ciudad médica, ciudad digital, pero es fundamental un gran acuerdo para la prosperidad y la calidad de vida. Ojalá que sus palabras tengan eco en los empresarios laguneros y al paso de diez años, veamos renacer La Laguna.

OTRA VEZ: DESTRUIR LA HISTORIA

Aunque decimos que Torreón es una ciudad joven, esto no significa que no tengamos edificios e inmuebles con valor histórico. Por el contrario, en la ciudad sobreviven arquitecturas representativas de la Villa del Torreón. Ya sea por incuria o ignorancia, hay quienes se empeñan en destruir la historia y la identidad. Hace tiempo que entendí que el gobierno, lejos de conservar, avala la destrucción. Por otro lado, pocos son los particulares que reconocen en las casas antiguas y edificios, algún valor histórico. Para esa visión, lo más utilitario es el terreno. No hay más. Otra vez están derrumbando un edificio histórico sin que nada pase, ni nadie diga nada (¿Y el Consejo de Conservación del Centro Histórico?). En la esquina de la avenida Allende y calle Galeana, han derrumbado patrimonio la ciudad. Mientras terminan con la "obra", todavía queda una fachada de tabique, base de piedra y ornamentos del gusto porfiriano. El desenlace ya lo conocemos: ¡A nadie le importa! La fotos en mi portal civitaslaguna.blogspot.mx

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