Con el arranque de las campañas electorales para la renovación del Congreso de Coahuila inicia por parte de los partidos el proceso de convencimiento del electorado para que, primero, acuda a las urnas el próximo seis de julio y, segundo, lo haga por alguna de las opciones que compiten.
Si se toma en cuenta que la elección en puerta es de las llamadas huérfanas, es decir, que no está acompañada por ninguna otra, la expectativa de votación no es positiva: no más de un 40 por ciento de participación, de acuerdo a experiencias anteriores.
Más allá del argumento que se esgrime respecto al aumento del costo de los votos en la medida de que menos electores acudan a las urnas, la baja participación representa una derrota para el modelo democrático, puesto que indica que la población en general en edad de votar no cree que su vida pueda cambiar para bien si ejerce su derecho.
No obstante, la principal responsabilidad de generar un clima de confianza y participación radica, en primer lugar, en el árbitro, es decir, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila y, segundo, los propios candidatos y partidos políticos, quienes con su propuesta deben hacer atractiva la asistencia a las urnas.
De ahí que es obligación del instituto actuar de manera intachable en el manejo de la elección en turno y, de los partidos, plantear propuestas que resulten claras y de interés para un electorado cansado de los golpes bajos y las campañas negras.
La historia reciente indica que mientras más alejados estén los representantes populares de sus representados, los resultados del ejercicio del cargo tienden a resultar poco apegados a los principios del bien común, que debe ser el eje rector del ejercicio político. La aprobación de la cuestionada deuda de Coahuila, contratada en parte con documentos falsos, es un claro ejemplo de ello.
Por eso, no sólo es importante que los ciudadanos participen en las elecciones, sino que además ejerzan un seguimiento y vigilancia de la labor de quienes conformarán la próxima legislatura estatal.
