Con la arrasadora victoria de Narendra Modi en el largo proceso electoral de la India de seis semanas en nueve etapas que acaba de terminar, se anuncia un viraje fundamental en la marcha de ese gigantesco país.
Ha terminado toda una etapa políticoeconómica de la India que se inició en 1947 con su independencia de la corona británica.
Durante ese período, en 1991 se dio un ajuste en sus programas liberando el sistema del exceso de reglamentaciones y abriendo el mercado al exterior. Ello significó el importante paso de facilitar al empresariado a tomar decisiones de impulsar una naciente clase media. Esta modernización iniciada cuando el hoy el saliente Primer Ministro Manmohan Singh fue el Ministro de Hacienda en el breve gobierno de Narashima Rao, fue un histórico quiebre en la evolución económica del país.
La Comisión de Planeación fundada por Jawajarlal Nehru para guiar el desarrollo seguiría diligentemente su crucial tarea de jerarquizar y ordenar el proceso de desarrollo. La concepción básica siguió siendo, sin embargo, "clásica", tradicional, en el sentido de que el mejoramiento de los niveles de vida del país pasaba por las decisiones del gobierno. El modelo de "socialismo indio" inspirado en Nehru, no se descartaba solo intentó ponerlo al día.
El partido del Congreso, el que había encabezado el movimiento de independencia desde el siglo XIX teniendo luego como figura central al Mahatma Gandhi, no habría de abandonar su visión del camino de progreso a través de una economía encauzada desde lo alto. A las grandes empresas, se les confiaba, al lado del gobierno, su responsabilidad social hacia la inmensa población fraccionada en clases y castas, encerradas en sus propias metas locales. Ambos eran el pivote de la superación general.
El progreso resultó, empero, demasiado lento frente a las expectativas populares y mucho más para las de la clase media que entrado el siglo XXI ya representaba al menos el 30% de la población de 1,200 millones que cada año lanzaba a 14 millones de jóvenes buscando empleo.
Lo anterior coincidió con olas de corrupción que fueron cundiendo por el país en prácticamente todos los sectores lastrando el paso. El decrecimiento del PIB en los últimos años a sólo 5 o 6% anuales cuando una década antes había estado en 9 y a veces hasta un 10% anual fue el precio.
Las realidades en el exterior, incluso en la región inmediata mostraban que el desarrollo acelerado era posible. El crecimiento continuado de Singapur, Indonesia o Tailandia estaba a la vista. China, vecino milenario fue ganando la carrera del desarrollo con la disciplina de su comunismo capitalista. Los viajes frecuentes de los hombres de negocios indios por el mundo lo confirmaban.
La gestión del gobernador de Gujarat, Narendra Modi, iniciada en 2001 llevaba tres períodos consecutivos de promover un crecimiento en su natal estado simplificando sistemas y apoyando inversiones y proyectos industriales. El crecimiento de la entidad registró más del 6% en los últimos años superior a la tasa nacional.
La campaña electoral de Modi se centró en prometer aplicar a toda la India el mismo modelo de desarrollo que aplicó a su estado. El mensaje prendió y del proceso electoral en el que participó más del 60% de un total de 714.5 millones de votantes credencializados, resultó el partido BJP emergió con 39% de los votos, es decir 284 curules, del total de 545 que forman la Lokh Sabha, Cámara de Diputados.
Se cree que el nacionalismo hinduista en que Modi se formó desde su juventud como miembro del fundamentalismo religioso del partido RSS se reflejará en su administración que mucho descansará en la inmensa red de comités vecinales, Pancháyats, que forman un sistema milenario de democracia rural.
Inaugurado en su cargo de Primer Ministro el pasado lunes, Modi ha fusionado ministerios para compactar su gabinete en el que la mayoría de ministros es hindú. Sólo tres son musulmanes. Las instrucciones que les impartió se condensan en eficacia y honradez, ejes de un ambicioso programa de obra pública en la que se destacan las carreteras. Se esperan facilidades a la inversión privada, nacional o extranjera incluyendo, por cierto las de su vecina China.
Las relaciones con Paquistán recibieron un poderoso impulso positivo esta semana con la asistencia del Nawaz Sharif, el primer Ministro de ese país, a la ceremonia de inauguración de Modi. Este gesto es un prometedor reinicio de los inúmeros esfuerzos de arreglo entre los dos países nucleares sobre la suerte de Cachemira que, por llevar más de 60 años sin resolverse, ha sido pretexto de acciones terroristas en suelo indio como las del grupo Laksha-e-Taiba.
La elección de Modi, con su nuevo mensaje, que los indios decidieron este mes, coincide con un claro cambio de actitudes populares en todo el mundo. se trata de cambios hacia los gobiernos más cercanos a las aspiraciones de sus pueblos, menos aferrados a fórmulas de desarrollo que, a la postre, no rinden los frutos que se calculaban seguros.
juliofelipefaesler@yahoo.com