Una serie de explosiones de autos bomba sacudió el miércoles las ajetreadas calles de varios barrios de Bagdad, con saldo de 51 muertos, mientras que el ejército anunció que uno de sus bombardeos mató a 60 combatientes en la ciudad norteña de Mosul.
La policía dijo que el primer ataque ocurrió cuando un par de autos bomba estallaron en el barrio de Sadr City, causando la muerte de 31 personas, mientras que el segundo ataque se registró en el área vecina de Ur, donde cobró 11 vidas.
Otras nueve personas murieron en el sureste de la ciudad poco después por el estallido de dos autos bomba más.
Bagdad ha estado en vilo desde que combatientes suníes dirigidos por el grupo radical Estado Islámico para Irak y el Levante tomaron una amplia región del norte del país. Aunque los combatientes no han avanzado hacia la capital, ha habido una intensa campaña de atentados con autos bomba en la ciudad, aunque ninguno tan letal como este.
Horas antes, la televisora estatal anunció que las fuerzas iraquíes habían bombardeado un edificio en Mosul y matado a 60 presuntos combatientes.
El informe, que citó como fuente a funcionarios de inteligencia, no pudo ser verificado de forma independiente. Tampoco precisó si hubo otras víctimas civiles.
Agregó que el bombardeo liberó a unas 300 personas que estaban detenidas por el grupo radical en una prisión del centro de Mosul que era utilizado como tribunal religioso y cárcel. No dio más detalles.
Un residente de Mosul dijo que las familias de los presos acudieron al lugar para ayudar a sus parientes.
"Parte de la prisión resultó dañada por el ataque aéreo", dijo. Agregó que no sabía si hubo bajas allí. El hombre habló bajo condición de no ser identificado por temor a su seguridad.
Las llamadas telefónicas hechas a funcionarios iraquíes no fueron respondidas el miércoles.
Los extremistas suníes de Estado Islámico, un grupo escindido de al-Qaida, tomaron Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, durante una ofensiva relámpago en junio en la que también capturaron grandes franjas del norte y el oeste del país. La ofensiva sumió a Irak en su peor crisis desde la retirada de las tropas estadounidenses en 2011.
El grupo ha impuesto un autoproclamado califato en territorio que controla en Irak y Siria, imponiendo una interpretación ortodoxa de la ley islámica.
Las fuerzas gubernamentales iraquíes y sus aliadas milicias tribales suníes han estado luchando para desalojar a los extremistas de la zona capturada, pero sin avances claros.