Manu Galván.
Para Manu Galván, la repostería, como todo en la cocina, empieza por los olores, pero termina en una parte importante que es la visual: es un arte de la decoración.
Manu recuerda sus inicios en la cocina de su tía en Monterrey, las preparaciones básicas con los ingredientes principales, a la que con los años y la experiencia (y las tendencias) ha añadido cientos de ingredientes más, pero sin dejar aquel sabor añejo de la cocina familiar.
"Preparo los pasteles como si fueran para mí, usando sólo los ingredientes de más alta calidad". En sus pasteles, podemos encontrar esa confabulación lúdica con el cliente en la que entonces la creación se convierte en una emoción que claramente se transmite en el resultado final.
"Definitivamente, hay mucha competencia y es un reto, pues eso me alienta a ser cada vez más profesional", concluyó.
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