EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Retiro sabático

ADELA CELORIO

En mi terco espíritu de controversia he intentado mostrar en estas notas que no todo lo que relumbra es oro y que aun aquello que parece luminoso e incuestionable, tiene como las monedas una cara y una cruz; por ejemplo el sublime instinto materno que se atribuye a todas las mujeres o la supuesta inocencia de los niños; que a veces sí, pero a veces no. Como el nacionalismo charro de quienes se declaran orgullosamente mexicanos, como si nacer en México o en Tombuctú fuera un mérito personal y no un azar.

Desde esta columna he declarado mi inútil guerra contra todo lo que nos amenaza, contra todos los que nos engañan. No sé si lo he logrado, pero mi intención ha sido siempre exhibir a los idiotas que no sienten vergüenza de repartir unos pocos frijoles entre millones de pobres; en programas que sexenio tras sexenio cambian de nombre y hoy llaman pomposamente "Cruzada contra la Pobreza".

He ejercido mi derecho de pataleo: "¡ya basta!, ¡lárguense, estamos hartos de ver las mismas jetas repitiendo las mismas mentiras!; sin que se le mueva ni un pelo a la chusma en el poder PRIista reciclada hasta la náusea. He confesado aquí mi vergüenza por tanto diputado que no rebuzna porque no consigue aprenderse la tonada.

He compartido mi exasperación por el deterioro de la vida en esta capital, que es como vivir colgado de un cable pelado. He comentado el horror que me produce una burocracia que nos trata como gusanos delincuentes y nos impone la más burda de las torturas cuando necesitamos realizar cualquier trámite.

He ventilado en estas notas mis desazones conyugales y destilado veneno contra la adicción a la tele que embrutece a los hombres de todas las edades, pero se ensaña con los casados fodongos. He confesado sin pudor mis travesuras y la intención de seguir traveseando; de añadir más vida a mis años y mis ganas de correr el mundo antes de que se acabe.

En mi pasión vital por polemizar, por escribir, por combatir; he dado graciosos pasos de baile, pero también muchos traspiés. He cantado boleros, transcrito a Sabines… y he recibido algunos piedrazos, pero también solidaridad y cariño. ¡Y qué caray! uno escribe para que lo quieran.

Pero he aquí que de pronto se paró el mundo y yo no sé cómo ponerlo en marcha de nuevo. Tengo claro que nada es para siempre y que también esta sensación de perro sin dueño pasará; pero esta vez, la necesidad de volver a parchar la vida me encuentra sin energía. Estoy estando, nada más. De momento con eso es suficiente, aseguran mis hijos. Mi cabeza es un caos, el tiempo, último patrimonio que poseo, se consume en anudar tantos cabos sueltos que dejó mi Querubín.

Mi corazón gotea, ando a tropezones con los recuerdos: "cuando yo sentí de cerca tu mirar, de color de cielo, de color de mar, mi paisaje triste se pintó de azul, con ese azul, que tienes tú…" La difícil circunstancia por la que atravieso me obliga a bajar la pluma y reservar toda la energía para juntar mis pedazos.

Descubro que la soledad es un buen sitio para visitar, pero no para quedarse. Yo me voy. He decidido aceptar la realidad aunque duela; separarme del olor de nuestra cama, de la intimidad compartida durante tantos años, de los trajes de mi Querubín que cuelgan sin vida en nuestro clóset. Y para quien tenga paciencia de seguir leyendo, transcribo este poema de Roberto Bolaño que en este momento me gustaría escribir a mí:

"Cuando los hombres alzan los hombros y pasan/ cuando en la soledad de un cielo muerto/ brillan estrellas olvidadas/ y es tan grande el silencio del silencio/ que de pronto quisiéramos que hablara/ O cuando todo ha muerto/ tan dura y lentamente/ que da miedo alzar la voz y preguntar "quién vive"/ dudo si responder a la pregunta con un grito/ por temor a saber que ya no existo/.

Me voy, me tomo unos meses sabáticos y para quien tenga la paciencia de esperarme, volveré porque escribir es la única manera que conozco de respirar. Volveré si Dios me lo permite con la cabeza más fresca y nuevas historias que contar. Volveré con la energía renovada para seguir caminando cuesta arriba, nadando contra corriente; para tomar cualquier posición contraria y sostenerla aunque me apedreen. "No es un adiós perenne es un momento nada más, las letras al juntar nos volveremos a encontrar".

adelace2@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 997881

elsiglo.mx