David Villa fue uno de los jugadores que más sufrió la derrota después de haber luchado durante 120 minutos que duró el partido. (EFE)
El Atlético escribió ayer un nuevo capítulo en su particular maldición en la Liga de Campeones. Ya son dos finales que deja escapar en el último suspiro.
Los colchoneros se quedaron a dos minutos de proclamarse campeones de Europa. Defendieron el gol de Diego Godín con uñas y dientes, pero a los 93 minutos de juego, en el descuento, Sergio Ramos derribó el muro rojiblanco con un majestuoso cabezazo a la salida de un corner que hizo inútil la estirada de Thibaut Courtois.
El empate del Madrid sobre la hora dejó herido de muerte al Atlético, que encajó tres goles en la prórroga para caer cruelmente por 4-1. Como si la historia volviera a repetirse, el club rojiblanco revivió la fatídica final europea de 1974. Aquella que el Bayern Munich le empató en el último segundo del tiempo suplementario en Bruselas. Los amantes de las cábalas imposibles recordaron en las redes sociales que el autor del gol alemán hace 40 años, Georg Schwarzenbeck, llevaba el dorsal número cuatro en la camiseta. Como Ramos.
En aquel entonces no existía la definición por penales y se tuvo jugar un partido de desempate, en el que los alemanes vapulearon a los españoles por 4-0.
La camiseta que el Atlético lució en la final llevaba bordado en su interior el nombre del ex seleccionador Luis Aragonés, fallecido en febrero. Aragonés, una institución del club rojiblanco, fue el autor del gol atlético en 1974.