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Riesgos por deflación

SALVADOR KALIFA

El fenómeno de la "deflación", cuando caen en forma generalizada y sostenida los precios por dos o más trimestres en el transcurso de un año, es muy remoto en nuestro país, pero vuelve a ser motivo de preocupación a nivel global por tercera vez en 16 años.

La primera vez se presentó durante la crisis asiática de 1997-98. En ese entonces la cabeza de la portada de la revista Business Week del 10 de noviembre de 1997: "La amenaza de deflación", se refería al bajo crecimiento y la inminente crisis financiera de las economías del sudeste asiático.

El segundo episodio ocurrió en 2003, en un contexto de excesos significativos de capacidad productiva, cuando cayeron los precios en Hong Kong por 55 meses consecutivos (desde octubre de 1998), y existían tasas de inflación en descenso, cercanas al uno por ciento anual en los principales países desarrollados.

Esos temores se superaron muy pronto, gracias a la intervención oportuna del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal (Fed) de EU, que disminuyeron sus tasas de interés de referencia para estimular la demanda.

Hoy, por tercera vez, el temor a la deflación invade a varios países en Europa, así como también a algunos analistas en Estados Unidos (EU), en vista de que el crecimiento de los precios en varias economías se ubica por debajo de su meta de inflación del dos por ciento (EU, Inglaterra, Japón, Alemania y Francia) o es negativa (Italia, España, Grecia, Suecia e Israel).

El crecimiento de los precios en la zona del euro es menor al uno por ciento anual, con algunos países en su periferia ya en deflación, debido a una severa caída de la demanda y una gran capacidad productiva ociosa.

En cambio, en EU, la inflación se ubica por debajo de la meta del dos por ciento y pudiera bajar más gracias a la disminución del precio del petróleo y la apreciación reciente del dólar, lo que hasta cierto punto es benéfico, ya que al liberar recursos para los consumidores ayudarán a mantener a su economía alejada de una trayectoria perniciosa de deflación.

Lo que hace hoy día más severos los problemas de la eurozona es que a diferencia de las dos experiencias anteriores, no se cuenta con opciones amplias en las políticas fiscal y monetaria para evitar que una o más economías vivan una espiral deflacionaria.

Los banqueros centrales de los países desarrollados no tienen prácticamente margen de maniobra para mover sus tasas de interés de referencia, que se encuentran casi en cero. No obstante, en un régimen de dinero fiduciario, un banco central siempre es capaz de crear cantidades ilimitadas de dinero para elevar los precios, aun cuando la tasa de interés nominal de corto plazo sea cero.

Eso es lo que está haciendo Japón y que si se necesita también haría otra vez (con el relajamiento cuantitativo) la Fed, pero no es una opción abierta para el BCE, mientras exista oposición por parte de Alemania, que además rechaza cualquier sugerencia para aumentar el gasto público e incurrir en mayor déficit presupuestal.

En ese contexto, la presión inflacionaria asociada a la depreciación del euro frente al dólar pareciera que es, por ahora, la única defensa de la eurozona ante la deflación. No extraña, por tanto, que el Fondo Monetario Internacional considere que hay un 30 por ciento de probabilidad para que la zona del euro caiga en deflación.

Considero que la economía de EU tiene un riesgo muy bajo de deflación porque la Fed ha mostrado la habilidad y voluntad suficientes para aplicar las medidas necesarias que prevengan un descalabro de esa naturaleza. En un extremo veríamos otra ronda de relajamiento cuantitativo y la posposición del alza de su tasa de interés de referencia.

También ayudan en ese sentido el menor precio del petróleo, la fortaleza de su sector financiero, la flexibilidad de sus mercados laborales y hasta la posible aplicación de un mayor gasto público deficitario, que serían suficientes para contrarrestar los posibles efectos deflacionarios de la apreciación reciente y esperada del dólar.

En síntesis, el tema de la deflación seguirá dominando los medios financieros durante varios meses y quizá empeore la situación en la eurozona. Está por verse si para cuando eso suceda Alemania cambia de manera de pensar, o si el BCE desafía la oposición germana y aplica una política monetaria bastante más osada que la actual.

En dicho entorno, sin embargo, economías como las de México, cuyo crecimiento de los precios supera su meta de inflación, tendrán que apretar, quizá anticipadamente, sus políticas monetarias, para evitar que la apreciación del dólar respecto a sus monedas se traduzca en presiones inflacionarias adicionales.

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