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Robert Pastor, un amigo de México

GENARO LOZANO

Para quienes estudian Relaciones Internacionales en México o en cualquier otro país latinoamericano es casi imposible llegar al tercer semestre de sus carreras sin haber leído algún texto de Robert (Bob) Pastor. A lo largo de su vida, Bob se dedicó a estudiar sistemática y disciplinadamente América Latina, a formar a varias generaciones de estadounidenses en el estudio de nuestra región y a asesorar en la administración pública a presidentes como Jimmy Carter, Bill Clinton y hasta a Barack Obama.

Pastor pudo observar y estudiar las transformaciones que ha vivido Latinoamérica, desde los años 60, cuando casi la totalidad de la región era gobernada por dictaduras militares o por dictablandas, por parafrasear a Vargas Llosa, hasta la democratización que inicia en los años 80 y se acelera en los 90.

La América Latina que Pastor entendió como pocos desde Estados Unidos fue una que lentamente fue abandonando el delirio autoritario para abrazar la democracia electoral y sus instituciones, no sin algunas regresiones, como hoy en Venezuela, y con países donde prácticamente poco o nada ha cambiado desde hace 50 años, como Cuba. Una América Latina que hoy tiene democracias electorales y funcionales, pero amenazadas por la violencia generada por el narcotráfico (México, Centroamérica y Colombia), por la desigualdad en el ingreso y una región que, en general, sigue percibiendo a Estados Unidos como un socio poco confiable.

El trabajo académico de Pastor es extenso y abarca desde el estudio de las instituciones estadounidenses, principalmente el Ejecutivo y el Legislativo, pero también la política exterior estadounidense hacia América Latina y México en particular. En sus trabajos, Pastor defendía una región más democrática, defensa que llevó al terreno de la práctica como observador electoral en múltiples elecciones latinoamericanas a través de su trabajo con el Centro Carter.

A los estudiantes de Relaciones Internacionales y de Ciencia Política y a la clase política mexicana, Pastor siempre recomendaba entender la compleja dinámica de los pesos y contrapesos del sistema político estadounidense. Su labor académica fue fundamental para romper la obsesión latinoamericana y mexicana con el Poder Ejecutivo estadounidense. Para el México previo a 1997, las lecciones de Pastor fueron críticas: el estadounidense es un sistema presidencialista, pero las decisiones del legislativo y la lucha por el poder entre Congreso y Ejecutivo repercuten no sólo en la política doméstica de Estados Unidos, sino sus repercusiones son regionales y hasta globales. Allá no existía el todopoderoso presidente priista y el Capitolio era (y es) fundamental para la relación bilateral.

Cuando en la academia estadounidense se escuchaban los argumentos de una abierta xenofobia antimexicana, encarnizada sobre todo por el trabajo de Samuel Huntington, eran pocas las voces con el eco y la autoridad académica para rebatirlas como la de Bob Pastor, un obsesionado por un mayor acercamiento entre el Norte y el Sur del Hemisferio Occidental.

Uno de sus libros más influyentes fue Limits to Friendship. The United States and Mexico, que coescribió con Jorge Castañeda en 1988. En ese libro, que debiera ser releído con atención, sus autores explican los desencuentros y la sospecha mutua de ambos gobiernos y sugerían algunas propuestas para superar esas fallas, entre ellas la fundación de más centros académicos en México que estudiasen Estados Unidos. Hoy solamente la UNAM tiene uno y el Colegio de la Frontera Norte. Hay además un intento fuerte en el CIDE, encabezado por Luis Maira y Carlos Heredia, por revivir un centro de estudios sobre Estados Unidos, pero lo que escribían Pastor y Castañeda en 1988 sigue siendo vigente: hay extraordinariamente poco interés en México por estudiar al país más importante para nosotros. Para bien o para mal, Estados Unidos es la nación más importante del mundo por sus alcances globales, mientras que México es la nación más importante del idioma de la Ñ. Ambas son naciones indispensables, por parafrasear a Madeleine Albright.

Si la unidad de Europa tiene en el francés Jean Monnet a uno de sus arquitectos, la integración de América del Norte tiene en Bob Pastor a uno de los suyos. Pastor soñaba con una América del Norte más integrada, con el libre paso de bienes y personas, más solidaria y democrática, más equitativa y respetuosa de la soberanía de sus tres integrantes. Ahora que se cumplieron 20 años ya de la firma del TLCAN, el sueño de Pastor de una sociedad norteamericana sigue sin haberse cumplido.

Con cariño recuerdo la visita de Bob a México el año pasado para presentar su más reciente y último libro: "La idea de América del Norte". El cáncer ya había hecho estragos en su físico, pero no en su ánimo. Se ha ido un gran amigo y aliado de México, un académico comprometido y un verdadero activista de la integración de México, Estados Unidos y Canadá. Bob deja un enorme vacío y su pensamiento original, su vocación democrática y su llamado a entender mejor las instituciones y la sociedad estadounidense en México y las instituciones y la sociedad mexicana en Estados Unidos sigue siendo vigente.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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