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Rumbo al Centenario de la Toma de La Laguna Quinta parte

CRÓNICA GOMEZPALATINA

MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE GÓMEZ PALACIO

Felipe Ángeles: "Mi general, vengo a ponerme a sus órdenes".

Francisco Villa: "No, mi general, yo seré quien se ponga a las suyas".

Chihuahua,15 de marzo de 1914

Amanece,es 28 de marzo de 1914. La totalidad de las fuerzas federales ya concentradas en Torreón, inician un bombardeo masivo sobre Gómez Palacio, sin obtener resultados positivos. Gómez Palacio es una sufrida población duranguense, que ha cargado con los estragos de los fieros combates de la revolución maderista de 1911 y de la primera batalla de La Laguna de septiembre de 1913 y, debido a su estratégica posición geográfica, nuevamente vuelve a ser el escenario de las cruentas batallas para tomar por segunda vez La Laguna y Torreón, por parte de las fuerzas de la División del Norte, del Ejército Constitucionalista. Ese mediodía, el general Villa realiza una reunión con todos los jefes de sus brigadas, a fin de planear el ataque a esa vecina población, mientras que los artilleros al mando del general Felipe Ángeles reconocen el terreno para ocupar las posiciones más ventajosas en los combates. Los famosos "terregales" laguneros, ocultaban parcialmente el avance de los soldados constitucionalistas, mientras su artillería continuaba dirigiendo certeros cañonazos a los fortines enemigos.Por la noche, se escuchan terribles descargas de fusilería y bombardeos en los alrededores de la planta Metalúrgica y por la salida del cañón del Huarache; mientras que el ejército huertista bombardea la Jabonera La Esperanza. Para cerrar la noche, a las 23:00 horas empieza un intenso fuego en el río Nazas.

Es 29 de marzo y, como la especialidad del general Villa era realizar los ataques nocturnos, cerca de las 3 de la mañana, despliegan feroz combate en el ala derecha de Gómez Palacio, logrando tomar las fortificaciones de los cerros de Santa Rosa, las Calabazas y el cañón del Huarache. Sin embargo, en un formidable contrataque, los federales logran recuperar sus posiciones haciendo retroceder a los villistas hasta el poblado de San Carlos. En esa retirada, fueron protegidos por la artillería constitucionalista dirigida por el coronel Manuel García Santibáñez, apostado en Lerdo.

Al amanecer, y ante la terrible ofensiva constitucionalista, unos 2,000 hombres del ejército federal, con apoyo de una numerosa fuerza de caballería, con dos trenes en la retaguardia, intentan escapar como a las siete de la mañana aprovechando la salida de la cañada del Huarache, pero es obligada a regresar violentamente al Centro de la ciudad. Los combates ya empezaban a generalizarse por todos los frentes de batalla. Las campañas de cerco y aniquilamiento emprendidas por los constitucionalistas comenzaban a causar severos estragos en las fuerzas del general Velasco, comandante de la División del Nazas. Las brigadas del ala izquierda comandadas por los generales Maclovio Herrera, José Isabel Robles y Eugenio Aguirre Benavides habían logrado llegar hasta la alameda de Torreón, en el oriente, apoderándose de dos cuarteles enemigos, despegando tropas hacia el sur de la alameda, con el fin de sostener y consolidar sus posiciones, contando para ello con el apoyo de artillería. A partir de ahora, entraran a combate los destacamentos centrales de la División del Norte.

Mientras tanto, el coronel Toribio V. de los Santos, comisionado para vigilar la línea del ferrocarril entre Hipólito y San Pedro de las Colonias, emite una comunicación en la que informa al Cuartel General haber sostenido un combate con fuerzas federales que venían a ofrecer auxilio a Torreón, provocándoles algunas bajas e impidiendo que continuaran su camino, las cuales alcanzaron a llegar a la estación Benavides, cercana a San Pedro, a bordo de tres trenes, por lo que el general Villa ordena de inmediato que las brigadas González Ortega y Hernández, con 2,000 hombres comandados por el general Toribio Ortega, salgan hacia ese rumbo para detener el avance del enemigo, con instrucciones expresas de destruir la vía férrea, tanto como les sea posible.

Para el mediodía, los generales José Rodríguez y Tomás Urbina comandantes de las brigadas Villa y Morelos, inician por el centro el ataque a Torreón, mientras el general Felipe Ángeles dirige certeros ataques de artillería sobre los fuertes de la federación. Para proteger y fortalecer la retaguardia, la artillería constitucionalista del coronel Manuel García Santibáñez, ubicada en Lerdo,recibe órdenes de concentrarse en Gómez Palacio. Las tropas del ala derecha de la división incrementan sus ataques con toda energía sobre los fuertes de Calabazas y el cañón del Huarache, obligando por fin a los defensores a replegarse hacia Torreón, por el rumbo de los cerros cercanos a la Presa del Coyote.

Al caer la noche, cesan las hostilidades formales y únicamente se escuchan ligeros tiroteos en diversos rumbos de la ciudad. A las cinco de la mañana del día 30 de marzo, se generaliza el fuego en toda la línea de acción. En poco tiempo, los constitucionalistas se apoderan definitivamente de los cerros de Calabazas y de la Polvorera, mientras se pelea intensamente por lograrlo en el cañón del Huarache. A media mañana se logra emplazar una batería de montaña en el cerro de Santa Rosa con la cual se ataca al enemigo posesionado de la presa del Coyote.

El general en jefe villista, se apoya en los buenos oficios del Sr. George Carothers, Agente Confidencial del Gobierno Americano en Gómez Palacio, Dgo., y del vicecónsul Británico H. Cunnard Cummins para conferenciar con el general federal Velasco,ya que éste, solicita un armisticio por 48 horas para retirar los heridos y sepultar a los muertos, propuesta que fue rechazada por el general Villa, por considerar que este armisticio sólo beneficiaría las maltrechas fuerzas federales, respondiendo al general Velasco: "Con pena he visto que no se dignó usted contestar mi invitación a rendir las armas, pues la cortesía más elemental exigía contestar, aunque fuera negativamente. Sólo puedo acceder a la suspensión de las hostilidades si la guarnición de Torreón se rinde, con la única condición de respetar las vidas de los generales, jefes y oficiales a quienes se alojará cómodamente en la ciudad de Chihuahua y a respetar la vida y libertad de los soldados… con el objeto de evitar el derramamiento inútil de sangre de civiles, invito a usted formalmente a continuar la batalla fuera de los muros de la ciudad. Si tal hace Ud., creeré que es un hombre humanitario y de sentimientos nobles". Al no aceptar las condiciones el jefe de armas de Torreón, efectúa el ataque preparado para la noche. A las 21:00 horas el fuego se intensifica en todas las líneas de batalla, cesando completamente a las 23:00 horas.

Es el día 31 de marzo de 1914, se estrecha el cerco sobre Torreón. Desde sus ya escasas posiciones, los federales bombardean el cerro de Santa Rosa buscando recuperarlo para romper el círculo amenazante sobre ellos. Durante toda la mañana y en la tarde concentran sus disparos en ese lugar. A las 18:00 horas, el alto mando villista, ordena cesar todos los ataques, a fin de que descansen las tropas.

A partir de la una de la mañana del 1º de abril, se suscitan ligeros tiroteos en el centro y el ala izquierda, incrementándose en la derecha a las 3:00 horas, ya que al parecer una gran partida de federales pretende escapar por el rumbo de la cuesta de La Fortuna, que fue la ruta que siguió el general Emiliano Lojero cuando huyó de la ofensiva maderista en 1911. La respuesta feroz a esta intentona, obligó a los federales a regresar de inmediato a la ciudad. A las 5:00 de la mañana, las tropas huertistas dirigen un nutrido bombardeo sobre los cerros de Calabazas y Santa Rosa, y más de 100 granadas caen sobre la ciudad de Gómez Palacio y a pesar de lo dramático de la acción, no hubo una sola víctima que lamentar en éste último sitio.

A partir de las 8:00 horas, disparan más de 300 granadas sobre la misma ciudad, bombardeando los trenes constitucionalistas que recogían a los heridos en la estación para trasladarlos a Chihuahua para su atención, siendo necesario que los trenes se retiraran a varios kilómetros de distancia.Esa noche, se generalizan los ataques en todos los frentes de batalla, ingresando peligrosamente los revolucionarios en algunos puntos del Centro de la ciudad de Torreón. Los federales, sin ninguna posibilidad de recibir apoyos y con pocas municiones, ya estaban planeando su huida.

El día 2, durante toda la mañana, los bombardeos fueron intensos, pero además, las tropas de infantería se batían denodadamente en toda la ciudad y en algunos casos era cuerpo a cuerpo. Era el preludio de un final inminente a favor de las fuerzas de la legalidad. A las cuatro de la tarde, ya sin opciones de triunfo y aprovechando una muy fuerte tolvanera, el general José Refugio Velasco, Comandante de la División del Nazas y orgullo del huertismo, abandonó la plaza junto con cuatro mil efectivos, dirigiéndose con rumbo a Viesca, siendo protegidos por la caballería de Benjamín Argumedo. A las 10 de la noche queda confirmada la huida de los federales, ingresando los soldados constitucionalistas a Torreón e iniciándose el saqueo de comercios y domicilios por parte de algunos combatientes y la gente del pueblo, por lo que el general Villa ordenó frenar cualquier exceso, bajo la amenaza de pena de muerte para los detractores.

A las 9 de la mañana del día 3 de abril de 1914, el General en Jefe de la División del Norte del Ejército Constitucionalista, Francisco Villa, sale de Gómez Palacio rumbo a Torreón, haciendo su entrada triunfal a las diez horas, siendo aclamado como el artífice de la victoria de las fuerzas de la legalidad sobre los traidores que habían usurpado el poder democrático en nuestra Patria… continuará.

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