Rusia inició ayer el desalojo por la fuerza de las bases militares ucranianas que quedan en Crimea y provocó una nueva ola de reclamos de Estados Unidos y sus aliados.
Tropas rusas asaltaron ayer con carros blindados una base militar ucraniana situada en la localidad de Belbek, en Crimea, después de haber dado un ultimátum a los mandos de esa unidad para que entregaran el cuartel o cambiaran de bando.
Mientras tanto, en Novofiodorovsk, soldados de una unidad de la Armada ucraniana abandonaron su base tras ser hostigados por un grupo de civiles.
En respuesta, el gobierno de Estados Unidos afirmó que el asalto a la base militar de Belbek por parte de tropas rusas "subrayan la peligrosa situación" creada por Moscú con la anexión de la península.
No obstante, la bandera rusa fue izada sobre unidades y embarcaciones militares en Crimea, y mientras Moscú ordenó organizar la salida de soldados ucranianos, el régimen de Kiev aseguró que estos permanecerán cumpliendo sus tareas.
En medio de esta tensión que prevalece en Crimea, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó su "solidaridad con el pueblo y el Gobierno de Ucrania", y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, iniciará hoy una gira por Europa.