Presidente Benito Juárez.
"¡Desgraciados de nosotros si no perecemos antes que convertirnos en su codiciada presa!... Procure usted mantener vivo el entusiasmo de los durangueños; fórmeme usted de ellos soldados bien disciplinados…".
Carta de Benito Juárez a José María Patoni Sánchez. Diciembre 16 de 1861.
El protagonismo de la hacienda de Santa Rosa de Lima, hoy Gómez Palacio, en el contexto de la lucha contra el ejército francés, que había invadido a nuestro país, se remonta a finales del mes de julio de 1864. El día 4 de ese mes, la ciudad de Durango fue ocupada por los invasores galos, siendo acogidos con gran júbilo por los conservadores y el clero: "Hemos sido recibidos aquí de una manera enteramente simpática y cordial…" escribía un soldado francés, y a pesar de un enorme aguacero que se abatió ese día sobre la ciudad "… las señoras permanecieron en sus puestos vitoreando a los franceses echándonos flores y agua de colonia". Ante las circunstancias imperantes, José María Patoni, gobernador del estado, se vio obligado a trasladarse a La Laguna, utilizando como base de operaciones de las tropas republicanas Mapimí y las haciendas de la Goma y Santa Rosa de Lima. Desde este último punto, comunica al presidente Juárez sus múltiples reproches hacia el general Jesús González Ortega, por no haber contribuido a rescatar la ciudad de Durango de manos de los imperialistas: "Hacienda de Santa Rosa, agosto 2 de 1864… Sr. presidente don Benito Juárez…Monterrey… Creo que hemos perdido la oportunidad de recobrar por ahora a Durango, por no haber podido contar con la cooperación del señor (González) Ortega…".
Don Juan Ignacio Jiménez, hombre poderoso, propietario de la hacienda de Santa Rosa de Lima se había abstenido de participar en los conflictos por las propiedades ocurridos entre el terrateniente Leonardo Zuloaga, apoyado por el gobernador de Nuevo León Santiago Vidaurri, en contra de los campesinos de Matamoros, Coahuila, quienes recibieron el respaldo pleno del presidente Benito Juárez a su lucha por la tierra: "…no es justo ni conveniente que un pueblo se perjudique por el interés de un particular…". (12 dic. 1863, en carta enviada a Pedro Santacilia, desde Saltillo).
Durante su estancia en Santa Rosa, las tropas del general Patoni no la pasaban nada bien, pues por el número de soldados y los constantes desplazamientos, padecían de muchas carencias para mantener a sus fuerzas y alimentar a los animales con los que contaban, por lo que solicita en el mismo comunicado del día 2, autorización al presidente Juárez para disponer "…de cualquiera capitales de los llamados de beneficencia pública, cofradías, etc., que se encuentran en los estados de Chihuahua y Durango". La situación de penuria de los republicanos se agravó con el traslado del ejército de Jesús González Ortega, gobernador de Zacatecas, a la villa de Parras, debido a la ocupación de la capital de ese estado, por parte de los franco traidores, y esa fue la justificación por la cual no había podido auxiliar a Durango y al presidente Juárez que se encontraba en Monterrey, resistiendo en condiciones dramáticas, por la falta de refuerzos militares y recursos.
Ante el acoso de las tropas francesas que se acercaban peligrosamente a Saltillo y Monterrey, el presidente Benito Juárez, junto con los miembros de su gabinete, inician el 16 de agosto de 1864, la travesía por el desierto coahuilense, con rumbo a la región lagunera, pasando, sin detenerse, por Parras, hasta llegar a la villa de Viesca, hospedándose en la casa del general Jesús González Herrera, desde donde el presidente Juárez convoca el 28 de agosto a una reunión urgente de ministros y jefes militares, la cual se realiza el día siguiente: "A las 9 de la noche del mismo día (29) se reunió la junta compuesta de los Sres. Negrete, (González) Ortega, Alcalde, Aranda, Quezada, Guiccione y Carbajal, no habiendo ocurrido el Sr. Castro porque el Sr. Ortega que me ofreció citarlo, dijo que se le había olvidado, pero que estando aún malo dicho Sr. Castro, se le debía excusar". (Benito Juárez, Viesca, 29 agosto de 1864). El punto central que se analizó en dicha reunión, fue la propuesta enviada por el general José María Patoni, de concentrar todas las fuerzas disponibles para batir al enemigo en territorio duranguense o en el de Chihuahua, lo que la mayoría aprobó, no así Jesús González Ortega, quien se opuso, argumentando que eso significaba debilitar al ejército y al gobierno, que perdería estatura moral. En el acta de la reunión que levantó el mismo presidente Benito Juárez, establece: "Ninguno, con excepción del Sr. Ortega, se opuso al pensamiento de marchar al campo del Sr. Patoni, para emprender unidos a batir al enemigo en detalle… El Sr. (González) Ortega manifestó que todo lo que fuera dirigirse al norte para ir a Chihuahua era perder la fuerza física y moral del gobierno, porque la tropa ni los jefes y oficiales, no querían ir a Chihuahua". Ante el apoyo de la mayoría a la propuesta de Patoni y de Benito Juárez: "Repitió el Sr. (González) Ortega que él obedecería y haría que su fuerza marchara donde se quisiera; pero que él renunciaría (a) todo mando si se dirigían rumbo a Chihuahua" (Benito Juárez, Ídem).
En la madrugada del día 4 de septiembre, la República Itinerante abandona la villa de Viesca y, para aligerar su marcha, el presidente Juárez decide entregar la custodia de los Archivos de la Nación, a un grupo de patriotas de El Gatuño (hoy Congregación Hidalgo), de Matamoros, Coahuila, comandados por Jesús González Herrera y don Juan de la Cruz Borrego. Estos inestimables mexicanos juraron al presidente, proteger a costa de sus vidas, los Archivos de la Nación, los cuales escondieron en la Cueva del Tabaco (hoy de los Supremos Poderes), realizando con entrega, abnegación y sacrificio una epopeya qué quedaría grabada como una de las páginas más gloriosas de la historia patria de nuestro terruño.
Al atardecer de ese día, 4 de septiembre de 1864, la comitiva presidencial integrada por Sebastián Lerdo de Tejada y José María Iglesias; el general Miguel Negrete; don Guillermo Prieto; Manuel Ruiz; Blas Balcárcel, ex ministro de Fomento; Pedro Contreras Elizalde y Juan de Dios Burgos, entre muchos otros, arriban a la hacienda de Santa Rosa de Lima (hoy Gómez Palacio), convirtiendo a este lugar, en la sede de los Poderes Supremos de la Nación.
Para conmemorar el 120 aniversario del nacimiento de Benito Pablo Juárez García, el domingo 21 de marzo 1926, se publicó en un periódico de la región (Hemeroteca El Siglo de Torreón), una amplia entrevista con el señor Eufrosino Jiménez, sobrino don Juan Ignacio Jiménez, quien fuera propietario de la hacienda de Santa Rosa de Lima. Es conveniente aclarar que en la entrevista se observan una gran cantidad de inexactitudes y omisiones, relativas a fechas, lugares y sucesos, A pesar de ello, se transcriben algunos pasajes que pueden ser importantes para tratar de reconstruir lo que sucedió en la estancia del Benemérito de las Américas en la hacienda de Santa Rosa de Lima, en la cual don Eufrosino comentó acerca del movimiento inusitado que se originó en la hacienda por la llegada del Benemérito de las Américas: "…pues mi tío, deseoso de recibir muy dignamente al señor Juárez y a su gabinete, no escatimó esfuerzo ni gasto alguno para que el señor Presidente de la República y sus Ministros fueran alojados cual convenía a sus altas investiduras". Afirmaba que don Juan Ignacio y todos sus empleados, salieron a recibir al presidente y su comitiva, conduciéndolos en varias lanchas a través de río Nazas, para luego trasladarlos a bordo de coches a la hacienda, que era la de más importancia de la región: "La hacienda no contaba con muchas comodidades, pues los agricultores de aquellos tiempos desconocían el lujo que años después desplegarían sus sucesores… la llegada del señor Juárez significó una verdadera revolución en las ropas de cama y demás enseres". El señor Jiménez ordenó sacar lo mejor de la tienda de raya, pero a pesar de eso "… el Jefe de la Nación lo mejor que obtuvo fue dormir en un catre de fierro…". Durante la estancia de Benito Juárez en la hacienda, dice el entrevistado, se sacaron algunas fotografías del presidente "…de pie, vestido con su imprescindible frac…", al igual que del señor Jiménez. Lamentablemente, no se localizó una fotografía de la hacienda, que ese día tomó un empleado de don Juan, que además era su fotógrafo personal. Durante la estancia del presidente, se realizaron algunos recorridos por las propiedades de don Juan Ignacio, y al cuarto día de estancia, empezó una movilización extraordinaria de tropas al percatarse de que las fuerzas francesas, al mando del coronel Saligny, se acercaban a La Laguna. Hasta aquí, la versión de Eufrosino Jiménez.
Continuará...