Desde una infinita lejanía social, huele a putrefacción una decisión colegiada de un ayuntamiento que sueña con servir servilmente a un amo tiránico, que fue quien los designó y volteando el rostro, no por vergüenza, sino con cinismo demagógico al pueblo que los nutre y mantiene, tanto en el poder como económicamente.
Lo más triste del caso para nosotros, los torreonenses, es que buscamos la sombra de la corrupción y no la encontramos, ¿Cómo, si vivimos en la más absoluta oscuridad de la impunidad?; por ello, la frase con que inicio esta irritada reflexión, corresponde a Carlos Marx y la aplico hoy, porque estoy convencido que el Cabildo de Torreón en funciones, busca destruir a las organizaciones de la sociedad civil, aunque sagazmente.
Las articulaciones de la sociedad son las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC); ellas son quienes unen al gobierno con el ciudadano y de ellas depende, en gran medida, que se pueda dar una flexibilidad cordial en las responsabilidades sociales, asistenciales y de desarrollo humano. Pero es obligación del gobierno, primeramente del municipal y posteriormente de las otras esferas de poder, ofrecer todos los apoyos y condiciones económicas, de infraestructura y de legalidad, para que cumplan con la labor que, como sociedad civil, se han impuesto voluntariamente; la de socorrer a grupos marginados, desprotegidos y vulnerables que el propio poder político no cobija.
Para este año 2014, cuarenta y seis OSC´s solicitaron la ayuda económica, ya etiquetada del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, que el ayuntamiento torreonense recibía para ese fin y que estaba obligado a entregarles a través del Fondo Municipal de Fortalecimiento para la Infraestructura de las OSC de Asistencia Social, ejecutado a través del DIF municipal.
Se formó un comité evaluador integrado en un cuarenta por ciento por ciudadanos representantes de empresas e instituciones laguneras y en un sesenta por ciento por funcionarios municipales y del organismo promotor. Se analizaron todas las solicitudes y se desecharon las que no cumplían con los requisitos de la convocatoria, quedando veintiocho que si fueron aprobadas.
El fondo a repartir es de cuatro millones de pesos. Las beneficiarias hicieron solicitudes perfectamente documentadas para obtener recursos, a fin de beneficiar a diversos sectores de Torreón que requieren de su auxilio, cada una establecía un monto de acuerdo a lo que buscaba apoyar: Educar a niños con diversas discapacidades; atender a infantes abandonados; (esta atención implica alimentación y hospedaje dignos); dar asistencia a adultos en plenitud que viven en la calle o que tienen algún problema como demencia senil o alzheimer y, ayudar a alcohólicos y drogadictos a salir del pozo en que se encuentran; en suma: proteger a personas desamparadas. Esa labor la realizarían ellos en gran parte con recursos obtenidos directamente de la sociedad, de las empresas y de actividades propias de la OSC y, en otra buena proporción, de dicho fondo federal, a través del municipio.
Pues bien: Tras definir a las organizaciones que debieran beneficiarse, la suma de todos los apoyos era igual a cuatro millones, trescientos ochenta y ocho mil setecientos treinta y cinco pesos, con cincuenta centavos. Es decir, se excedía de lo etiquetado por un nueve por ciento aproximadamente. El concepto del comité fue pedir que el municipio absorbiera esa diferencia,, a fin que todas las asociaciones pudieran realizar al cien por ciento las construcciones y acciones benefactoras y no se vieran impedidas a amparar plenamente a sus grupos vulnerables.
Ingenuidad absoluta que en mi caso, rayó en la estupidez; la respuesta de la autoridad municipal fue de que se ajustaran las subvenciones a los cuatro millones; ni un peso más. O sea, un 9.3% menos a cada asociación.
Podría resultar que tal decisión tuviera sentido, si no fuese porque ante un paisaje gris incomprensible, leemos una entrega que raya en lo pueril; oficialmente nos enteramos en esos días de que el ayuntamiento, tomando el dinero del pueblo, había decidido con premiar al equipo profesional Santos con veinte millones de pesos anuales en forma directa, más el IVA, más exención de impuestos por entradas de asistentes a los partidos y venta de estupefacientes. Todo ello a lo largo de sus cuatro años de administración, lo que suma más de cien millones de pesos. Algo así como 52 veces más que lo que se les negó a las OSC´s este año.
La explicación dada por la presidencia municipal suena más a burla que a justificación, ya conocida por todos y no debo entrar más a esa farsa; mi pregunta es muy sencilla: ¿Los ancianos con alzheimer que no recibieron el apoyo completo, o los niños que no recibirán un vaso de leche o un pan completos, sino al 90%, se divertirán a lo grande con los juegos locales del Santos transmitidos en la televisión?
Después de esta experiencia negra, donde vemos con claridad que nuestros gobernantes se siguen sintiendo dueños del país o de la ciudad, que pueden disponer a su antojo e interés del dinero que los ciudadanos hemos pagado para nuestro beneficio; ¿Nos quedaremos callados soportando tanta atrocidad contra nosotros mismos?
Debemos entender que hasta el día de hoy hemos vivido tentados por la indiferencia y creemos en el cuento de que "nada pasa" mientras nuestra región, el estado y el país se derrumban y nosotros nos sumimos con ellos en el remolino de la complacencia que raya en la complicidad, porque al no denunciar somos cómplices del delito...
Me gustaría sacudir, aunque fuese de manera fugaz y muy tenuemente, las conciencias, tanto de quienes detentan el poder por elección o por oclusión a la democracia, como provocar la reflexión y los escrúpulos de su real y auténtico dueño, que es el pueblo.
Imposible de entender la osadía de tomar el dinero del pueblo para beneficiar a quien no necesita y, ante nuestra frustración inexplicable, surge una justa indignación por la castración de las acciones sociales de organizaciones de la sociedad civil y su lógico deterioro que suena a intento de eliminación antes de que puedan socavar el poder del sátrapa local.